¿Dónde podemos confluir todos los creyentes más allá de las divisiones creadas por la historia, el dogma, la denominación y la religión? ¿Dónde hay un lugar en el que toda gente de corazón sincero pueda encontrar un motivo común y tomar parte en el culto todos juntos?
Ese lugar se encuentra en la búsqueda ecuménica e interreligiosa de espiritualidad, y nuestras escuelas y seminarios de teología necesitan crear este lugar en su visión y estructuras académicas.
¿Qué es la espiritualidad como disciplina académica que se tiene en nuestras escuelas y seminarios de teología? De hecho, ha estado cercana durante largo tiempo, aunque bajo diferentes nombres. En los círculos católicos romanos, antes se trató por partes como teología moral, liturgia, teología ascética, y como literatura mística y devocional. En los círculos protestantes y evangélicos (donde hasta recientemente, la literatura mística y devocional eran tomadas con recelo) hubo cursos sobre discipulado, culto y ética cristiana.
Así pues, ¿qué es la espiritualidad como área de estudio? Aun a riesgo de una enorme simplificación, dejadme proponer una analogía como una manera de entender cómo la espiritualidad se relaciona con la teología y el dogma. La espiritualidad se relaciona con la teología y el dogma de parecida manera a como un real juego de deportes se relaciona con el reglamento de ese deporte.
Por ejemplo, para el juego del béisbol hay un reglamento, codificado inicialmente y luego corregido periódicamente a través de los muchos años en los que el juego se ha practicado. Para practicarlo hoy, uno debe asumir esas reglas. No hay juego fuera de esas reglas. Sin embargo, mientras estas reglas dictan críticamente las líneas en las que el juego se debe llevar a cabo, no son el juego mismo. Solamente dictan cómo se debe jugar y aseguran que se juegue de una manera reglamentaria.
En esencia, ese es el papel crítico de la teología y el dogma. Son el reglamento para la manera como necesitamos discernir la fe y la práctica religiosa mientras vivimos nuestro discipulado, si estamos legitimados para llama. Ron Rolheiser (Trad. Benjamín Elcano, CMF) -