Cambió de parecer y fue



Domingo 26º del Tiempo Ordinario

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Tú, Señor, me invitas a creer

Comentario



 <<Os aseguro que los publicanos y las prostitutas entrarán antes que vosotros en el Reina de Dios. Porque vino Juan a mostraros el camino de la salvación y no le creísteis; en cambio, los publicanos y las prostitutas le creyeron. Y vosotros, a pesar de verlo, no os arrepentisteis ni creísteis en élť (Mt 21,31-32).

La referencia básica de la lectura es el <<arrepentimientoť, la conversión del corazón. <<Arrepentirse para creer>>. Jesús ha invertido intencionadamente el orden de los verbos. No es sélo <<creer para arrepentirseť. Arrepentirse para creer consiste, ante todo, en no considerarse ni justos, ni rectos, ni Santos. Ni tampoco pensar que por observar tal o cual ley no somos como el resto de los hombres que no la observan.

Tener conciencia de ser pecadores nos pone en actitud de conversión. Creernos justos nos impide encauzar los pasos por el camino de la conversión. Quien nos hace justos, rectos y santos es Sólo Dios (la parábola del fariseo y del publicano de Lc 18,9-14 no deja lugar a dudas ni a equívocos). Arrepentirse para creer consiste en no ser nosotros quienes determinemos qué es bueno o malo, justo o injusto, recto o torcido, santo o profano, sino el Seńor

El discurso de Ezequiel, entre Dios e Israel, arranca con un interrogante: ,żAcaso no es justo mi proceder? żNo es mas bien vuestro proceder el que es injusto? Es lícito -y necesario- preguntarse: żQué sabe Israel de <<rectitudť? La respuesta Sólo la puede dar Dios: la iniquidad es causa de muerte; la justicia y la rectitud son causa de vida. Pasar de la iniquidad a la justicia y a la rectitud es pasar de la muerte a la vida. żQuién determina este paso? Dios.