¿Porque me has visto has creído?

 




Domingo  2º de Pascua



El Seńor considera por encima de los que ven y creen a los que creen sin ver. En efecto, en aquel tiempo la fe. de los discípulos de Cristo era tan vacilante que, aun viéndolo ya resucitado, tuvieron que tocarlo también para creer en su resurrección. No les bastaba verlo con los ojos: tenían que acercar también las manos a sus miembros, tenían que tocar también las cicatrices de las heridas recientes; de este modo, el discípulo que dudaba, después de haber tocado y reconocido las cicatrices, exclamó de inmediato: "!Seńor mío y Dios mío!". Las cicatrices hacían manifiesto al que había curado las heridas de todos los otros.

Es posible que el Seńor no pudiera resucitar sin cicatrices? Sí, pero conocía las heridas del corazón de los discípulos y, a fin de curarlas, conservo las cicatrices en su cuerpo.

Y qué le responde el Seńor al discípulo que ahora declaraba y decía: "!Seńor mío y Dios mío!"? "Has creído - le dijo- porque has visto; bienaventurados aquellos que crean sin ver". De quién hablaba, hermanos, sino de nosotros? Y no sólo de nosotros, sino también do los que vengan detrás de nosotros. En efecto, poco tiempo después de haberse alejado de los ojos mortales, para que se reforzara la fe en los corazones, todos los que han creído lo han hecho sin ver, y su fe ha tenido un gran mérito. Para tener esta fe se limitaron a acercar un corazón lleno de piedad a Dios, pero no la mano para tocar (Agustín, Sermón 88, 2).