Ven, Espíritu Santo, por tu don de Fortaleza, fortalécenos con tu gracia contra los enemigos de nuestra alma, para que podamos obtener la corona de la victoria.

 

Don de Fortaleza

Lo que no es

Cabe que pongamos nuestra esperanza en nuestras fuerzas, con riesgo de caer en un nuevo pelagianismo, que denuncia el Papa: "Ya no era la inteligencia lo que ocupaba el lugar del misterio y de la gracia, sino la voluntad. Se olvidaba que "todo depende no del querer o del correr, sino de la misericordia de Dios" (Rm 9,16) y que "Él nos amó primero" (1 Jn 4,19)" (Gaudete et Exsultate 48).

Lo que es

El don de Fortaleza sostiene la virtud de la Fortaleza. En la situación actual, en la que vivimos acosados por dificultades internas y externas, se hace imperiosa la súplica a quien está dispuesto a acompañarnos con los dones necesarios para serle fieles. "Cuando soy débil, entonces soy fuerte" (2Co 12, 10)

Santa Teresa de Jesús: "No haya ningún cobarde, aventuremos la vida, pues no hay quien mejor la guarde que el que la da por perdida"(Poesías 29).

Los Papas

"El don de la fortaleza es un impulso sobrenatural que da vigor al alma, no sólo en momentos dramáticos como el del martirio, sino también en las habituales condiciones de dificultad" (Juan Pablo II).

"El don de fortaleza, para vencer las tentaciones del mal y hacer siempre el bien, incluso cuando cuesta sacrificio" (Benedito XVI).

"Con el don de fortaleza, en cambio, el Espíritu Santo libera el terreno de nuestro corazón, lo libera de la tibieza, de las incertidumbres y de todos los temores que pueden frenarlo, de modo que la Palabra del Señor se ponga en práctica, de manera auténtica y gozosa" (Francisco).

Petición

Espíritu Santo, ven, haznos firmes y humildes; resistentes y pacíficos en medio de toda adversidad. Tú eres capaz de hacernos fieles y recios anunciadores del Evangelio. Defensor de los débiles, de los pequeños y de los humildes, en nuestra debilidad, ¡sé Tú nuestra fortaleza!

Regalo del Don: "Por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros" (Mt 10, 18-20). Fuente