CLARA, NO RECES POR MÍ, ESTOY CONDENADA. Si te doy este aviso – es más,
voy a hablarte largamente sobre esto – no creas que lo hago por amistad.
Quienes estamos aquí ya no amamos a nadie. Lo hago como obligada. Es
parte de la obra “de esa potencia que siempre quiere el mal y realiza el
bien”. En realidad, me gustaría verte aquí, adonde llegué para siempre.
No te extrañes de mis intenciones. Aquí, todos pensamos así. Nuestra
voluntad está petrificada en el mal, es decir, en aquello que ustedes
consideran “mal”. Aún cuando pueda hacer algo “bien” (como yo lo hago
ahora, abriéndote los ojos ante el infierno), no lo hago con recta
intención...