Comienza aquí -y continúa hasta Le 8,3- la llamada "pequeña inserción" de Lucas respecto a Marcos, su fuente. Lucas, a diferencia de Mateo, reduce las bienaventuranzas de ocho a cuatro, pero a las cuatro bienaventuranzas añade cuatro amenazas. Según la opinión de los exégetas, Lucas nos presentaría una versión de las palabras de Jesús más cercana a la verdad histórica, y esto tiene su particular relevancia. Con todo, bueno será recordar que la mediación de los diferentes evangelistas a la hora de referir las enseñanzas de Jesús no traiciona la verdad del mensaje; al contrario, la centran y la releen para el bien de sus comunidades.
Tanto las ocho bienaventuranzas de Mateo como las cuatro de Lucas pueden ser reducidas a una sola: la bienaventuranza -es decir, la fortuna y la felicidad- de quien acoge la Palabra de Dios en la predicación de Jesús e intenta adecuar a ella su vida. El verdadero discípulo de Jesús es, al mismo tiempo, pobre, dócil, misericordioso, obrador de paz, puro de corazón... Por el contrario, quien no acoge la novedad del Evangelio sólo merece amenazas, que, en la boca de Jesús, corresponden a otras tantas profecías de tristeza y de infelicidad. La edición lucana de las bienaventuranzas-amenazas se caracteriza asimismo por una contraposición entre el "ya" y el "todavía no", entre el presente histórico y el futuro escatológico. Como es obvio, la comunidad para la que escribía Lucas tenía necesidad de ser invitada no sólo a expresar su fe con gestos de caridad evangélica, sino también a mantener viva la esperanza mediante la plena adhesión a la enseñanza, radical, de las bienaventuranzas evangélicas.
Gracias a: Rezando Voy,Santa Clara de Estella y Ciudad Redonda