según san Lucas:
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y
de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban
los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y
enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le
ayudaban con sus bienes.
Comentario al Evangelio de hoy viernes, 16 de septiembre de
2016
Queridos amigos y amigas:
El Evangelio de hoy nos presenta una escena cotidiana de la
vida de Jesús: su ir de ciudad en ciudad, anunciando el Reino de Dios con sus
palabras y sus obras. Y es una tarea que no hacía solo, sino acompañado. Le
acompañaban los 12 y varias mujeres, a las que Jesús había hecho bien.
Toda nuestra vida es respuesta. Respuesta a algo dado. Los
12 fueron llamados, algunos de ellos sacados de su estilo de vida despreciable,
como Mateo. Las mujeres habían recibido la salud de parte de Jesús... Y de esa
llamada y de ese don recibido, surge la respuesta, en agradecimiento, de seguir
al Maestro.
Eso es la fe: un regalo que quiere despertar lo mejor de
nosotros, y ponernos en movimiento. La capacidad de confiar en el Padre, a
través del Hijo y con la fuerza del Espíritu en nosotros, que nos llama a vivir
desde Dios, para los demás. Escuchando constantemente al Señor y abriendo
continuamente los ojos al mundo.
Lo contrario de la fe es el auto-endiosamiento. Creernos que
lo que tenemos es debido a nuestros méritos, creernos el centro del universo.
Afortunadamente, la vida suele ponernos en nuestro sitio.
Te invito a contemplar hoy por unos momentos esa escena de
Jesús con los doce y las mujeres. Y sentirte tú también llamado a formar parte
de ese grupo… que XXI siglos después, quiere seguir escuchando al Señor y
actualizando su presencia en nuestro mundo. “De ciudad en ciudad y de pueblo en
pueblo”. Que así sea.
Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF (luismanuel@claretianos.es)
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La mujer
Hoy Jesús camina junto con los Doce predicando, y va
acompañado de algunas mujeres. Si bien hay una diferencia entre el discipulado
de los Doce y el de las mujeres, los Evangelios dejan claro que
"muchas" mujeres formaban parte de la comunidad restringida de creyentes,
y que su "acompañar a Jesús en la fe" era esencial para pertenecer a
esa comunidad. Eso se demostraría luego claramente al pie de la Cruz y en el
contexto de la resurrección.
Frente a la costumbre judía de la época, que consideraba a
las mujeres seres de segundo rango, Cristo inicia una especie de emancipación
de la mujer. La feminidad realiza lo humano tanto como la masculinidad, pero
con una modulación diversa: precisamente, las mujeres tienen una especial
sensibilidad para captar lo nuevo, lo distinto, lo grande, lo misterioso que
aparece en Jesucristo. Él las admite de manera especial en su compañía y, así,
emerge el "carisma de las mujeres".
María, eres bendita entre todas las mujeres y Madre de la
Iglesia.
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Benedicto XVI, papa 2005-2013 Audiencia general del 14•02•07
«Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres»
Sabemos que entre
sus discípulos, Jesús escogió a doce para ser los padres del nuevo Israel, y
los escogió para que «estuvieran con él y enviarlos a predicar». Este hecho es
evidente, pero, además de los Doce, columnas de la Iglesia, padres del nuevo
Pueblo de Dios, escogió también a muchas mujeres para que fueran del número de
sus discípulos. No puedo hacer más que evocar brevemente las que se encuentran
en el camino del mismo Jesús, desde la profetisa Ana hasta la Samaritana, la
Sirofenicia, la mujer que sufría pérdidas de sangre y a la pecadora perdonada.
No insistiré sobre los personajes que entran en algunas parábolas vivientes,
por ejemplo la del ama de casa que cuece el pan, la que limpia la casa porque
pierde la moneda de plata, la de la viuda que importuna al juez. En nuestra
reflexión de hoy son más significativas estas mujeres que han jugado un papel
activo en el conjunto de la misión de Jesús.
Naturalmente, en
primer lugar se piensa en la Virgen María, que por su fe y su colaboración
maternal coopera de manera única a la redención hasta el punto que Elisabet
pudo proclamarla «bendita entre todas las mujeres», añadiendo: «Dichosa la que
ha creído». Hecha discípula de su Hijo, María manifiesta en Caná su absoluta fe
en él, y lo siguió hasta la cruz donde recibió de él una misión maternal para
con todos los discípulos de todos los tiempos, representados allí por Juan.
Detrás de María
vienen muchas mujeres, las cuales, a títulos diversos, han ejercido alrededor
de la persona de Jesús funciones de diversa responsabilidad. Son ejemplo
elocuente de ello las que seguían a Jesús asistiéndole con sus recursos y de
las que Lucas nos transmite algunos nombres: María de Magdala, Juana, Susana, y
«otras muchas». Seguidamente los Evangelios nos informan que las mujeres, a
diferencia de los Doce, no abandonaron a Jesús a la hora de la Pasión. Entre
ellas destaca, de manera particular, María de Magdala, la cual, no tan sólo
asistió a la Pasión, sino que fue la primera en recibir el testimonio del
Resucitado y a anunciarle. Es precisamente a ella a quien santo Tomás de Aquino
reserva el calificativo único de «apóstol de los apóstoles», y añadiendo este
bello comentario: «Así como una mujer anunció al primer hombre palabras de
muerte, así también una mujer anunció a los apóstoles palabras de vida».
(Referencias
bíblicas: Mc 3,14-15; Lc 2, 36-38; Jn 4, 1-39; Mt 7, 24-30; Mt 9, 20-22) Lc 7,
36-50; Mt 13, 33; Lc 15, 8-10; Lc 18, 1-18; Lc 1, 42; Lc 1, 45; Jn 2, 25; Jn
19, 25-27; Lc 8, 2-3; Mt 27, 56.61; Mc 15, 40; Jn 20, 1. 11-18).
Fuentes:
http://evangeliodeldia.org/
http://www.ciudadredonda.org/