El día 26 de enero celebramos el aniversario de la muerte del Padre Segundo Llorente, misionero jesuita que pasó 40 años en Alaska, evangelizando a los esquimales.
Este sacerdote jesuita y ante todo misionero en Akulurak (Alaska) en pleno Círculo Polar Ártico, nació el 18 de Noviembre de 1906 en Mansilla Mayor (León, España) Murió el 26 de Enero de 1989 en Spokane (estado de Washington, USA). Fue enterrado el 30 de Enero en Desmet (estado de Idaho, USA)
A los 17 años decidió ser sacerdote. A los 19, ser misionero. Buscó en el mapa el lugar más recóndito, difícil en todo el mundo, y obtuvo permiso para ir a Alaska. Cerca de 40 años entre los eskimales, al uno y otro lado del Río Yukón, recorrió kms. y kms. Estuvo largas temporadas en Akurulak, Bethel, Kotzebué y Alakanuk, pero sus crónicas más famosas son las que se conocen con ese mismo nombre recogidas en un libro llamado "Crónicas Akulurakeñas".
Visitó España una vez en 1963 con el fin (único propósito) de suscitar vocaciones.
Escribió 12 libros sobre Alaska a lo largo de su vida, todos en español. Hablaba inglés perfectamente, lo había estudiado en Kansas ( 4 años, durante los estudios de teología), y llegó a hablar (él decía "chapurrear") el eskimal.
Envió miles de crónicas, invitando con su profunda y habitual alegría, a la vocación sacerdotal y a misionar, y cartas y artículos describiendo la vida y anécdotas esquimales, que pronto se iban publicando en una revista de Misiones, principalmente en la ya extinguida "El Siglo de las Misiones". Dichos artículos seleccionados y recopilados dieron lugar más tarde a varios libros, tales como:
"En el País de los eternos hielos" "Memoirs of a Yukon Priest"
"En las costas del mar de Bering" "Crónicas Akulurakeñas"
"Trineos Eskimales" "Aventuras del Círculo Polar"
Pero el libro por excelencia, donde se agrupa con pleno acierto una selección antológica de todos los libros citados, es: "40 años en el Círculo Polar", recopilado por su propio hermano Amando, también sacerdote jesuíta, y por D. José A. Mestre. El libro lleva el prólogo y el epílogo del P. Amando, que son ya un disfrute del perfil de este "Hércules de Dios y de las Misiones", que no quiso negarle nada a Dios y que estaba felicísimo de ser sacerdote, como cita varias veces en sus escritos, concretamente en el siguiente párrafo del libro antes citado:" Ni la Stma. Virgen ni los Ángeles pueden hacer lo que hace diariamente un sacerdote. Cristo pudo haber arreglado las cosas de otro modo; pero de hecho escogió la intervención del sacerdote, de quien se reviste él mismo, para obrar la salvación de la humanidad. Entre las promesas a los devotos de su sagrado Corazón no podía faltar una especialísina para sus sacerdotes a quienes promete la gracia de ablandar los corazones más endurecidos." Fuente