No temas; desde ahora serás pescador de hombres

 



     Domingo V del Tiempo Ordinario

 

El evangelista nos presenta la vocación de los discípulos con una simple nota final, después de la enseñanza a las muchedumbres (w. 1-3) y de una serie de milagros a través de los cuales Jesús manifiesta el poder de Dios en Cafarnaún (4,33-41). Lucas nos recuerda en la vocación de los primeros discípulos, como también hace Marcos, las estructuras esenciales del discipulado -la iniciativa de Cristo y la urgencia de la llamada-, pero subraya sobre todo el desprendimiento y el seguimiento.

El abandono debe ser radical por parte del discípulo: "Dejaron todo y lo siguieron" (v. 11), y el seguimiento es consecuencia de una toma de conciencia respecto a Jesús de una manera consciente y libre. Con todo, el tema principal del relato no es ni el desprendimiento ni el seguimiento, sino brindarnos unas palabras seguras del Maestro: "Desde ahora serás pescador de hombres" (v. 10). Existe una estrecha relación entre el milagro de la pesca milagrosa y la vocación del discípulo, y esa relación está afirmada en el hecho de que la acción del hombre sin Cristo es estéril, mientras que con Cristo se vuelve fecunda. Es la Palabra de Jesús la que ha llenado las redes y es la misma Palabra la que hace eficaz el trabajo apostólico del discípulo. Éste se siente llamado así, como el apóstol Pedro, a abandonarse con confianza a la Palabra de Jesús, a reconocer su propia situación de pecador y a responder a su invitación obedeciendo incluso cuando un mandato pueda parecerle absurdo o inútil. La respuesta de la fe es así fruto de la acogida de una revelación y de un encuentro personal con el Señor.