Jesús crecía. Yo hubiera querido detener los días y el tiempo. Trabajaba, oraba, pensaba... Se preparaba así para la más grande misión. Mi hijo, ¡el primer misionero! Sed también vosotros misioneros. No tenéis necesidad de ir lejos: Él os enviará a aquellos que debéis ayudar: ¡vosotros abridles a ellos vuestra alma!
Mi vida en Nazareth. Giuliana Buttini