Calendario de Cuaresma. Sábado 16/3 (día 32de40)
Via Crucis. Meditaciones de San John Henry Newman.
Oh Dios, Padre omnipotente, noche y día te dirigimos la pregunta angustiosa: hasta cuándo durarán en la tierra tantos males? Hasta cuándo triunfarán los prepotentes y prosperarán los malvados? Hasta cuándo calumniarán al inocente sin que lo defiendas, perecerá el justo sin que le socorras? Ábrenos los ojos de la fe para poder reconocer que tú das sentido a todo, desde el momento en que estás siempre presente al lado de todo ser humano en tu Hijo amado, el Santo, el Inocente, el Cordero manso llevado por nosotros al matadero.
Haz que vivamos para él y nos adhiramos a su Palabra, en la que creemos y en la que queremos creer con todas nuestras fuerzas.
Aumenta nuestra fe, que nos mantengamos firmes y perseverantes en la hora en la que el misterio extiende su sombra sobre nuestro corazón amedrentado, hasta que se revele en plenitud tu sabio designio de amor.
CONTEMPLATIO: Alma cristiana, piensa en tu redención y liberación. Saborea la bondad de tu Redentor; incéndiate en el amor de tu Salvador. Dónde está la fuerza de Cristo? "Sus manos destellan su poder, allí está oculta su fuerza" (cf. Hab 3,4). Ahora bien, el poder está en sus manos porque han sido clavadas en los brazos de la cruz. Pero dónde está la fuerza en tal debilidad, dónde la grandeza en tal humillación, dónde el respeto en tal abyección?
Hay ciertamente algo desconocido, "oculto", en esta debilidad, en esta humillación, en esta abyección. !Oh fuerza oculta! Un hombre suspendido en la cruz suspende la muerte eterna a todo el género humano; un hombre clavado al madero desenclava al mundo, condenado a muerte perenne.
Fue él quien comprendió lo que agradaba al Padre y podía favorecer a los hombres, y libremente lo hizo. Así el Hijo manifestó al Padre una obediencia libre, cuando quiso realizar espontáneamente lo que sabía que agradaría a su Padre. Con este precio, no solamente el hombre queda exonerado de sus faltas la primera vez, sino que también es acogido por Dios cada vez que vuelve a él arrepentido. Nuestra deuda ha sido pagada por la cruz; por la cruz, nuestro Señor Jesucristo nos ha rescatado. Los que quieren recurrir a esta gracia con auténtico amor se salvan. Anselmo de Aosta, Oraciones y meditaciones; Meditación sobre la redención del hombre. Gracias a: Santa Clara de Estella y Ciudad Redonda
Haz que vivamos para él y nos adhiramos a su Palabra, en la que creemos y en la que queremos creer con todas nuestras fuerzas.
Aumenta nuestra fe, que nos mantengamos firmes y perseverantes en la hora en la que el misterio extiende su sombra sobre nuestro corazón amedrentado, hasta que se revele en plenitud tu sabio designio de amor.
CONTEMPLATIO: Alma cristiana, piensa en tu redención y liberación. Saborea la bondad de tu Redentor; incéndiate en el amor de tu Salvador. Dónde está la fuerza de Cristo? "Sus manos destellan su poder, allí está oculta su fuerza" (cf. Hab 3,4). Ahora bien, el poder está en sus manos porque han sido clavadas en los brazos de la cruz. Pero dónde está la fuerza en tal debilidad, dónde la grandeza en tal humillación, dónde el respeto en tal abyección?
Hay ciertamente algo desconocido, "oculto", en esta debilidad, en esta humillación, en esta abyección. !Oh fuerza oculta! Un hombre suspendido en la cruz suspende la muerte eterna a todo el género humano; un hombre clavado al madero desenclava al mundo, condenado a muerte perenne.
Fue él quien comprendió lo que agradaba al Padre y podía favorecer a los hombres, y libremente lo hizo. Así el Hijo manifestó al Padre una obediencia libre, cuando quiso realizar espontáneamente lo que sabía que agradaría a su Padre. Con este precio, no solamente el hombre queda exonerado de sus faltas la primera vez, sino que también es acogido por Dios cada vez que vuelve a él arrepentido. Nuestra deuda ha sido pagada por la cruz; por la cruz, nuestro Señor Jesucristo nos ha rescatado. Los que quieren recurrir a esta gracia con auténtico amor se salvan. Anselmo de Aosta, Oraciones y meditaciones; Meditación sobre la redención del hombre. Gracias a: Santa Clara de Estella y Ciudad Redonda