«Sólo el amor crea».
Nació cerca de Lodz (Polonia) en 1894. Ingresó en los Franciscanos Conventuales, estudió en Roma y allí recibió la ordenación sacerdotal. Pronto, encendido en el amor a la Madre de Dios, fundó la asociación «Milicia de la Inmaculada» que propagó con entusiasmo con varias publicaciones y a cuyo servicio fundó la «Ciudad de la Inmaculada». En 1930 marchó como misionero a Japón, donde se esforzó por extender la fe cristiana bajo el patrocinio de la misma Virgen Inmaculada. Vuelto a Polonia en 1936, intensificó la publicación y difusión de revistas marianas. Desencadenada la II Guerra Mundial, fue detenido por los nazis e internado en el campo de concentración de Oswiecim o Auschwitz (Cracovia, Polonia), donde lo destinaron a un trabajo tan penoso como el de trasportar cadáveres al crematorio. Y allí murió el 14 de agosto de 1941, tras haberse ofrecido voluntariamente a sustituir a un padre de familia condenado a la muerte por hambre. Juan Pablo II lo canonizó en 1982 y decretó que se le venerase también como mártir.
Algunas de sus invocaciones:
«Reina en mí, oh Dios mío, y permíteme difundir en todos tu Reino a través de la Inmaculada».
«Oh María, concebida sin pecado, ora por nosotros, los que recurrimos a ti, y por cuantos no lo hacen; en particular, por los enemigos de la santa Iglesia y por aquellos que te han sido encomendados».
«¡Gloria a la Inmaculada por todo!»
«¡Oh Inmaculada, soy tuyo!»
«Virgen Inmaculada, Madre mía, María, te renuevo, hoy y para siempre, la consagración de toda mi persona, a fin de que dispongas de mí para el bien de las almas. Sólo te pido, oh Reina mía y Madre de la Iglesia, cooperar fielmente en tu misión para la venida de Jesús al mundo. Te ofrezco, por tanto, oh Corazón Inmaculado de María, las oraciones, las acciones y los sacrificios de este día» (Consagración cotidiana a María de la Milicia de la Inmaculada).
Algunos dichos de san Maximiliano María Kolbe
«Lo primero que tenemos que hacer es trabajar en nuestro propio perfeccionamiento».
«La humildad es lo más difícil de conquistar en el trabajo por nuestra propia santificación».
«La oración es una condición indispensable para la regeneración y para la vida de toda alma».
«Todo lo puedo en Aquel que me da fuerza a través de la Inmaculada».
«Sin un espíritu de penitencia y de renuncia de nosotros mismos no se puede ser amor».
«Sin amor, no puede haber virtud alguna; con amor, todas».
«Busca sólo la gloria de Dios, con serenidad».
«El amor mutuo es lo principal».
«Trabaja, a través de la Inmaculada, por la salvación de las almas».
Reflexiones:
En todos los continentes, o casi, es conocida y notoria la figura de san Maximiliano María Kolbe. Y quien ha recibido el don de acercarse a él, queda profundamente conquistado por el santo. Porque se quedará tan presente en su propia vida, que sentirá la necesidad de invocarlo, imitarlo y enamorarse de su poliédrica figura de hombre, sacerdote, religioso, apóstol y mártir.
«Sólo el amor crea», había repetido miles y miles de veces el padre Kolbe durante su vida. «Sólo el amor crea», cantaban las obras que iba ideando y concretando una tras otra, a fin de llevar la vida de la verdad a cada hombre con la imprenta; para llevar las ondas de la vida a cada casa por medio de la radio; para dar un signo de la vida eterna a través de las esculturas y las pinturas dé los hermanos. Y en sus largos viajes no perdía la ocasión de acercarse al ateo, al masón, al judío, al incrédulo, al cristiano adormecido en su fe, para que el nuevo destello de la vida iluminara el camino que lleva a la salvación.
«Sólo el amor crea», ha ido repitiendo el papa «venido de lejos », cada vez que se detiene a hablar de este hombre: el hombre de nuestro tiempo, el hombre de la magna y profunda herencia. La herencia espiritual de san Maximiliano María Kolbe no tiene límites. La consagración total a la Inmaculada con propósitos apostólicos, que él vivía y promovía, es y debe ser una verdadera espiritualidad. Indudablemente, es una herencia muy comprometedora, porque se trata de imitar a aquel que nos la ha dejado. A saber: se trata no de tener «algo» de él (posibles reliquias, algún autógrafo, su biografía, etc.), sino de poseer su espíritu, porque de los santos queda sobre todo lo que han hecho, actuando según la voluntad de Dios. Recoger su herencia significa permitir a Dios que obre en nosotros como obró en ellos. Como obró en san Maximiliano María Kolbe y en muchos de sus seguidores.
Oración : Oh Dios, que al mártir san Maximiliano María Kolbe, apóstol de la Inmaculada, le llenaste de celo por las almas y de amor al prójimo; concédenos, por su intercesión, trabajar generosamente por tu gloria en el servicio de los hombres y tener el valor de asemejarnos a tu Hijo, incluso hasta en la muerte. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Fuente: santaclaradeestella.es / Imagen: ACIPrensa