Calendario de Cuaresma. IV domingo de cuaresma «laetare» Gustad y ved qué bueno es el Señor.


Calendario de Cuaresma. IV domingo de cuaresma «laetare»
Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido.
Dios nos reconcilió consigo por medio de Cristo.
Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Calendario de Cuaresma 26 de 40. 2025.

Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo

 



     Domingo IV de Cuaresma

 

Dirijamos nuestro corazón y nuestros deseos a Jesucristo, muerto y resucitado por nosotros. Todas las lecturas hablan de retorno. Se trata de una palabra importante para un cristiano, estrechamente unida a otra: conversión. Todo retorno, para ser auténtico, exige una purificación, un cambio, la renovación del corazón.

En la parábola del hijo pródigo se describe el viaje de cada uno de nosotros desde la lejanía, cansados por el pecado, a la semejanza creada por el amor. Este regreso se realiza recorriendo el camino que el mismo Padre ha abierto a los hombres, Jesús, el mediador, el sacerdote eterno. Jesús se revela como "el hombre para los demás": es camino para todos y todos pueden caminar por él. Por este camino que es el mismo Cristo va el hijo pródigo después de decidir "levantarse". El pecado, de hecho, envilece, humilla, quita dignidad. En este hijo está representado el género humano; en él estamos todos.

Quizás no nos alejamos físicamente, sino sólo en nuestro interior: en esto nos parecemos más al hijo mayor. Quizás hemos ido tan lejos que ya ni siquiera sabemos dónde estamos: hemos perdido el sentido de la orientación cuando en nuestro entorno nada nos recuerda algo familiar, cuando nos pesa la soledad; entonces se siente el más sincero deseo, que brota desde lo más hondo del corazón; es la voz del Padre, que nunca nos ha abandonado. Es la hora de decidir. Uniéndonos a Cristo, también nosotros, pecadores perdonados, deberemos ser unos con otros el cordero que se inmola. Y, al mismo tiempo, deberemos evitar protestar como el hijo mayor, pues no es ésta la actitud propia de un cristiano. Si sentimos que la protesta brota en nuestro interior, invoquemos inmediatamente la ayuda del Señor, porque, de lo contrario, nos alejaremos de la casa de la comunión. Quien está unido a Cristo se convierte en salvación para los demás y participa en la fiesta no como espectador, sino ofreciéndola personalmente, con alegría.


     





Jueves de la III semana de cuaresma El que no está conmigo está contra mí.

 

Jueves de la III semana de cuaresma
El que no está conmigo está contra mí.
La Cuaresma: Vigilar para no cerrarse a la salvación.
Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».

Calendario de Adviento. Día 23 de 40. 2025.

Solemnidad de la Anunciación: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

Lo esencial no se enseña.
Se revela a cada uno en lo íntimo,
como una anunciación que la esperanza murmura.
Sólo lo descubre aquél que secretamente tiene una gran intuición,
y a menudo desde que se es joven.

Lecturas y comentario del día
Gracias a: Dominicos.org

Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar,
ven a librar al pueblo que tropieza y quiere levantarse.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
De la antífona mariana "Alma Redemptoris Mater"

Gracias a: Rezando Voy

Martes de la III semana de cuaresma. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.

 

Martes de la III semana de cuaresma.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo.
JORNADA POR LA VIDA.
 Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Calendario de Adviento. Día 21 de 40. 2025.

Lunes de la III semana de cuaresma. Mi alma tiene sed del Dios vivo; ¿Cuándo veré el rostro de Dios?

 

Lunes de la III semana de cuaresma.
Jesús, al igual que Elías y Eliseo, no fue enviado solo a los judíos.
Muchos leprosos había en Israel, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio.
Mi alma tiene sed del Dios vivo; ¿Cuándo veré el rostro de Dios?
Calendario de Adviento. Día 20 de 40. 2025.

Si no os convertís, todos pereceréis

 





     Domingo III de Cuaresma

 

Siempre hay un lugar y una hora exacta en la que el Señor quiere encontrarse con nosotros. Es el momento que marca el comienzo de la conversión o del rechazo radical. Esa conversión es un camino que exige constancia y una decisión siempre renovada de proseguir el viaje a pesar de todo. Si en la antigua alianza el pueblo caminaba bajo la guía de Moisés, para nosotros el camino a seguir es el mismo Hijo de Dios, Jesucristo. Él es quien nos saca de la esclavitud del pecado, quien nos saca de nosotros mismos.

El sentido de la vida eclesial es ayudarse fraternalmente a caminar por las sendas de la conversión, o sea, ayudarse a buscar y seguir a Jesús. Hay que desear ardientemente que ninguno se extravíe, que ninguno se retrase o se aleje. A esto precisamente nos invita el Evangelio de hoy, que concluye con la parábola de la higuera estéril. El labrador que ruega que no la corten todavía es Jesús. Como intercesor nuestro, dirá hasta el final de los tiempos: "Espera un poco, un poco todavía, que la cuidaré más". Todos los cuidados que Jesús nos prodiga con su Palabra, con los sacramentos, con sus intervenciones providenciales -y lo son también los acontecimientos dolorosos-, son ofertas de conversión. Dejémosle, pues, que nos cultive. La Palabra sagrada es como un arado, y también como una semilla sembrada para que pueda producir fruto.


     






III DOMINGO DE CUARESMA. El Señor es compasivo y misericordioso.

 

III DOMINGO DE CUARESMA
Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.
La vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro.
El Señor es compasivo y misericordioso.

Calendario de Adviento. Día 19 de 40. 2025.

Solemnidad de San José.

«San José, mi predilecto,
ven a mi casa, que te espero.
Ven y mira, tú sabes qué falta,
ven y fíjate, trae lo que falta.
Y si algo no es para mi casa,
ven y llévatelo...»

«San José, maestro de la vida interior,
enséñame a orar, a sufrir y a callar»

¿Qué es #UnPadreDeVerdad?

Al sur de Nazaret se encuentra una caverna llamada Cafisa. Es un lugar escarpado; para llegar a él, casi hay que trepar. Una mañana, antes de la salida del sol, fui allí. No me di cuenta del paisaje, muy bello, ni de las fieras, ni del canto de mil pájaros...

Estaba yo fuertemente abatido; sin embargo, experimentaba en el fondo del corazón que habría de saber algo de parte del Señor.

Entré en la gruta; había un gran vano formado por rocas negras con diferentes ángulos y corredores. Había muchas palomas y murciélagos, pero no hice ningún caso. Solo en aquel recinto severo no exento de majestad, me senté sobre una esterilla que llevaba conmigo. Puse, como Elías, mi cara entre las rodillas y oré intensamente. Tal vez por la fatiga o la tristeza, en cierto momento me adormecí. No sé cuánto tiempo estuve en oración y cuánto tiempo adormecido. Pero allí, en aquella gruta que nunca podré olvidar, durante aquellos momentos de silencio, me pareció ver un ángel del Señor, maravilloso, envuelto en luz y sonriente.

«José, hijo de David -me dijo-, no tengas miedo de acoger a María, tu esposa, y quedarte con ella. Lo que ha sucedido en ella es realmente obra del Espíritu Santo: tú lo sabes. Y debes imponer al niño el nombre de Jesús. Tu tarea, José, es ser el padre legal ante los hombres, el padre davídico que da testimonio de su estirpe... Y has de saber, José, que también tú has encontrado gracia a los ojos del Señor... Dios está contigo». El ángel desapareció. La gruta siguió como siempre, pero todo me parecía diferente, más luminoso, más bello.

«Gracias, Dios mío. Gracias infinitas por esta liberación. Gracias por tu bondad con tu siervo. Has vuelto a darme la paz, la alegría, la vida. Así pues, Jesús, María y yo estaremos siempre unidos, fundidos en un solo y gran amor..., en un solo corazón».

La tempestad había desaparecido, había vuelto el sol, la paz, la esperanza... Todo había cambiado. J. M. Vernet, Tu, Giuseppe. Tú, José, Ediciones STJ. Fuente: santaclaradeestella.es

“El día en que el avión se partió en dos”