Con la imposición de las cenizas, se inicia una estación espiritual
particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse
dignamente para la vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión,
Muerte y Resurrección del Señor Jesús.
Tradición: En la Iglesia primitiva, variaba la duración de la Cuaresma, pero eventualmente comenzaba seis semanas (42 días) antes de la Pascua. Esto sólo daba por resultado 36 días de ayuno (ya que se excluyen los domingos). En el siglo VII se agregaron cuatro días antes del primer domingo de Cuaresma estableciendo los cuarenta días de ayuno, para imitar el ayuno de Cristo en el desierto.
Tradición: En la Iglesia primitiva, variaba la duración de la Cuaresma, pero eventualmente comenzaba seis semanas (42 días) antes de la Pascua. Esto sólo daba por resultado 36 días de ayuno (ya que se excluyen los domingos). En el siglo VII se agregaron cuatro días antes del primer domingo de Cuaresma estableciendo los cuarenta días de ayuno, para imitar el ayuno de Cristo en el desierto.
Era práctica común en Roma que los penitentes comenzaran su penitencia
pública el primer día de Cuaresma. Ellos eran salpicados de cenizas,
vestidos en sayal y obligados a mantenerse lejos hasta que se
reconciliaran con la Iglesia el Jueves Santo o el Jueves antes de la
Pascua. Cuando estas prácticas cayeron en desuso (del siglo VIII al X),
el inicio de la temporada penitencial de la Cuaresma fué simbolizada
colocando ceniza en las cabezas de toda la congregación.
Hoy en día en la Iglesia, el Miércoles de Ceniza, el cristiano recibe
una cruz en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las palmas
usadas en el Domingo de Ramos previo. Esta tradición de la Iglesia ha
quedado como un simple servicio en algunas Iglesias protestantes como la
anglicana y la luterana. La Iglesia Ortodoxa comienza la cuaresma desde
el lunes anterior y no celebra el Miércoles de Ceniza.
Significado simbólico de la Ceniza: La ceniza, del latín "cinis", es producto de la combustión de algo por
el fuego. Muy fácilmente adquirió un sentido simbólico de muerte,
caducidad, y en sentido trasladado, de humildad y penitencia. En Jonás
3,6 sirve, por ejemplo, para describir la conversión de los habitantes
de Nínive. Muchas veces se une al "polvo" de la tierra: "en verdad soy
polvo y ceniza", dice Abraham en Gén. 18,27. El Miércoles de Ceniza, el
anterior al primer domingo de Cuaresma (muchos lo entenderán mejor
diciendo que es le que sigue al carnaval), realizamos el gesto simbólico
de la imposición de ceniza en la frente (fruto de la cremación de las
palmas del año pasado). Se hace como respuesta a la Palabra de Dios que
nos invita a la conversión, como inicio y puerta del ayuno cuaresmal y
de la marcha de preparación a la Pascua. La Cuaresma empieza con ceniza y
termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe
quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la
novedad de la vida pascual de Cristo.
Mientras el ministro impone la ceniza dice estas dos expresiones,
alternativamente: "Arrepiéntete y cree en el Evangelio" (Cf Mc1,15) y
"Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver" (Cf Gén 3,19): un
signo y unas palabras que expresan muy bien nuestra caducidad, nuestra
conversión y aceptación del Evangelio, o sea, la novedad de vida que
Cristo cada año quiere comunicarnos en la Pascua. Fuente: aciprensa (artículo completo) / Otras fuentes sugeridas: http://webcatolicodejavier.org/ceniza.html y http://blogs.periodistadigital.com/pedro-langa.php/2017/02/26/miercoles-de-ceniza-202