Han pasado doce años pero recuerdo perfectamente la escena. La señora
Teresa, madre y abuela, hoy casi centenaria, entró en la sacristía. Sus
hijos desempeñaban cargos muy relevantes en varias de las mayores
empresas y bancos del país: “Rece mucho por ellos, padre -me dijo- es
muy difícil ser banquero y justo a la vez”.
Como vemos en el Evangelio, Jesús lo dijo con otras palabras, pero sobre todos nosotros gravita una amenaza que quizá es sobre todo una constatación: ¡qué difícil es acoger el Reino, gozarlo, si hemos llenado nuestra vida de otras muchas cosas, especialmente del dinero y de su deseo! Hemos de preguntarnos sin cesar si no hemos vendido el corazón a otros ídolos.
Pero en estos tiempos en los que la pobreza y la injusticia siguen campando a sus anchas por muchas partes del mundo mientras en otras nadamos en lo que hemos llamado ‘la crisis’, hay que elogiar en voz alta a quienes se han arriesgado a crear empresas, mantienen con valentía puestos de trabajo, han renunciado a parte de su bienestar para compartir con otros, pelean por el bien común e intentan desempeñar su trabajo honestamente (¡incluso en la banca!). Hay un discurso panfletario que demoniza inmediatamente palabras como ‘empresario’, ‘dueño’, ‘banquero’ y no refrenda muchas veces su aparente profecía con una vida evangélicamente más coherente.
Palpémonos todos la ropa antes de levantar el dedo contra el prójimo. Confrontémonos con la Palabra de Dios y con su Espíritu; Él nos inspirará qué hemos de hacer. CR Comentario al Evangelio de hoy. Fuente
Como vemos en el Evangelio, Jesús lo dijo con otras palabras, pero sobre todos nosotros gravita una amenaza que quizá es sobre todo una constatación: ¡qué difícil es acoger el Reino, gozarlo, si hemos llenado nuestra vida de otras muchas cosas, especialmente del dinero y de su deseo! Hemos de preguntarnos sin cesar si no hemos vendido el corazón a otros ídolos.
Pero en estos tiempos en los que la pobreza y la injusticia siguen campando a sus anchas por muchas partes del mundo mientras en otras nadamos en lo que hemos llamado ‘la crisis’, hay que elogiar en voz alta a quienes se han arriesgado a crear empresas, mantienen con valentía puestos de trabajo, han renunciado a parte de su bienestar para compartir con otros, pelean por el bien común e intentan desempeñar su trabajo honestamente (¡incluso en la banca!). Hay un discurso panfletario que demoniza inmediatamente palabras como ‘empresario’, ‘dueño’, ‘banquero’ y no refrenda muchas veces su aparente profecía con una vida evangélicamente más coherente.
Palpémonos todos la ropa antes de levantar el dedo contra el prójimo. Confrontémonos con la Palabra de Dios y con su Espíritu; Él nos inspirará qué hemos de hacer. CR Comentario al Evangelio de hoy. Fuente