La vida del Padre Damián de Molokai, miembro de la congregación de los Sagrados Corazones, que fue canonizado el 11 de octubre de 2009 en Roma, ha inspirado la vocación de un buen número de misioneros y misioneras en todo el mundo. El P. Germán Fresán, que trabaja en África desde hace 38 años, se sintió atraído por el apóstol de los enfermos de lepra, cuya entrega influye en el día a día de su vida misionera junto a los más desfavorecidos.
Una gran alegría ha despertado, dentro y fuera de la Iglesia, la canonización del Padre Damián de Molokai. Sin embargo, este acontecimiento resuena especialmente en el P. Germán Fresán, misionero de los Sagrados Corazones, nacido en 1945 en Beire, un pequeño pueblo de la ribera de Navarra (España).
Casualidades de la vida, resulta que en Beire poseía una casa palacio una hermana de San Francisco Javier, patrón de los misioneros y de Navarra. En 1896, la congregación de los Sagrados Corazones compró dicha propiedad, que sirvió como Casa de Formación.
Y sucedió, además, que durante el tiempo en que los misioneros de los Sagrados Corazones permanecieron en el pueblo, dos hermanos de la abuela paterna del P. Germán (Zoilo y Juliana) ingresaron en esta familia religiosa. La Hna. Juliana trabajó durante 17 años en el orfanato de Hawai, donde también lo hiciera el Padre Damián. Esto llena de orgullo al P. Germán.
Los sueños de un niño
El P. Germán admiró desde niño al P. Damián y con la película Molokai, la isla maldita soñó con ser misionero como él. Fue durante mi noviciado donde se confirmó mi vocación. Conocí más profundamente la espiritualidad, la historia y la vida de la congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Dediqué muchas horas a leer los 'Anales de la Congregación', donde pude leer las historias de nuestros misioneros y, particularmente, la vida del Padre Damián", confiesa.
El P. Germán lleva 38 años trabajando en África. "Siempre con los más pobres", remarca. De ellos, 28 años en la República Democrática de Congo (RDC) y diez en Mozambique, donde se encuentra en la actualidad.
Durante 20 años ha servido en diferentes parroquias de los suburbios de Kinshasa (RDC). Pero su vida cambió al convertirse en maestro de novicios durante 14 años, aunque no perdió el contacto con los barrios muy pobres de los suburbios y continuó colaborando en la parroquia junto a los formandos. Desde hace cuatro años desarrolla su labor pastoral en Chupanga (Mozambique), donde vive con dos misioneros congoleños, antiguos novicios suyos.
"En toda mi vida de religioso y como sacerdote, Damián ha sido para mí el modelo de misionero de los Sagrados Corazones. Él comprendió y vivió profundamente los rasgos fundamentales de nuestra espiritualidad. La celebración de la Eucaristía diaria y los momentos de adoración fueron el soporte de su vida", explica el P. Germán.
Damián llegó a Molokai y encontró la desolación en aquella auténtica cárcel natural, donde años más tarde moriría víctima de la terrible enfermedad. Al echar la vista atrás, el P. Germán señala que cuando nosotros llegamos a Chupanga encontramos una misión en ruinas". Esta misión está ubicada en la diócesis de Beira.
Se trata de una realidad muy antigua. Es el lugar donde se construyó la primera iglesia en el interior de Mozambique (1927). Contaba con dos grandes internados de chicos y de chicas, junto con una maternidad. Cuando llegó el P. Geimán toda la misión estaba en ruinas a causa de la guerra civil (1975 1992). Las hierbas y arbustos crecían sobre los muros de los internados y de la iglesia.
La aventura de la fraternidad
Aunque los primeros meses no fueron fáciles, por la escasez y la incomunicación con el exterior, el P. Germán esboza una sonrisa al recordar cómo todas las noches nos sentábamos los seis miembros de la comunidad alrededor de un neumático, con los pies encima del mismo, pues nos mordían las hormigas. Hablábamos de nuestras aventuras cotidianas, de nuestras vivencias, de nuestros planes para el día siguiente... Fueron momentos bonitos que el Padre Damián no tuvo, pues durante muchos años fue el único sacerdote de la isla. La soledad fue su gran sufrimiento, más que el de la propia enfermedad". Los misioneros iban al río Zambeze a buscar agua para beber, cocinar y asearse. El río está cerca pero se halla habitado por cocodrilos e hipopótamos. El generador que tenían era muy viejo, tampoco contaban con frigorífico para guardar los alimentos y eso les hacía vivir al día. Pasaron varios meses hasta que fueron mejorando con la instalación del agua que canalizaron desde el pozo junto al río. Compraron un pequeño generador con el que subían agua desde el pozo, lo que también les permitía unas horas de luz. Más tarde, consiguieron un frigorífico de gas que enfriaba un poco y, de este modo, lograron beber, después de meses, un vaso de agua fresca. Debajo de un árbol montaron con troncos de cocotero el "cine de Chupanga", donde tres veces por semana los niños y jóvenes pueden ver películas, vídeos musicales y, últimamente, incluso televisión con una antena parabólica que les instaló el propietario de un safari de caza.
Si el Padre Damián es conocido como el hombre de los 36 oficios, porque le tocó llevar a cabo los más variados trabajos en Molokai, Germán ha ejercido en la misión de arquitecto, constructor, albañil, fontanero y, sobre todo, de agricultor y catequista.
La catequesis del campo
El 90 % de los habitantes de la parroquia de Chupanga vive de la agricultura y de la pesca. "Por eso, gran parte de mi tiempo lo dedico a trabajar con los agricultores y pescadores. Mi lema es 'luchar contra la pobreza', poder alimentarse mejor, vivir en casas dignas de material duradero y poder estudiar", explica Germán.
Hijo de campesino, como el Padre Damián, al P. Germán le gusta la agricultura y en todos los lugares donde ha estado ha criado animales y cultivado grandes huertas. En la misión ha creado ya varias asociaciones de campesinos y pescadores. Les instruye continuamente y los inicia en los entresijos de una agricultura más desarrollada, con medios como el tractor, mulas mecánicas grandes y bombas para regar desde el río.
Ha comprado varias canoas, redes, cuerdas y otros materiales para cuatro asociaciones de pescadores que están en funcionamiento. Pescan en las islas del río Zambeze y preparan pescado salado que luego secan al sol y más tarde venden en los mercados y en los internados de la zona. Del ingreso de las ventas guardan una cantidad que servirá después para reponer las redes y otros materiales.
Un gallinero modelo
"He construido un 'gallinero modelo' que sirve para el consumo de la comunidad y para iniciar a la gente en la cría de animales y así poder mejorar su alimentación. Salimos de Boane Maputo en coche y recorrimos una distancia de 1.500 kilómetros para llegar a Chupanga. En el mismo coche venían un grupo de pollitos de pavo, de pintadas y varias conejas preñadas que parieron una semana después de llegar. Compramos alguna gallina y una pareja de patos y en poco tiempo ya teníamos carne para comer", cuenta Germán al referirse al inicio de uno de sus proyectos más queridos. Seguramente serán casualidades, pero el Padre Damián también mimó a sus aves.
Germán no para. Otra de sus actividades es escribir cartas a amigos y colaboradores pidiendo ayuda para construir casas de ladrillos para ancianos, viudas e inválidos. Con este fin ha formado a un grupo de albañiles, carpinteros y pintores. Ofrece un albañil, cemento, maderas y chapas para el tejado de aquellos cuya vivienda está en malas condiciones.
Anteriormente no existía la población de Chupanga, sólo funcionaba la misión con sus internados. Los nuevos pobladores han salido de las islas y de la ribera del Zambeze a causa de las persistentes inundaciones (2001, 2007, 2008 y la sequía de 2009). Viven en una situación miserable.
Cada día los misioneros ofrecen un "desayuno rico en calorías" a unos 300 niños y niñas. Es su manera de luchar contra la malnutrición y el hambre. Las papillas que dan a los pequeños están compuestas de harina de maíz, leche, aceite y azúcar. Al principio el programa del "desayuno rico en calorías" fue para los niños malnutridos que el enfermero del centro de salud les enviaba. En 2007 y 2008, cuando se vieron asolados por las inundaciones, todos los niños de Chupanga acudían al desayuno a causa del hambre. De momento siguen viniendo, pues en 2009 han sufrido la sequía y la gente está atravesando una situación de enorme precariedad.
Con la ayuda de amigos y colaboradores, el P. Germán ha enviado a un grupo de jóvenes a estudiar y a aprender un oficio a internados de fuera de Chupanga. En la parroquia sólo hay una escuela primaria completa. En 2006 mandaron a un pequeño grupo de chicas a Inhaminga, al internado de las religiosas de los Sagrados Corazones. Este año están estudiando 44 chicos y chicas. Todos se encuentran en internados de religiosos y religiosas.
Atentos a las personas
El P. Germán reconoce que el obispo fue muy sabio cuando les envió a esta misión. Les pidió que no se preocuparan demasiado de las ruinas sino que dedicaran prioritariamente el tiempo a atender a las comunidades cristianas abandonadas y sin la presencia de un sacerdote desde 1975. El obispo se ocuparía de las ruinas.
Pasados los meses de lluvia comenzaron a visitar las comunidades del interior. La parroquia tiene 14 comunidades, 2 en Chupanga y 12 en las diferentes aldeas en una extensión de 80 kilómetros junto al Zambeze. Comunidades mantenidas por los "bravos catequistas" durante los años de guerra civil. El 70 % de la población es analfabeta y sólo hablan la lengua local, el chisena.
"He tenido que aprender el chisena y no resulta fácil a los 60 años. Cuando tenía 25 años y llegué a Congo tuve que aprender francés y lingala, luego vino el portugués y la iniciación en el ronga. Para nuestro trabajo pastoral es imprescindible hablar la lengua de la gente, de otra forma no puedes hacer nada" declara convencido el P. Germán. Antes de llegar a Chupanga un religioso de los Sagrados Corazones, que vivía en Inhaminga, a 180 kilómetros, consiguió poner el techo de la iglesia. Poco a poco la pintaron, colocaron las ventanas y las puertas, e incluso fabricaron algunos bancos. Pasados algunos meses, el templo estaba reconstruido.
Así rememora el P. Germán la inauguración: "El día 13 de mayo de 2006 todas las comunidades vinieron a pie y en bicicletas a Chupanga, hicimos una gran procesión con la imagen de la Inmaculada, patrona de la parroquia, por toda la aldea. Celebramos una Misa solemne y recolocamos la estatua de la Virgen recién pintada en su lugar. La imagen es de hierro fundido y pesa más de 300 kilos. Estaba oxidada, pues estuvo guardada por los cristianos durante los años de la guerra civil". Ahora cuentan con una iglesia y con la capilla del Santísimo, donde se reúnen para rezar. Como el Padre Damián, nuestra vida está fundamentada en la celebración de la Eucaristía cotidiana, en la adoración personal y comunitaria, así como en el rezo de Laudes y de Vísperas", subraya el P. Germán. Y el resto del día lo dedican a trabajar con y para la gente.
Un 'abuelo' querido
Entre las variadas tareas pastorales, el P. Germán se encarga principalmente del área catequética de la parroquia. Dedica muchas horas a preparar material para la catequesis y la formación de catequistas. La Iglesia de Mozambique carece de recursos pastorales y de catecismos. Por eso, el P. Germán está traduciendo los libros de catequesis en lingala que utilizaba en Congo al chisena de la diócesis de Beira.
"Muchas veces la gente me dice: 'Llevas ya muchos años en África, ¿no has pensado volver un día a Europa?'. Nunca me he planteado este asunto. Como el Padre Damián, puedo decir que me siento feliz y contento con el trabajo que estoy haciendo por mis queridos chupangueses. En mi congregación me siento en paz y querido por mis hermanos. Casi todos, desde el superior provincial, son antiguos novicios míos. Los nuevos novicios me llaman con cariño "bobo" (abuelo). ¿Qué más puedo pedir?".
Autor del reportaje: P. Fernando Cordero, misionero de los Sagrados Corazones. Artículo de la revista Mundo negro, de los Misioneros Combonianos.