Del 4 al 6 de julio de
2025, el Santuario de Covadonga acogerá la segunda edición de la Jornada
Eucarística Mariana Juvenil (JEMJ), una iniciativa de nueva
evangelización dirigida a jóvenes a partir de 14 años. En este año
jubilar, la JEMJ ofrecerá actividades de adoración, formación, música y
testimonio. Se contará con una reliquia del Beato Carlo Acutis, quien
próximamente será canonizado.
La JEMJ 2025 se celebrará en el marco
del Jubileo de la Esperanza convocado por la Iglesia católica y que ha
designado el Santuario de Covadonga (Asturias, España) como uno de los
templos jubilares. Este evento está especialmente orientado a los
jóvenes, a quienes se les ofrece la posibilidad de vivir una experiencia
de encuentro con Jesucristo en la Eucaristía, acompañados por la Virgen
María.
Una de las novedades más destacadas de esta edición es la llegada de
la reliquia del corazón del beato Carlo Acutis, que será presentada en
la ceremonia inaugural el viernes 4 de julio. Esta reliquia, custodiada
por Fray Marco Gaballo y perteneciente al obispo de Asís, será venerada
por los participantes como signo del lema de este año: «Os daré un
corazón nuevo». La presencia de Carlo Acutis se verá reforzada con una
charla sobre su legado eucarístico, impartida por el propio custodio de
la reliquia, quien también advertirá sobre la proliferación de reliquias
falsas.
La programación incluye la representación del musical «¡Una monja
famosa!» sobre la vida de la Hna. Clare Crockett, que tendrá lugar la
noche del viernes. A través de esta obra, los jóvenes conocerán la
historia de conversión y entrega total de una joven que pasó de aspirar a
la fama en Hollywood a morir como misionera en Ecuador. El espectáculo
será dirigido por el equipo de Catholic Stuff, conocido por su labor
evangelizadora en redes.
El sábado por la mañana se desarrollarán seis talleres simultáneos
centrados en la Eucaristía, abordando temáticas como ciencia y milagros,
cine y evangelización, martirio, discernimiento espiritual y promesas
del Corazón de Jesús. Estos talleres permitirán una participación activa
de los jóvenes en un ambiente de diálogo y cercanía con expertos.
La primera edición de la JEMJ en 2024 dejó importantes frutos
vocacionales y de conversión personal, como testimonian Ilda Fagundez,
Mateo Gratacós y Deborah Sajous, entre otros. Ilda pasó de no practicar
su fe a comulgar diariamente y hoy regresa como voluntaria. Mateo inició
su discernimiento religioso tras experimentar la fuerza de la fe
juvenil. Deborah, por su parte, ingresó en un monasterio de Carmelitas
Descalzas tras recibir claridad en su vocación durante la JEMJ.
Los organizadores esperan que esta segunda edición reafirme aún más
la utilidad de la JEMJ como instrumento de evangelización juvenil en un
entorno natural y mariano.
Entrevista a Mons. D. Jesús Sanz Montes
Mons. D. Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo, fue el hombre
providencial que permitió que el proyecto de la JEMJ pudiera hacerse
realidad. Participó junto a los jóvenes de la JEMJ del año pasado, que
le vieron como un padre que acogía con ternura y que guiaba con la
autoridad que Cristo le ha dado, dando rostro a una Iglesia preocupada
por la evangelización de la juventud. A pocos días de comenzar la JEMJ
del 2025, Nacho Leal, presentador de la JEMJ 2025, le entrevistó para el
Canal YouTube «En Marcha JEMJ».
D. Jesús, ¿cuál fue su impresión de la primera JEMJ en Covadonga?
La impresión fue la de sentir la frescura de una Iglesia que, como
decía el Papa Benedicto XVI, en su primera homilía, en el inicio de su
pontificado, «está viva y es joven». Lo palpabas allí, en medio de esos
casi dos mil jóvenes que estuvieron hace un año visitando Covadonga, en
ese lugar tan emblemático y especial como es el sitio de la Santina,
Nuestra Madre de Covadonga. Es la constatación de una juventud que quita
años de vejez, no de ancianidad, que la ancianidad es sabia siempre,
pero sí quita años de vejez a una Iglesia que está viva. Lo veía en
tantos momentos, en la manera con la que se rezaba, en cómo se convivía,
cómo se ayudaban unos a otros y cómo se estaba atento a lo que Dios
pudiera regalarles.
¿Tiene alguna anécdota que recuerda con especial cariño?
Cuando organizas cosas con jóvenes, incluso desde una perspectiva
eclesial y cristiana, a veces se plantea un desenfado sano, pero
desenfado que corre el riesgo de terminar en superficialidad. Por eso, a
mí me conmovía ver a ese plantel de jóvenes de rodillas, ante la
presencia de Jesús en la Eucaristía. Ver allí a casi dos mil jóvenes
arrodillados ante Jesús, en silencio, durante un rato largo de
adoración, es algo que te conmueve, porque lamentablemente no es un
escenario al que estamos tan habituados. Y los veías allí, toda la
explanada, o toda la basílica, o encontrabas los accesos a la Santa
Cueva –donde está la imagen de la Santina– llenos de jóvenes que sabían guardar silencio.
No que sabían estar mudos, sino que guardaban silencio. Porque el mudo
es el que no habla, el que guarda silencio es quien quiere escuchar. Y
tú veías, palpabas, que esa juventud silenciosa, que no muda, estaba
atenta a lo que Dios pudiera indicar, a lo que pudiera decir en el
corazón o a través de su Palabra. A mí es una imagen que me tocó mucho
el corazón y que tanto agradecí, porque era una imagen de profunda
belleza de lo que Dios puede hacer a cualquier edad.
Hablando así de los jóvenes, usted sabe que vamos a
poder contar con la reliquia del corazón de Carlos Acutis. ¿Qué espera
del encuentro entre este joven santo italiano y los jóvenes
participantes de la JEMJ?
Carlo Acutis era un joven de la edad que tienen los que van a
participar en esta segunda Jornada Eucarística Mariana Juvenil. Era
joven y tenía una especial devoción a la Eucaristía y a la Santísima
Virgen. Tenía una gran facilidad para el tema de la informática, lo cual
fue cauce para poder comunicar a su generación el amor por Jesucristo
en la Santa Eucaristía, el amor por la Madre de Dios. La reliquia del
corazón de Carlo Acutis será un reclamo, una remembranza, que se puede
ser santo sin dejar de ser joven, un llamamiento para ser santos mirando
a María y mirando a Jesús resucitado en la Eucaristía.
Usted estará de nuevo presente en la JEMJ de este
año y presidirá la Misa de clausura. No pretendemos que destripe su
homilía, pero ¿qué le va a decir a los jóvenes?
Mi deseo es no eclipsar, pero tampoco enmudecer lo que Dios quiera
hacer a través de mi ministerio, de mi pobre palabra, de mi humilde
presencia. Espero que Dios pueda comunicar algo a los jóvenes que les
ayude a crecer como creyentes, como cristianos, como jóvenes santos. Yo,
estando, celebrando y viviendo esta gracia de la JEMJ, también recibo
ese regalo. Y, cuando me toque hablar, lo que quiero es ser un portavoz
de las palabras de Dios y un portador de su divina gracia. Quiero ser
transmisor y buen cauce de este regalo del Señor, siendo instrumento de
lo que Dios quiera decir o hacer a través de mi pobreza.
Finalmente, ¿qué consejo tiene para los jóvenes que estaremos en Covadonga del 4 al 6 de julio de 2025?
En primer lugar, estar atentos al lugar. Covadonga es un enclave
natural de enorme belleza natural que tiene por doquier la firma del
Creador, del Señor que nos lo ha regalado. Pero Covadonga es también una
cita con la historia, porque allí nace un pueblo cristiano que quiere
reconquistar lo que vale la pena, y se hace rebelde, sanamente rebelde
ante aquello que nos secuestra. Y además, Covadonga es un corazón
espiritual, no solamente para los cristianos asturianos, sino para todo
el mundo, porque por Covadonga anualmente pasan casi dos millones de
peregrinos.
Esta es la clave: ir a Covadonga como peregrino. A Covadonga, como a
tantos otros sitios se puede ir como turista, es decir, con curiosidad,
donde tú simplemente te asomas, te admiras, haces cuatro fotos y te vas.
El turista, normalmente, no se deja sorprender porque lo tiene todo
previsto anticipadamente. El peregrino es el que se deja sorprender,
porque está abierto ante este Dios que nunca aburre. Sorprendernos por
lo que Dios nos diga en el corazón, en una celebración litúrgica, en un
canto, en cualquier momento de la convivencia con tantos jóvenes
cristianos. Ese es el peregrino: el que se deja sorprender por un Dios
que nunca nos aburre y que, aunque nos diga lo mismo, jamás se repite.
Sonaron con aire de fiesta esperada largamente. Pero ¿por quién doblan las campanas? No estamos ante la novela lejana de 1940 de Ernest Hemingway con su relato trágico en la sierra del Guadarrama durante la guerra civil. El escenario es otro y otro también el motivo. Tantas iglesias de la capital asturiana echaron al vuelo sus tañidos más gozosos desde sus campanarios para unirse a la euforia deportiva de la ciudad por un triunfo futbolero. Extensamente esperado, finalmente llegó el ascenso a la categoría “premium” de la Primera División en la liga del fútbol español, que es, sin duda, una de las mejores competiciones del mundo. Así el Real Oviedo está de fiesta merecida tras 24 años de andadura en las bajuras de otras divisiones durante demasiado tiempo. Al día siguiente, tras muchas horas de algazara y alirón, bien reflejaba el ambiente las palabras con las que nuestro Clarín comenzaba tan bellamente otra novela, La Regenta: «La heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte».
Otros equipos asturianos miran comedidos el triunfo carbayón. De veras deseamos que puedan competir y lograr también su merecido ascenso los amigos gijoneses con su Real Sporting en Primera División. Sería una alegría grande ver a estos dos equipos hermanos astures haciendo su mejor fútbol en la misma tabla deportiva. Que sea el año que viene, como desea la afición. Mientras tanto, los ovetenses se relamen de alegría con toda una ciudad revestida de azul que ha empezado a soñar las gestas de antaño cuando le llega esta buena noticia precisamente a las puertas del año centenario de su fundación 1926-2026. Ya está pedida la audiencia con el Papa León, y acompañaré con gusto al Real Oviedo para recibir la bendición de este Papa deportista.
Precisamente hace unos días el Santo Padre se dirigía al mundo del deporte con estas importantes palabras: «con alegría dirijo mi saludo a todos vosotros, deportistas de diversas las edades y procedencias. Os exhorto a vivir la actividad deportiva, incluso a nivel competitivo, siempre con espíritu de gratuidad, con espíritu “lúdico” en el sentido noble de este término, porque en el juego y en la sana diversión el ser humano se asemeja a su Creador. Quiero subrayar que el deporte es un camino para construir la paz, porque es una escuela de respeto y lealtad, que hace crecer la cultura del encuentro y la fraternidad. Hermanas y hermanos, os animo a practicar este estilo de manera consciente, oponiéndose a toda forma de violencia y opresión. ¡El mundo actual lo necesita tanto!».
Hermosas palabras que bien traducen los valores humanos y cristianos que albergan los deportes diversos cuando se practican en esa clave que apuntaba el Papa León. El deporte tiene muchos valores. En primer lugar, toda actividad deportiva supone el esfuerzo de quien se prepara a conciencia incluso renunciando a tantas cosas por el noble motivo de estar en forma física y anímicamente. Pero también se cultiva una sana competición que no se traduce en adversidad que pretende ganar al contrario destruyendo su dignidad y su legítima aspiración, porque hay muchas maneras de competir y cuando se excluye cualquier forma de violencia, entonces emerge ese valor que llamamos deportividad. Y también en el ejercicio del deporte se da la fraterna camaradería de saber jugar sin abuso narcisista y sin anónima inhibición, sino sabiendo cuál es tu puesto y tu función dentro de un equipo del que formas parte de modo complementario.
Hace unos días una representación del Real Oviedo ha ido a Covadonga para ofrecer a la Virgen el ascenso a Primera División. Es un gesto precioso. La Santina sabe vestir las camisetas de todos sus hijos porque con todos comparte su anhelo y su ilusión. Fuente: Por quién doblan las campanas - Arzobispado OviedoPublicado el 29/06/2025. Foto RTPA: Diego Cervero y Esteban. Los actos de celebración del ascenso finalizan con la ofrenda del logro a la Santina.
El protagonista de la obraMurder in the Cathedralde T.S. Eliot es Tomás Becket, un arzobispo que, a simple vista, parece un santo. Es honesto en extremo, generoso sin medida y defensor de la fe, y muere como mártir. Sin embargo, antes de su martirio, se da cuenta de que tal vez no está distinguiendo bien entre tentación y gracia.
¿En qué consiste esa tentación que puede parecer gracia?
La esencia es esta: podemos hacer muchas cosas buenas con motivos equivocados. Y esa confusión puede ser muy sutil, sobre todo para quienes sentimos que servimos a algo más grande, porque es fácil que la causa que defendemos termine sirviendo a nuestros propios intereses.
¿Cómo puede ocurrir esto? ¿Cómo hacemos el bien por las razones equivocadas?
Pongamos un ejemplo: yo puedo dedicarme a ayudar a los demás y cumplir lo que Dios quiere en la tierra. Puedo ser tan generoso que incluso estaría dispuesto a dar la vida si fuera necesario. Pero, ¿qué pasa si, en realidad, hago todo esto principalmente porque me hace quedar bien ante los demás, me hace sentir justo, me gana respeto, me vale halagos y, al final, me deja un buen nombre?
Estas preguntas nos llevan a diferenciar entre tentación y gracia. Puedo estar haciendo cosas buenas que, en apariencia, ayudan a la causa de Dios, pero si lo hago para sentirme bien conmigo mismo, estoy sirviendo mis propios intereses más que a la causa. Estoy usando la causa para servir mis deseos.
El jesuitaMichael J. Buckley, uno de mis grandes referentes espirituales, nos anima a hacernos un examen de conciencia muy honesto: ¿me muevo para servir a Dios y a los demás o para sentirme bien, ganar prestigio y un buen nombre?
En su libro ¿Qué buscas? Las preguntas de Jesús como desafío y promesa, Buckley señala:
“De mil maneras, quien cree servir a una causa mayor puede terminar sirviendo sus propios intereses. Esto es muy sutil. A veces, un pequeño matiz en cómo empezamos una acción puede provocar un giro profundo que, sin darnos cuenta, mezcla el valor de la obra con el deseo de recibir reconocimiento. Así, el celo por la causa puede encubrir una ambición personal; al principio, parecen igual de nobles, pero no lo son.”
Como sacerdote con más de cincuenta años de ministerio, entiendo lo difícil que es mirar atrás y distinguir cuánto realmente serví a Dios y cuánto busqué mi propia fama. ¿Quién salió ganando de verdad: Dios y la Iglesia, o yo con mi buena reputación?
Claro que explorar las motivaciones es complicado y, en esta vida, rara vez somos totalmente puros. Todos tenemos motivos mezclados: algunos realmente buscan el bien de los demás, y otros tienen que ver con nuestra propia satisfacción. Y, como dice Buckley, al inicio pueden parecer iguales. Además, Jesús mismo enseña que, a veces, más que nuestras razones, importa hacer lo correcto.
Por ejemplo, en Mateo 7, 21, Jesús dice que no son quienes gritan “Señor, Señor” los que entrarán en el reino de los cielos, sino quienes hacen la voluntad del Padre. Y en la parábola de Mateo 25, donde se nos juzga por cómo tratamos a los pobres (“Todo lo que hicisteis a uno de estos más pequeños, a mí me lo hicisteis”), vemos que ni los buenos ni los malos sabían exactamente a quién estaban ayudando. Fueron juzgados sólo por sus acciones, no por sus intenciones.
Entonces, ¿podemos hacer lo correcto por motivos equivocados? Y si no somos totalmente desinteresados (si buscamos aprobación, respeto o sentirnos bien), ¿desvirtúa eso el bien que hacemos? ¿Se contradice el deseo de respeto o un buen nombre con el altruismo? ¿Puede Dios fijarse más en nuestras motivaciones que en lo que hacemos?
Preguntémonos: ¿estoy sirviendo a la causa mayor o la causa me está sirviendo a mí? Es una pregunta clave para reflexionar, porque es fácil no ver nuestra propia hipocresía, aunque también es fácil castigarnos demasiado. Ron RolheiserOMI / Tradujo al Español para CiudadRedonda Bejamín Elcano, cmf /Artículo original en inglés / Imágen Depostitphotos