*" El relato de la pérdida y hallazgo de Jesús en el templo es una escena de vida familiar. El contexto está representado por dos breves descripciones de la vida de Nazaret: el viaje anual a Jerusalén para la Pascua (cf. Dt 16,16) y el retorno a casa de la familia de Jesús, donde él permanece sumiso a sus padres como un hijo cualquiera.
El significado teológico del episodio, sin embargo, es mesiánico y el gesto de Jesús es profético. Jesús afirma conocer bien su misión y anuncia la separación futura de sus padres. Cuando la madre lo encuentra en el templo lo interpela: "Tu padre y yo te buscábamos angustiados " (y. 48); y Jesús responde con convicción: "porqué me buscabais? No sabíais que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?" (v. 49). Al decir "tu padre", María entendía referirse a José; pero cuando Jesús dice "mi Padre " está refiriéndose a Dios. Hay un contraste neto y significativo en esto, porque Jesús trasciende a sus padres.
Jesús reivindica el primado de la pertenencia al Señor y la prioridad de la propia vocación. Sin embargo, inmediatamente después, Jesús regresa a Nazaret y permanece sumiso y obediente a los suyos. La obediencia de los hijos a los padres es un deber y florece donde existe un clima de crecimiento y maduración de la persona, donde se reconoce el primado de Dios y de la propia vocación. Los hijos, pues, no pertenecen a los padres, sino a Dios y a su proyecto vocacional, valores más importantes que la familia misma. Por esto Jesús abandonará su hogar para cumplir la voluntad del Padre, es decir, para ocuparse de las cosas de Dios.