¿A quién iremos? Tú tienes el mensaje de
vida eterna. Pedro dice estas palabras a Jesús. Pero son dichas en un contexto muy
conflictivo: Jesús acababa de decir algo que contrarió y ofendió a su
audiencia, y los evangelios nos dicen que todos se marcharon quejándose de que
lo que Jesús estaba enseñando era “intolerable”. Entonces Jesús se vuelve
a sus apóstoles y les pregunta: “¿También vosotros os queréis marchar?” Pedro
responde: “¿A quién podemos ir?” Pero eso es más una expresión de resignación
estoica que una verdadera pregunta.
Sus palabras funcionan
a dos niveles. Superficialmente, expresan una indeseada humildad y debilidad
que a veces nos acosan a todos: “¡No tengo ninguna alternativa! Estoy tan
metido en esta relación que ahora no tengo otras opciones. ¡Estoy atascado en
esto!”. Ese es un humilde lugar para permanecer, y cualquiera al que han
abandonado en un auténtico compromiso se quedará al fin en ese lugar, sabiendo
que ya no tiene por más tiempo otra opción práctica.
Pero esas palabras
expresan también una incertidumbre mucho más profunda, a saber, ¿dónde puedo
encontrar sentido si no puedo encontrarlo en la fe en Dios? Todos nosotros nos
hemos hecho en algún momento esa pregunta. Si yo no creyera en Dios ni tuviera
fe ni religión, ¿qué daría sentido a mi vida?
¿A dónde podemos ir si ya no tenemos una fe explícita en Dios? A muchos
lugares, según parece. Pienso inmediatamente en tantos atractivos estoicos que
han luchado con esta pregunta y han encontrado alivio en varias formas de lo
que Albert Camus llamaría “rebelión metafísica” o en la clase de Epicureísmo
por la que Nikos Kazantzakis aboga en Zorba, el griego. Hay un
estoicismo que ofrece su propia clase de salvación arrastrando la vida y su
sentido simplemente por combatir el caos y la enfermedad por ninguna otra razón
que la que estos causan sufriendo y son una afreta a la vida, exactamente como
hay un Epicureísmo que basa la vida en el placer elemental. Hay -según
parecería- diferentes clases de santos.
Hay también diferentes clases de inmortalidad. Para algunos, interpretando
fuera de una fe explícita, se encuentra dejando un legado duradero en esta
tierra, teniendo hijos, llevando a cabo algo monumental o llegando a ser un
nombre muy conocido. A todos nos es familiar el axioma: ¡Planta un árbol,
escribe un libro, ten un hijo!
Poetas, escritores,
artistas y artesanos tienen con frecuencia su propio lugar para encontrar
sentido fuera de la fe explícita. Para ellos, la creatividad y la belleza
pueden ser fines en sí mismas. El arte por el arte. La creatividad misma puede
parecer suficiente.
Y hay todavía otros
para los que el sentido profundo se encuentra simplemente en ser buenos y ser
honrados por su propia causa. Hay también virtud por causa de la virtud, y la
virtud es en verdad su propio premio. Vivir simplemente una vida honrada y
generosa puede proporcionar suficiente sentido con el que andar por la vida.
Así, sucede que hay lugares para caminar fuera de la fe explícita donde uno
puede encontrar un sentido profundo. Pero ¿es esto en realidad así? ¿No creemos
que el verdadero sentido sólo se puede encontrar en Dios? ¿Qué decir acerca de
la clásica frase de san Agustín: Nos has hecho, Señor, para ti, y nuestros
corazones están inquietos hasta que descansen en ti? ¿Puede algo además de
la fe y Dios calmar de hecho los agitados fuegos que hay dentro de nosotros?
Sí, hay cosas que
pueden hacer eso, pero todos ellos -luchar contra el caos, curar enfermedades,
tener hijos, vivir para otros, fundar cosas, inventar cosas, lograr objetivos o
simplemente vivir vidas honradas y generosas- nos dejan, en un camino empezado,
irradiando las propiedades trascendentales de Dios y trabajando junto a Dios
para traer vida y orden al mundo. ¿Cómo es eso?
La teología cristiana nos dice que Dios es Uno, Verdadero, Bueno
y Bello. Y así, cuando un artista se entrega a crear la belleza,
cuando una pareja tiene un hijo, cuando los científicos trabajan para encontrar
remedio para diferentes enfermedades, cuando los artesanos construyen un
artefacto, cuando los arquitectos construyen, cuando los maestros enseñan,
cuando los padres cuidan de los hijos, cuando los atletas juegan una competición,
cuando los trabajadores manuales realizan una labor, cuando los administradores
dirigen negocios, cuando la gente sólo por razón de integridad vive en honradez
y generosidad, y -sí- incluso cuando los hedonistas beben hasta la saciedad
placeres terrenos, están, todos ellos, tengan fe explícita o no, actuando con
algo de fe porque están poniendo su confianza en la Unidad, Verdad,
Bondad y Belleza de Dios.
Señor, ¿a quién podemos ir? Tú solo tienes el mensaje de vida eterna. Bien, parece que hay
lugares a donde ir, y muchos van ahí. Pero estos no son necesariamente, como
sugiere a veces la literatura espiritual mal dirigida, lugares vacíos que están
equivocados y son autodestructivos. Existen, por supuesto, tales lugares,
“calles sin salida” espirituales; pero, más generalmente, mientras podemos ver
mirando simplemente la cantidad de energía positiva, amor, creatividad,
generosidad y honradez que aún llena nuestro mundo, esos lugares donde las
personas están buscando a Dios fuera de la fe explícita, aún las tiene en
encuentro con Dios.
Ron Rolheiser (Trad. Benjamin Elcano, cmf) - Lunes, 3 de julio de 2017
ronrolheiser.com/ / Todos sus artículos en ciudadredonda