Y vosotros, ¿quién decís que soy?





Domingo XXIV tiempo ordinario



  Quién es para mí Jesús? La pregunta nos viene dirigida directamente. Nosotros somos hoy los discípulos que, habiendo vivido con Jesús, están invitados a pronunciarse sobre él. Puede resultar sencillo repetir una fórmula aprendida en el catecismo o asumir una posición aceptable por la mayoría sin una excesiva implicación personal: Jesús es el Señor, Jesús es un gran hombre, Jesús es el protector de los débiles... Quién es para mí Jesús? Toda respuesta suena vacía si no afecta a mi vida, si no expresa mi compromiso con él. Sí, Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre, el que nos ha revelado el amor del Padre por todos y en particular por los indefensos. Reconocerle y aceptarle como tal, invocarle como Señor, adquiere su significado pleno si, en consecuencia, le sigo en su camino. El amor que Jesús nos da y nos hace conocer es el amor de quien da la vida por los otros y paga cualquier precio con tal de permanecer fiel a ese amor. Jesús es verdaderamente nuestro Señor, si nosotros, dejando de lado nuestros proyectos mezquinos, asumimos el suyo, sin dejarnos condicionar por la mentalidad corriente, absolutamente centrada en el beneficio y en el culto a nosotros mismos.

        Nuestras obras expresan la verdad de nuestra decisión, de nuestra respuesta a la pregunta sobre la identidad de Jesús.

 



Exaltación de la Santa Cruz y en Oviedo del 14 al 21 de septiembre "Perdonanza" o Jubileo de la Santa Cruz

El Jubileo de la Santa Cruz, o Perdonanza, comenzará en la Catedral de Oviedo el día 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Santa Cruz.


El lema elegido para este año es «Señor, enséñanos a orar, mirando a la cruz»” recordando el Año de la Oración propuesto por el Papa para este 2024, como preparación para el gran Jubileo del 2025.
El Santo Sudario se mostrará en los días tradicionales, al finalizar las eucaristías del día 14 y del 21.

Al finalizar la eucaristía del día 21, se procederá al reparto del agua bendita de la hidria. Durante todas las misas jubilares se expondrá sobre el altar la Cruz de los Ángeles (siglo IX)

Las celebraciones tendrán lugar todos los días a las 18.30 h., con la posibilidad de recibir el sacramento de la penitencia desde las 17.30h.

La temática de cada día y los predicadores serán los siguientes:

14  “Padre glorifica a tu hijo”, por D. Jorge Juan Fernández Sangrador

15 “He ahí a tu madre”, por D. José María Hevia Álvarez

16 “Acuérdate de mí…” por P. Roberto Gutiérrez González, O.C.D.

17 “Padre perdónales…” por P. Miguel Ángel Niño de la Fuente, C.M.F.

18 “Dios mío… para esto he sido elegido”, por P. Francisco Panera González, O.P.

19 “Tengo sed…” por P. Teodoro García Estalayo, S.I.

20 “Todo está cumplido”, por P. Rodrigo Sevillano García, C.P.

21 Fiesta de San Mateo, 12 h. por D. Benito Gallego Casado

Para ganar la Perdonanza (Indulgencia plenaria)

 Visita piadosa a la Santa Iglesia Catedral de Oviedo y rezo del Padrenuestro y Credo.
 Confesión sacramental. (Todos los días, a partir de las 17:30 habrá confesores en la Catedral)
 Comunión eucarística.
 Oración por las intenciones del Sumo Pontífice: Padrenuestro y Ave María. Las condiciones 2ª, 3ª y 4ª pueden practicarse varios días antes o después de la visita a la CatedralFuente.

Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz

Para la Iglesia es una fiesta del Señor, en la que celebramos el misterio de la cruz, la obra realizada por Cristo en ella. La imagen predominante es la de Jesús elevado en la cruz, que marca profundamente la vida y espiritualidad de los cristianos. Según la tradición, hoy es el aniversario del hallazgo de la santa Cruz (14 de septiembre del 320, por Santa Elena, madre del emperador Constantino) y de la dedicación de la basílica constantiniana levantada en el mismo lugar de la crucifixión del Señor. Cada año se celebraban en Jerusalén solemnes ceremonias que culminaban con la elevación del sagrado leño para que lo contemplase y adorase la multitud de fieles que se congregaba. En mayo del 614, Cosroas, rey de los persas, saqueó Jerusalén y se llevó la cruz a su país. Pero el emperador Heraclio derrotó a los persas, recuperó la cruz y la entregó solemnemente al patriarca de Jerusalén el 3 de mayo del 630. Esta recuperación llenó de entusiasmo a la Iglesia y particularmente a los latinos, que no tardaron en celebrar la fiesta de la santa Cruz en esta última fecha.- Oración: Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu Hijo, muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio, alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

El primer signo que la Iglesia traza sobre el recién nacido y el último con el que conforta y bendice al moribundo es siempre el santo signo de la cruz. No se trata de un gesto simbólico, sino de una gran realidad.

 La vida cristiana nace de la cruz de su Señor, el cristiano es engendrado por el Crucificado, y sólo adhiriéndose a la cruz de su Señor, confiando en los méritos de su pasión, puede salvarse.

Ahora bien, la fe en Cristo crucificado debe hacernos dar otro paso. El cristiano, redimido por la cruz, debe convencerse de que su misma vida debe estar marcada - y no sólo de una manera simbólica- por la cruz del Señor, o sea, que debe llevar su impronta viva. Si Jesús ha llevado la cruz y en ella se inmoló, quien quiera ser discípulo suyo no puede elegir otro camino: es el único que conduce a la salvación porque es el único que nos configura con Cristo muerto y resucitado.

 La consideración de la cruz nunca debe ser separada de la consideración de la resurrección, que es su consecuencia y su epílogo supremo. El cristiano no ha sido redimido por un muerto, sino por un Resucitado de la muerte en la cruz; por eso, el hecho de que Jesús llevara la cruz debe ser confortado siempre con el pensamiento del Cristo crucificado y por el del Cristo resucitado. Fuente

Memoria confusa. Artículo.

En el interior de cada uno de nosotros -más allá de lo que nos podemos imaginar claramente, expresar en palabras o incluso sentir de manera precisa- tenemos un vago recuerdo de haber sido tocados y acariciados en alguna ocasión por manos mucho más delicadas que las nuestras. Esa caricia ha dejado una huella permanente, cierta impronta de un amor tan tierno y profundo que su recuerdo viene a ser un prisma a través del cual vemos todo lo demás. Esta impronta está situada más allá de la memoria consciente, pero da forma al centro de nuestra alma.

No es este un concepto fácil de explicar. Bernard Lonergan, uno de los grandes intelectuales del siglo pasado, intentó explicarlo filosóficamente al decir que nosotros llevamos en nuestro interior “la marca de los primeros principios”, a saber, unidad, verdad, bondad y belleza, que son los atributos de Dios. Eso es correcto, pero abstracto. Quizás los viejos mitos y leyendas lo captan mejor cuando dicen que, antes del nacimiento, toda alma es besada por Dios, y luego va siempre por la vida recordando ese beso algo confusamente y midiendo todo lo que experimenta con relación a esa dulzura original. Estar en contacto con tu corazón es estar en contacto con este beso original, tanto con su alto precio como con su significado.

¿Qué se está diciendo exactamente aquí?

En el interior de cada uno de nosotros, en ese lugar donde vive todo aquello que nos es más preciado, existe una inicial sensación de haber sido una vez tocado, acariciado, amado y valorado de una manera que trasciende cualquier cosa que hayamos experimentado conscientemente alguna vez. En realidad, toda la bondad, amor, valor y ternura que experimentamos en la vida se quedan cortos precisamente porque ya estamos en contacto con algo más profundo. Cuando nos sentimos frustrados, airados, traicionados, violados o exasperados, es porque nuestra experiencia exterior es antitética a lo que ya mantenemos querido en el interior.

Todos nosotros tenemos este lugar, un lugar en el corazón, donde guardamos todo lo que nos es más preciado y sagrado. De ese lugar, nacen nuestros propios besos como también nuestras lágrimas. Es el lugar que más resguardamos de los demás, aunque también el lugar adonde más desearíamos que entrasen; el lugar donde estamos lo más profundamente solos y el lugar de la intimidad; el lugar de la inocencia y el lugar donde somos violados; el lugar de nuestra compasión y el lugar de nuestra rabia. En ese lugar somos santos. Ahí somos templos de Dios, iglesias sagradas de la verdad y el amor. Ahí llevamos la imagen de Dios.

Pero esto necesita ser entendido. La imagen de Dios que está en nuestro interior no es un bello icono estampado dentro de nuestra alma, no. La imagen y semejanza de Dios que reside en nuestro interior es energía, fuego y memoria; especialmente, es el recuerdo de un toque tan tierno y amoroso que su bondad y verdad vienen a ser el prisma a través del cual vemos todo en definitiva. Así, reconocemos la bondad y la verdad que hay fuera de nosotros precisamente porque resuenan con algo que ya está en nuestro interior. Las cosas tocan nuestros corazones cuando nos tocan aquí. ¿No es porque ya  hemos sido profundamente tocados y acariciados por lo que buscamos apasionadamente a un alma gemela, que buscamos a alguien para que se nos una en este lugar íntimo?

Y, consciente e inconscientemente, en la vida medimos todo por la manera como toca este lugar: ¿Por qué  determinadas experiencias nos tocan tan profundamente? ¿Por qué nuestros corazones arden  en nuestro interior ante cualquier verdad, amor, bondad o ternura que sea genuina y profunda? ¿No es todo conocimiento profundo simplemente un despertar a algo que ya conocemos? ¿No es todo amor simplemente cuestión de ser respetado por algo que ya somos? ¿No son el toque y la ternura que acerca al éxtasis nada más que la agitación de la memoria profunda? ¿No son los ideales que inspiran esperanza sólo el impulsor de palabras que alguien ya nos ha dirigido? ¿No manifiesta nuestro deseo de inocencia (inocente significa “no herido”) algún lugar primario libre de heridas dentro de nosotros? Y, cuando nos sentimos violados, ¿no es porque alguien ha accedido irreverentemente a lo sagrado que hay en nuestro interior?

Cuando estamos en contacto con este recuerdo y respetamos sus sensibilidades, estamos en contacto con nuestras almas. Entonces, la fe, la esperanza y el amor surgirán en nosotros, el gozo y las lágrimas manarán libremente a través de nosotros y nos encontraremos profundamente afectados por la inocencia y belleza de los niños, así como el dolor y la gratitud nos llevan a arrodillarnos alternativamente.

Eso es lo que significa estar recogido, centrado. Ser realmente nosotros mismos es tener en cuenta, tocar y sentir el recuerdo del toque original de Dios en nosotros. Ese recuerdo enciende nuestra energía y nos provee de un prisma a través del cual ver y entender.

Por desgracia, hoy demasiado frecuentemente, un mundo herido, insensible, cínico, supersofisticado y superadulto nos invita a olvidar el beso de Dios en el alma, a mirar esto como infantil. Pero, a no ser que nos engañemos a nosotros mismos y de igual manera nos tratemos con dureza (la más peligrosa de todas actividades), siempre recordaremos -confusa, oscura, inexorablemente- la caricia de Dios. Ron Rolheiser OMI (Trad. Benjamín Elcano, cmf). Fuente: Ciudad Redonda.org Artículo original en Inglés

El Dulce Nombre de María. 12 de septiembre

Por primera vez, se autorizó la celebración de esta fiesta en 1513, en la ciudad española de Cuenca; desde ahí se extendió por toda España.

Reflexiones de San María de Ligorio sobre el Santísimo nombre de María.

Toda celebración festiva alude a otras siguientes o a cualquier otra festividad anterior. Cuatro días después de celebrar la Natividad de la Virgen, el pasado día 8 de septiembre, hoy se celebra el Dulce Nombre de María. El hecho de que la Santísima Virgen lleve el nombre de María es el motivo de esta festividad.

Fue instituida con el objeto de que los fieles encomienden a Dios, a través de la intercesión de la Santa Madre, las necesidades de la Iglesia, le den gracias por su Omnipotente protección y sus innumerables beneficios, en especial los que reciben por las gracias y la mediación de la Virgen María. Los orígenes conocidos de este día mariano por excelencia, nos lleva a comienzos del siglo XVI, y además en nuestra tierra española, lugar de María y de Títulos en honor de Ella, como siempre han destacado los Papas.

Por primera vez, se autorizó la celebración de esta fiesta en 1513, en la ciudad española de Cuenca; desde ahí se extendió por toda España y en 1683, el Papa Inocencio XI la admitió en la Iglesia de Occidente como una acción de gracias por el levantamiento del sitio a Viena y la derrota de los turcos por las fuerzas de Juan Sobieski, rey de Polonia. En ella los cristianos pidieron que los atacantes no les hiciesen daño y se desató una inmensa lluvia que impidió el uso efectivo de las armas de fuego.

Hay quien piensa que esta conmemoración es probablemente algo más antigua que el año 1513, aunque no se tienen pruebas concretas sobre ello. Todo lo que podemos decir es que la gran devoción al Santo Nombre de Jesús, que se debe en parte a las predicaciones de San Bernardino de Siena, abrió naturalmente el camino para una conmemoración similar del Santo Nombre de María. Fuente: COPE y Radioestrelladelmar.org

Homilía en la festividad de Nuestra Señora de Covadonga 2024

Querido Sr. Vicario General, Sr. Abad de Covadonga, hermanos sacerdotes y diáconos. Excmo. Sr. Alcalde de Cangas de Onís y corporación municipal, Sres. Parlamentarios autonómicos, europeos y nacionales, Sres. Senadores. Autoridades Judiciales, Civiles, Militares, Académicas, Culturales y Sociales. Miembros de la vida consagrada, seminaristas, fieles cristianos laicos. Hermanos que nos seguís a través de los medios de comunicación: El Señor ponga la Paz en vuestro corazón y sostenga con Bondad vuestros pasos.

Son ya siglos de andaduras en esta montaña santa. Los caminos que se abren en nuestros bosques tienen las rodadas de tantas pisadas: hombres y mujeres que buscan respuesta a sus preguntas, el bálsamo para sus heridas, la certeza en sus dudas, y la fortaleza en la debilidad cuando por dentro y por fuera arrecian las tormentas. Es el secreto que guardan a buen recaudo estas montañas que nos presiden en los Picos de Europa y en estos valles frondosos en los que ríos cantarinos llenan de música nuestra agradecida alabanza.

Como María fue presurosa desde Nazareth hasta Ain Karem para encontrarse con su prima Isabel, así nosotros hemos acudido a esta cita anual tan esperada con la premura de quien acude festivo a la casa de Dios y de la Virgen Santa, con los hermanos de la fe con quienes formamos un pueblo cuya identidad pervive en el tiempo, y con el que seguimos escribiendo la gran historia cristiana en Asturias.

Hasta aquí han acudido estos meses pasados varios grupos de jóvenes que son nuestra esperanza. El encuentro de más de 600 jóvenes asturianos el primer sábado de mayo, o los 2000 que acudieron de toda España en las jornadas eucarísticas y marianas de comienzo de julio, o los más de 1600 que vinieron de Europa acabando ese mes. Anoche volvieron a llenar esta Basílica en una preciosa vigilia de oración. Es un auténtico espectáculo de belleza y bondad ver a tantos chicos y chicas con su jovialidad sana expresando con inmensa alegría sus convicciones cristianas, con la madurez probada y fortalecida en estos tiempos revueltos de persecuciones varias, con la creatividad audaz que apunta maneras en un futuro sin tacha. No son mojigatos pacatos en sus reboticas acomplejadas, sino jóvenes de su tiempo que logran unir su edad desenfadada con la solidez de su testimonio frente a tantas frívolas parafernalias. Ver a estos miles de jóvenes subir a Covadonga es una ráfaga del aire puro y fresco que nos llena de confianza al ver sus rostros iluminados por una pureza no impostada, dibujando un horizonte sin acechanzas, y ver incluso cómo queda Covadonga tras el paso de miles de chicos y chicas entre 15 y 25 años con un orden y limpieza nada comparable al campo de suciedad y basura de otras concentraciones no lejanas con motivo de eventos musicales, deportivos o populares. Pero no sólo son los chavales, sino también tantas familias y peregrinos que nos visitan cada año hasta más de un millón y medio que acude a este bendito lugar para dar gracias a Dios, para pedir una gracia a la Virgen, para derramar sus lágrimas con las que el Señor hace su propio llanto o compartir sus sonrisas con las que María nutre la fiesta de su alegría.

Covadonga tiene ese blasón de nobleza que facilita que acudamos a este rincón de extraordinaria belleza natural, donde nació un pueblo celoso de sus valores morales y de sus creencias cristianas y por ello mismo avezado en la reconquista de lo que vale la pena cuando merodean quienes intentan someternos con la imposición de sus diatribas y el conato de secuestrar con malas mañas nuestro relato. Un enclave así de hermoso y un pueblo que no olvida sus raíces aunque las cizañen otros, hace que Covadonga sea el corazón de Asturias con su historia viva con toda la fuerza que representa este lugar de indomable significación que nadie puede reducir a un centro de interpretación del parque temático de sus andanadas.

“Bendita la Reina de nuestra montaña que tiene por trono la cuna de España… Es Madre y es Reina, venid peregrinos”, cantamos en el himno de la Santina. Y nosotros hemos venido un año más, deseando lo que Isabel pudo gozar ante la visita de su joven prima María: que salte de alegría lo mejor que llevamos en nuestras entrañas. Ella fue con prisa, nosotros venimos con ganas. En esta casa y en este día, las puertas están abiertas si cabe más todavía a como lo están el resto del año.

Enseñar al que no sabe es una obra de misericordia. Dado que algunos están empeñados en enseñarme a predicar, intentaré mejorar y ser niño aplicado. Y es que parece que no son suficientes mis dos licenciaturas y un doctorado para superar esta reválida de los que jalean en ruedas de prensa o en cartas abiertas con vaselina protocolaria. Sinceramente, no hace falta que me enseñen cómo se hace una homilía o que sincronizadamente pretendan censurármela desde el conocido género tan manido del fango ultraderechista de marras. Bien sé yo que este púlpito no es una tribuna para debates políticos, ni el palenque de la arenga mitinera, ni la barra de un chigre donde se habla un poco de todo. Este púlpito no tiene detrás unas siglas políticas aunque algunos se empeñen en ponerlas, sino un juicio moral que nace de la Palabra de Dios y de la tradición cristiana. Aquí no hablamos de indultos, de cupos, de amnistías, de impuestos turísticos, ni de los bulos de los que quieren gobernarnos por bulerías. Hablamos de otras cosas. He tenido que dirigir mi palabra en el Parlamento europeo, en Estrasburgo, por mi condición de director del departamento de cultura del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, como lo he hecho en Riga (Letonia), en Roma, en Lisboa y en otros lugares. Allí el discurso fue otro ante los políticos, diplomáticos, periodistas y obispos que me escuchaban. Como también eran otros los temas cuando he ejercido como profesor en mi cátedra universitaria en Madrid, o en Roma, o en Alemania. Aquí en Covadonga en el día de la Santina, es otro el tema y son otras las formas.

Nos ha dicho el Evangelio que María fue llamada bienaventurada por su prima Isabel. Las bienaventuranzas son el sobrenombre que Dios nos regala cuando nuestra vida se ajusta a su Palabra, llevando una conducta cristiana no clandestina ni privada. Y bienaventurados somos cuando a pesar de nuestra debilidad, contradicciones y pecados, no renunciamos a vivir como discípulos de Jesús en comunión con su Iglesia sin esconder nuestra convicción creyente tras las bambalinas de trastiendas acomplejadas.

Por eso, bienaventurados los que amáis la vida en todos sus tramos y circunstancias: la del no nacido, la del anciano o enfermo terminal y la vida que está entre ambos extremos a veces penando por la precariedad económica y laboral, por la falta de libertad o la inseguridad que genera toda violencia sea cual sea su trinchera. Bienaventurados los que amáis la verdad, esa que nos hace libres como nos dice Jesús, y os distanciáis de la mentira y de los mentirosos cuando sin recato se banaliza la palabra dicha y luego contradicha sin ruborizarse cambiando de idea o traicionándola. Bienaventurados los que amáis la familia fundada entre hombre y mujer, abiertos a la bendición de los hijos, en un para siempre lleno de respeto y ternura enamorada aunque pasen los años y aparezcan las canas, aceptando que hay otras formas de convivencia que necesitarán el reconocimiento legal de sus derechos, pero nunca la equiparación con la familia. Bienaventurados los que amáis el legado recibido de nuestros mayores como una tradición de sabiduría y con inteligencia os prevenís contra toda reducción manipuladora con agendas tramposas que nos pervierten, colonizan y nos enfrentan con insidias debilitadoras. Bienaventurados los que amáis esta casa común que es la madre tierra cuidándola y respetándola, como dice el papa Francisco, sin ceder a ideologías climáticas de los que hacen su agosto a su costa todos los meses del año. Bienaventurados los que amáis la igualdad entre hombre y mujer en su complementariedad diferenciada, sin el machismo prepotente que mata y sin el feminismo empoderado y excluyente que impone su dictadura de género.

Sí, bienaventurados los que os reconocéis en estos valores y tantos otros más que podríamos seguir refiriendo como aquello en lo que creemos, que no nos dejamos arrebatar y seguiremos defendiendo, con esta mesura en la forma y esta libertad en el fondo, lejos de quienes pretenden llenar con desaforada exaltación el vacío de sus sumisas palabras. Bienaventurados porque de vosotros aquí no sobra nadie ni tampoco nos falta ninguno de los que declinan entrar en la casa de María ausentándose por razones tan dudosas como extrañas. Y es que en el escenario público de tantos lares lo vemos con frecuencia: que hay polémicas artificiales y sincronizadas que se necesitan para disimular las carencias, maquillar las vergüenzas y ocultar con distracción las verdaderas intenciones. Cabe citar al cantautor español que recibirá en breve el Premio Princesa de Asturias de las Artes: «que no hay quien confíe en su hermano, que la tierra cayó en manos de unos locos con carnet. Que el mundo es de peaje y experimental, que todo es desechable y provisional. Que no nos salen las cuentas, que las reformas nunca se acaban, que llegamos siempre tarde, donde nunca pasa nada».

El pesimismo realista de Joan Manuel Serrat lo despejamos en un día como este cuando nos asomamos admirados a la belleza que nos circunda, cuando recordamos agradecidos la larga tradición que nos precede y cuando ilusionados seguimos escribiendo con Dios y con María esta historia cristiana inacabada. Entonces entendemos lo que dice sabiamente el libro de los Proverbios como vademécum para nuestra andanza: «la senda del justo es aurora luminosa, crece su luz hasta hacerse mediodía; pero los malvados caminan en tinieblas, y no saben dónde tropiezan. Hijo mío, atiende a mis palabras…, guárdalas en tu corazón…. Aparta de tu boca la maledicencia, aleja la mentira de tus labios; mira siempre de frente, y que no se desvíe tu mirada» (Prov 4, 18-27). Así fue recorrido el camino que llevó a María desde Nazareth hasta Ain Karem para encontrarse con su prima Isabel, ambas madres de un milagro. María reconoció la bienaventuranza dichosa tras acoger en su vida lo que Dios dice y lo que Dios calla. Por eso en sus entrañas maternales se engendró la Palabra que nos habla y nos une y no el mutismo ausente que nos ensordece y enfrenta.

Las puertas están abiertas en la casa de María, y la libertad intacta para quien quiera acercarse como hacéis los aquí presentes y cuantos nos siguen por los medios de comunicación. Hoy las campanas suenan a fiesta en el valle del Auseva. Amigos y hermanos, gracias por haber venido. Feliz día de la Santina de Covadonga nuestra patrona. Feliz día de Asturias nuestra patria chica y querida. El Señor os guarde y os bendiga siempre. Amén.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo, 8 Septiembre de 2024

Fiesta de la Santina de Covadonga, patrona de Asturias. Natividad de Nuestra Señora.


Natividad de Nuestra Señora
La Iglesia recuerda en este día el nacimiento de la Virgen María.
La fiesta se establece en la iglesia de Occidente en el siglo VII




Oración del Papa (Santuario de Covadonga)
Oración del Papa (Vaticano)




Historia de Covadonga y la Santina.


Historia del santuario de Covadonga


Novena a la Santina en la parroquia del Corazón de María.
Gracias a: dominicos.org y elcomercio.es

Santa Madre Teresa de Calcuta (5 de septiembre)

«De sangre soy albanesa.
De ciudadanía, India.
En lo referente a la fe, soy una monja Católica.
Por mi vocación, pertenezco al mundo.
En lo que se refiere a mi corazón...
pertenezco totalmente al Corazón de Jesús».

Frases y curiosidades de Santos y de la Iglesia #50
Recopilación de frases, curiosidades, lemas, dichos y pequeñas inspiraciones espirituales.
Parroquia del Corazón de María de Oviedo.

El celibato: ¿Qué decir? Artículo.

Hace unos años, apareció un artículo de opinión en el New York Times escrito por Frank Bruni y titulado The Wages of Celibacy (El salario del celibato). La columna, aun siendo provocativa, fue oportuna. Mayormente presentaba muchas cuestiones arduas y necesarias. Centrándose en los diferentes escándalos sexuales que han plagado al sacerdocio católico romano en los pasados años, Bruni sugirió que era hora de reexaminar el celibato con ojos honrados y audaces, y preguntar si sus desventajas pesan más que sus potenciales beneficios. Bruni mismo eludió decantarse definitivamente sobre la cuestión; sólo indicó que el celibato, como estilo de vida regulada por votos, corre más riesgos de los normalmente admitidos. Hacia el final de su columna, escribió: “La cultura del celibato corre el riesgo de impedir el desarrollo (sexual) y cambiar los impulsos sexuales en gestos furtivos y torturados. Minimiza una conexión humana fundamental y quizás irresistible. ¿Resulta algo extraño que haya sacerdotes que traten de hacer, sin embargo, esa conexión de manera subrepticia, imprudente y ocasionalmente destructiva?”

Esta no es una pregunta irreverente. Es necesaria. Necesitamos el coraje de afrontar esta cuestión: ¿Es el celibato, de hecho, anormal a la condición humana? ¿Corre el riesgo de impedir el desarrollo sexual?

A Thomas Merton le preguntó una vez cierto periodista cómo veía el celibato. Sospecho que su respuesta resultará una sorpresa a oídos píos, porque reafirma virtualmente la posición de Bruni. Respondió: “El celibato es el infierno. Se vive en una soledad que Dios mismo condenó cuando dijo: ‘No es bueno estar solo’”. Con todo, aun admitiendo eso, Merton añadió de inmediato que no ser el celibato la condición humana normal no quiere decir que no pueda ser maravillosamente generativo y fructífero, y que quizás su única fecundidad esté ligada a lo extraordinario y anormal que es.

Lo que Merton está diciendo, en esencia, es que el celibato es anormal y te obliga a vivir en un estado no deseado por el Creador; pero, a pesar y quizás a causa de esa anormalidad, puede resultar particularmente generativo no sólo para quien lo vive, sino también para quienes reciben su influencia.

Yo sé que esto es verdad, como lo saben incontables personas, porque he sido educado profundamente, como cristiano y como ser humano, por las vidas de célibes con votos, por numerosos sacerdotes, hermanas y hermanos cuyas vidas han tocado mi propia vida y cuya “anormalidad” sirvió por cierto para hacerlos maravillosamente fructíferos.

Además, esta particular anormalidad puede tener su propio atractivo. Yo atendí una vez como director espiritual a un joven que estaba discerniendo si entrar en nuestra orden, los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, o proponer matrimonio a una joven. Fue una decisión agónica para él; quería ambas cosas. Y su discernimiento, aunque quizás algo abiertamente romántico por su fantasía de ambas opciones, fue al mismo tiempo excepcionalmente maduro. Aquí está (contado en este sentido) cómo describió este dilema:

Crecí en un medio rural y fui el mayor de mi familia. A mis quince años, una noche, justo antes de la cena, mi padre, todavía joven, tuvo un ataque cardiaco. No había ambulancias a las que poder recurrir. Lo acomodamos en un coche y mi madre se colocó con él en el asiento trasero rodeándolo con sus brazos, mientras yo, adolescente muerto de miedo, conduje el coche camino del hospital, distante  unos 15 kilómetros. Mi padre murió  antes de que llegáramos al hospital. A pesar de lo trágico que fue esto, hubo un detalle de belleza en él. Mi padre murió en los brazos de mi madre. Esa trágica belleza grabó a fuego mi alma. En mi mente, en mi fantasía, de esa manera quiero morir: en los brazos de mi esposa. Dado el poder de esa fantasía, mi principal vacilación sobre la entrada en los Oblatos y la continuidad hacia el sacerdocio es el celibato. Si llego a ser sacerdote, no moriré en brazos humanos. Moriré como mueren los célibes: amarrado a la fe, pero no asido por brazos humanos.

Pero un día, tratando de discernir todo esto, me vino una nueva visión de conjunto: Jesús no murió en los brazos de una esposa; murió abandonado y solo. A mí siempre me ha hecho pensar la soledad de los célibes y siempre me han convencido personas como Soren Kierkegaard, la Madre Teresa, Dorothy Day, Thomas Merton y Daniel Berrigan, que no murieron en brazos de una esposa. ¡Hay una verdadera belleza también en la manera de morir!

Bruni está en lo cierto cuando nos advierte de que el celibato es anormal y está plagado de peligros. Corre el riesgo de impedir el desarrollo sexual y especialmente de quitar importancia a una elemental conexión humana mandada bíblicamente, a saber, el fundamental dogma antropológico contenido en la historia de Dios, que crea a nuestros primeros padres, y su pronunciamiento de que ¡no es bueno (y sí peligroso) estar solo!

El celibato obliga a uno a vivir en una soledad que Dios mismo condenó, pero es también la soledad en la que Jesús se entregó a nosotros en una muerte que es quizás la expresión más generativa de amor que se ha dado en la historia humana. Ron Rolheiser OMI (Trad. Benjamín Elcano, cmf). Fuente: Ciudad Redonda.org  /Artículo original en Inglés