Tú eres nuestro Consuelo, don de Dios
Altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete
dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios los
tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones; y, con tu perpetuo auxilio, fortalece
nuestra débil carne.
Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto
la paz, sé Tú mismo nuestro guía, y bajo tu dirección, evitaremos todo lo malo.
Que por Ti
conozcamos al Padre, y también al Hijo; y que en Ti creamos en todo tiempo.
A partir de una plegaria de Rabanus Maurus,
S IX. Publicando en Rezando Voy.