No hay respuestas fáciles a estas preguntas porque no hay una sola teología (con exclusión de todas las demás) de la Eucaristía, ni siquiera en el Nuevo Testamento. Más bien, hay diferentes teologías de la Eucaristía, complementarias sin duda, pero cada una de ellas enfatiza diferentes aspectos de una realidad que es demasiado rica para ser captada en un solo concepto. ¿Qué es la Eucaristía?
En esencia, la Eucaristía es una realidad con estas dimensiones entrelazadas.
- La Eucaristía es una plegaria por el mundo, haciendo de la carne de Cristo un alimento para la vida del mundo. Es una plegaria para pedir la ayuda de Dios para el mundo entero. Al igual que un "silencio cuáquero", lleva a Dios la impotencia del mundo y le pide que haga por él lo que él no puede hacer por sí mismo: traer la paz y la justicia.
- La Eucaristía es un sacramento de reconciliación y perdón. Vamos a la Eucaristía para que nos sean perdonados nuestros pecados, para estar como pecadores en torno a la mesa con Jesús.
- La Eucaristía es un mutuo lavado de pies. El Evangelio de Juan no menciona el pan y el vino en la Última Cena; en vez de eso, donde los otros evangelistas y San Pablo destacan a Jesús convirtiendo el pan y el vino en su cuerpo y su sangre, Juan sustituye una jofaina y una toalla por el pan y el vino. ¿Por qué? Entre otras razones, para enseñar que este tipo de acción humilde entre unos y otros, lavarse los pies, es uno de los más importantes significados de la Eucaristía.
- La Eucaristía es un acto de espera vigilante. Jesús nos dijo que celebráramos la Eucaristía para esperar su retorno. Celebramos la Eucaristía como una espera vigilante. Como dice Gerhard Lohfink "Las primeras comunidades apostólicas no pueden ser entendidas fuera de la matriz de la intensa expectación. Eran comunidades que esperaban el inminente retorno de Cristo. Se reunían en Eucaristía, entre otras razones, para fomentar y sustentar esta conciencia, es decir, que vivían en expectación, esperando el retorno de Cristo". En la Eucaristía, nos reunimos unos con otros en espera vigilante para permanecer conscientes del retorno de Jesús.
- La Eucaristía es el nuevo maná. Así como Dios alimentaba cada día a su pueblo en el desierto con el maná, ahora, diariamente, Dios alimenta a su pueblo con el pan del cielo. (Este motivo es particularmente fuerte en el Evangelio de Juan).
- La Eucaristía es un sacrificio. Es actualizar el memorial (Zikkaron) del acontecimiento salvífico de la muerte de Jesús. En resumen, es la cena de la Pascua cristiana. La plegaria eucarística no sólo pide a Dios que convierta el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo, pide también a Dios que nos haga disponible el acontecimiento salvador de la muerte de Jesús para que hoy podamos participar en él .
- La Eucaristía es una intensificación de nuestra unión con los demás en el Cuerpo de Cristo. Como discípulos de Jesús que somos, también constituimos el Cuerpo de Cristo. En una Eucaristía, no sólo el pan y el vino están destinados a convertirse en el cuerpo y la sangre de Cristo; también nosotros, el pueblo. Por eso San Agustín, cuando daba la comunión, decía a veces: "Recibe lo que eres".
- La Eucaristía es una comida que compartimos juntos. La Última Cena fue muchas cosas, pero fue también una comida, un momento de comunión humana, una celebración en torno a la mesa. Así también, la Eucaristía es muchas cosas, pero es también una mesa en torno a la cual se reúne una familia, donde se puede compartir la alegría y donde ciertamente se supera el dolor.
- La Eucaristía es el abrazo físico que recibimos de Dios. Sin la Eucaristía, como asegura André Dubus, Dios viene a ser un monólogo. La Eucaristía es donde Dios nos toca físicamente. Es el lugar donde Dios sigue tomando carne física.
- Finalmente, la Eucaristía es el supremo ritual religioso a través del cual nos mantenemos en la fe, el discipulado y la comunidad. Nos reunimos en Eucaristía con el fin de mantenernos vivos. Una reunión eucarística es análoga a una reunión de Alcohólicos Anónimos. Nos reunimos porque sin esta regular reunión ritual, nuestra fe, discipulado y comunidad acabarían por desmoronarse. En palabras de Ronald Knox, la Eucaristía es nuestro único gran acto de fidelidad a Jesús. A decir verdad, de hecho, no siempre somos fieles a los Evangelios: no amamos a nuestros enemigos y no ofrecemos la otra mejilla, pero somos fieles de una manera notable: mantenemos la Eucaristía; y ese solo acto nos va a salvar. Ron Rolheiser (Traducción Benjamín Elcano, cmf) -