Su tumba se convirtió pronto en meta de peregrinaciones y lugar de milagrosas curaciones. Conrado de Marburgo, principal predicador de las cruzadas en Alemania, en su lucha contra los valdenses propuso el ejemplo de Isabel como modelo de la nueva espiritualidad, resultando de este modo ser el principal promotor de su causa de canonización (1235); escribió, además, como director espiritual suyo la primera biografía de la futura santa, en la que nos ha dejado estos datos y rasgos de su personalidad: «Pronto comenzó a destacar por sus virtudes, consolando y remediando a los hambrientos. Mandó construir un hospital y acogió en él gran cantidad de enfermos e inválidos...; llegó a agotar todas las rengas provenientes de los cuatro principados de su marido, .., se vio obligada a vender a favor de los pobres todas las joyas y vestidos lujosos... Por la mañana y por la tarde visitaba a todos sus enfermos y curaba a los más repugnantes... Su esposo no veía mal estas cosas. Muerto su esposo, quiso mendigar de puerta en puerta... Un Viernes Santo hizo renuncia de todas sus cosas... Fue a Marburgo, hizo edificar un hospital, en el que dio acogida a enfermos e inválidos, sentando a su mesa a los más míseros y despreciados... A esta gran actividad unió el don de la contemplación, de modo que, cuando volvía de la intimidad de la oración, su rostro resplandecía de un modo admirable y de sus ojos salían como unos rayos de sol... Recibidos los santos sacramentos, expiró como quien se duerme plácidamente.
Su culto fue promovido por numerosos monarcas y dinastías principescas de Europa. Se la considera como esposa devota, dotada de carismas espirituales que empleó a favor de pobres, enfermos y necesitados; como viuda ejemplar, que se desprende de todos sus haberes para darlos a los pobres. Muchos escritores de renombre se han ocupado de la vida de Santa Isabel. Luis Pérez Simón, O.F.M. Fuente: Dominicos.org
Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),
Colección Nuevo Año Cristiano de EDIBESA.