En
1680 el canónigo Félix de Amada dio a la imprenta una colección de milagros
obrados por intercesión de la Virgen del Pilar. Entre ellos, es universalmente
conocido el llamado milagro de Calando, por su evidente superación de las
fuerzas de la naturaleza y por su innegable verdad histórica. Tuvo lugar entre
las diez y las once de la noche del jueves 29 de marzo de 1640, en la villa
aragonesa de Calanda y en la persona del ¡oven de 23 años Miguel Juan Pellicer,
al cual, debido a un accidente, hubo que amputársele la pierna derecha en
octubre de 1637 en el hospital de Gracia, de Zaragoza, por el cirujano Juan
Estanca, siendo enterrada por el practicante Juan Lorenzo García.
Tras su convalecencia, durante dos años, fue mendigo en la
puerta del templo de nuestra Señora del Pilar, de la que era muy devoto desde
su niñez, por existir una ermita de esta advocación en Calando, y a la que se
había encomendado antes y después de su operación, confesando y comulgando en
su santuario.
Vuelto a la casa de sus padres en Calanda a primeros de
marzo de 1640, el citado día 29 de ese mes, habiéndose acostado en la misma
habitación de sus padres, por haber un soldado alojado en su casa, lo
encontraron éstos dormido media hora más tarde con dos piernas, notándosele en
la restituida las mismas señales de un grano y unas cicatrices que tenía la
amputada.
A instancias del Ayuntamiento de Zaragoza, adonde acudió
Miguel Juan tras su curación a dar gracias a la Virgen del Pilar, se incoó en
el Arzobispado un proceso el 5 de junio de 1640, pronunciando sentencia
afirmativa de calificación milagrosa el arzobispo Pedro Apaolaza, asesorado por
nueve teólogos y canonistas, el 27 de abril de 1641. Se conserva íntegro el
texto de este proceso con las declaraciones de los 25 testigos.
El milagro se divulgó rápidamente por todas partes. El mismo
papa Urbano VIII fue informado personalmente por el jesuíta aragonés F. Franco
en 1642. Entre los milagros, que por definición son todos excepciones de la
naturaleza, el de Calanda es a su vez excepcional; por eso las relaciones
coetáneas lo calificaron de «milagro inaudito en todos los tiempos». (Por Tomás
Domingo Pérez, en el Libro de la Virgen, C.B.C.)
Virgen santa del Pilar:
Desde este lugar sagrado
alienta a los mensajeros del Evangelio,
conforta a sus familiares
y acompaña maternalmente
nuestro camino hacia el Padre,
con Cristo, en el Espíritu Santo. Amén.
(Oración de Juan Pablo II ante el altar de la Pilarica.)