Vio y creyó.

 




Domingo de Resurrección



"Mi alegría, Cristo, ha resucitado." Con estas palabras solía saludar san Serafín de Sarov a quienes le visitaban.

Con ello se convertía en mensajero de la alegría pascual en todo tiempo. En el día de pascua, y a través del relato evangélico, el anuncio de la resurrección se dirige a todos los hombres por los mismos ángeles y, después de ellos, por las piadosas mujeres a la vuelta del sepulcro, por los apóstoles y por los cristianos de las generaciones pasadas, ahora vivas para siempre en El que vive. Sus palabras son una invitación, casi una provocación. Esas palabras hacen resurgir en el corazón de cada uno de nosotros la pregunta fundamental de la vida: quién es Jesús para ti? Ahora bien, esta pregunta se quedaría para siempre como una herida dolorosamente abierta si no indicara al mismo tiempo el camino para encontrar la respuesta. No hemos de buscar entre los muertos al Autor de la vida. No encontraremos a Jesús en las páginas de los libros de historia o en las palabras de quienes lo describen como uno de tantos maestros de sabiduría de la humanidad. Él mismo, libre ya de las cadenas de la muerte, viene a nuestro encuentro; a lo largo del camino de la vida se nos concede encontrarnos con él, que no desdeńa hacerse peregrino con el hombre peregrino, o mendigo, o simple hortelano.

Él, el Inaprensible, el totalmente Otro, se deja encontrar en su Iglesia, enviada a llevar la buena noticia de la resurrección hasta los confines de la tierra.

En consecuencia, sólo hay una cuestión importante de verdad: ponernos en camino al alba, no demorarnos más, encadenados como estamos por los prejuicios y los temores, sino vencer las tinieblas de la duda con la esperanza.

Por qué no habría de suceder todavía hoy que encontráramos al Seńor vivo? Más aún, es cierto que puede suceder. El modo y el lugar serán diferentes, personalísimos para cada uno de nosotros. El resultado de este acontecimiento, en cambio, será único: la transformación radical de la persona. Encuentras a un hermano que no siente vergüenza de saludarte diciendo: "Mi alegría, Cristo ha resucitado"? Pues bien, puedes estar seguro de que ha encontrado a Cristo. Encuentras a alguien entregado por completo a los hermanos y absolutamente dedicado a las cosas del cielo? Pues bien, puedes estar seguro de que ha encontrado a Cristo...

Sigue sus pasos, espía su secreto y llegará también para ti esa hora tan deseada 



Realmente este hombre era Hijo de Dios. Calendario de Cuaresma. Domingo 24/3 (día 40de40)

 

Calendario de Cuaresma. Domingo 24/3 (día 40de40)

Lecturas de hoy / Comentario

Via Crucis. Meditaciones de San John Henry Newman.

Todos los aspectos de la lectura de la pasión en Marcos, entre otros muchos posibles, muestran esa teología de gran alcance cristiano, semejante a aquella que encontramos en Pablo, en la carta a los Corintios: «su fuerza se revela en la debilidad». Es lo que se ha llamado, con gran acierto, la sabiduría de la cruz, que es una sabiduría distinta a la que buscaban los griegos y los judíos. El Dios de la cruz, que es el que Marcos quiere presentarnos, no es Dios por ser poderoso, sino por ser débil y crucificado. Es evidente que este es un Dios que escandaliza; por ello se ha permitido que sea un pagano quien al final de la pasión, en el fracaso aparente de la muerte, se atreva a confesar al crucificado como Hijo de Dios. Sin duda que el relato de la pasión de Marcos busca su punto más alto en la muerte de Jesús como una «teofanía», en cuanto revela el poder de Dios que se manifiesta en la debilidad. Marcos pone de manifiesto, pues, que la lógica de Dios es muy distinta de la lógica humana. Pero es innegable que, desde la cruz, el Hijo de Dios confunde la sabiduría humana, la vanagloria, el poderío desbordante, porque frente a tanta miseria, Dios no puede ser un triunfador, sino un apasionado por el misterio de la muerte de Jesús que ha vivido para darnos la libertad. Fuente: Dominicos.org. Fray Miguel de Burgos Núñez

¿Qué mal ha hecho?

 



Domingo de Ramos



  La liturgia de hoy abre las celebraciones pascuales. Nos encontramos entre la muchedumbre que acude festiva a la entrada de Jesús en la ciudad santa y se nos invita a continuación a escuchar la dolorosa pasión que en Marcos da la definitiva respuesta a la pregunta que atraviesa todo el Evangelio: quién es Jesús?. Y también nosotros debemos ahora pronunciarnos a su favor con verdad y franqueza para no pasar -como hizo la muchedumbre- del hosanna al crucifige. Debemos preguntarnos si de verdad también nosotros estamos dispuestos a afrontar con el Maestro y nuestro Seńor el camino del amor. Es una senda que se manifiesta, en su aparente debilidad e inutilidad, en un abandono incondicionado a la voluntad del Padre. Si los discípulos de entonces, que habían palpado el Verbo de la vida, que habían hundido en  sus ojos la mirada, no lo han comprendido, sino que abandonaron y traicionaron a Jesús, cómo podremos nosotros presumir de ser fieles, engatusados como estamos por mil sirenas que nos ofrecen una felicidad efímera?

          Osaremos tener la mirada fija en Jesús, por lo menos en estos días santos, para no dar una mano al que trata de asfixiar al amor? Sólo a los pies de la cruz podrá renacer en nosotros una fe más madura en Jesús verdadero hombre y verdadero Dios, un Dios tan enamorado de su criatura que acepta morir por amor. Nuestra vida necesita esta fe para crear la novedad de gestos que sólo el amor humilde sabe inventar, y para transfigurar la trivialidad cotidiana en una maravillosa epifanía del Reino de Dios que está en medio de nosotros.



Conviene que uno muera por el pueblo y que no perezca la nación entera. Calendario de Cuaresma (día 39de40)

 

Calendario de Cuaresma. Sábado 23/3 (día 39de40)

Lecturas de hoy / Comentario

Via Crucis. Meditaciones de San John Henry Newman.

Después del "signo" de la resurrección de Lázaro, las autoridades judías están ya decididas a matar a Jesús, considerado un hombre peligroso. Si continúa haciendo milagros, ciertamente la muchedumbre, que ya había querido proclamarlo rey, lo declarará libertador de la nación, suscitando el furor de los romanos. Consiguientemente el templo podría ser destruido. Hay que evitar de cualquier modo este peligro.
La decisión muestra la ceguera total de los jefes respecto a Jesús. Desde la primera pascua Jesús había anunciado ser el nuevo templo, punto de convergencia de Israel y de toda la humanidad, pero no comprendieron sus palabras. Entonces intervino Caifás con su propia autoridad. Ya no le acusa de blasfemia, ni la ilegalidad de los actos de Jesús constituye el tema de su discurso; de su boca salen palabras dichas por "razón de Estado", dictadas por interés político. El individuo debe ser sacrificado "por" el bien común. Y con estas palabras, sin querer, se convierte en profeta.
Ciertamente, la misión de Jesús consiste en reunir a los hijos dispersos y formar con todos un único pueblo nuevo, en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y esto acontece porque él da la vida "por" los hombres. De este modo, en el plano histórico el sanedrín decide la muerte de Jesús, pero en realidad -y Juan se desplaza al plano teológico- el Padre está llevando a cabo su designio de salvación gracias a la adhesión filial de Cristo a su obra. 
MEDITATIO: El Concilio Vaticano II nos dice: "Los obispos, como sucesores de los apóstoles, reciben del Señor... la misión de enseñar a todos los pueblos y de predicar el Evangelio a todo el mundo, para que todos los hombres, por la fe, el bautismo y el cumplimiento de los mandamientos, consigan la salvación" {Lumen gentium, 24).
Y el Catecismo de la Iglesia en los nn. 858-859, nos recuerda que Jesús es el enviado del Padre. Desde el comienzo de su ministerio designó "a doce, a los que llamó apóstoles, para que lo acompañaran y para enviarlos a predicar" (Me 3,13-14). Desde entonces, serán sus "enviados" [esto es lo que significa la palabra griega apostoloi]. En ellos continúa la propia misión de Jesucristo: "Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros" (Jn 20,21; cf. 13,20; 17,18). Por tanto, su ministerio es la continuación de la misión de Cristo: "El que os recibe a vosotros, me recibe a mí", dice a los doce apóstoles (Mt 10,40; cf. Le 10,16).
        Jesús asocia a sus discípulos a su propia misión, recibida del Padre. Y como "el Hijo no puede hacer nada por su cuenta(Jn 5,19.30), sino que todo lo recibe del Padre que le ha enviado, también aquellos a quienes Jesús envía no pueden hacer nada sin él {cf. Jn 15,5), de quien reciben el encargo de la misión y el poder para cumplirla. Los apóstoles de Cristo saben, por tanto, que están calificados por Dios como "ministros de una nueva alianza" (2 Cor 3,6), "ministros de Dios" (2 Cor 6,4), "embajadores de Cristo" (2 Cor 5,20), "servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios(1 Cor 4,1). Gracias a: Santa Clara de Estella y Ciudad Redonda

En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó. Calendario de Cuaresma. Viernes 22/3 (día 38de40)

 

Calendario de Cuaresma. Viernes 22/3 (día 38de40)

Lecturas de hoy / Comentario

Via Crucis. Meditaciones de San John Henry Newman.

En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó.

Salmo 17:2-7

2 Dijo: Yo te amo, Yahveh, mi fortaleza,
(mi salvador, que de la violencia me has salvado).
3 Yahveh, mi roca y mi baluarte, mi liberador, mi Dios;
la peña en que me amparo, mi escudo y fuerza de mi salvación,
mi ciudadela y mi refugio.
4 Invoco a Yahveh, que es digno de alabanza,
y quedo a salvo de mis enemigos.
5 Las olas de la muerte me envolvían,
me espantaban las trombas de Belial,
6 los lazos del seol me rodeaban,
me aguardaban los cepos de la Muerte.
7 Clamé a Yahveh en mi angustia, a mi Dios invoqué;
y escuchó mi voz desde su Templo,
resonó mi llamada en sus oídos.

Soportar los ultrajes, ser objeto de burla a causa de la fe, es una señal de los creyentes, a lo largo del tiempo. Hace mal al cuerpo y al alma cuando no pasa un día sin que el nombre de Dios sea expuesto a la duda o la blasfemia.

Dónde está tu Dios? Yo lo confieso ante el mundo y ante todos sus enemigos cuando desde el abismo de mi miseria creo en su bondad, cuando desde la culpa creo en su perdón, desde la muerte en la vida, desde la derrota en su victoria, desde el abandono en su presencia llena de gracia. Quien ha encontrado a Dios en la cruz de Jesucristo sabe cómo Dios se esconde de modo sorprendente en este mundo, sabe cómo está presente al máximo precisamente donde pensábamos que estaba sumamente lejano. Quien ha encontrado a Dios en la cruz perdona también a todos sus enemigos, porque Dios le ha perdonado.

Oh Dios, no me abandones cuando tenga que padecer ultrajes; perdona a todos los ateos, porque me has perdonado a mí, y lleva a todos a ti, por la cruz de tu hijo amado. !Abandona cualquier preocupación y espera! Dios sabe el momento de ayudarte y llegará sin duda, pues es Dios verdadero. El será la salvación de tu rostro, pues te conoce y te ha amado aun antes de crearte. No dejará que caigas. Estás en sus manos. Sólo podrás dar gracias por todo lo sucedido, porque habrás aprendido que Dios omnipotente es tu Dios.

Tu salvación se llama Jesucristo.

Trinidad de Dios, te doy gracias por haberme elegido y amado. Te doy gracias por los caminos por los que me guías. Te doy gracias porque tú eres mi Dios. Amén (D. Bonhoeffer, Memoria e fedeltá, Magnano 1 995, 40s). Gracias a: Santa Clara de Estella y Ciudad Redonda

Recurrid al Señor, buscad su rostro... Calendario de Cuaresma. Jueves 21/3 (día 37de40)

Calendario de Cuaresma. Jueves 21/3 (día 37de40)

Lecturas de hoy / Comentario

Via Crucis. Meditaciones de San John Henry Newman.

El Señor se acuerda de su alianza eternamente.

Salmo 104: 4-9

4 Buscad a Yahveh y su fuerza,
id tras su rostro sin descanso,
5 recordad las maravillas que él ha hecho,
sus prodigios y los juicios de su boca!
6 Raza de Abraham, su servidor,
hijos de Jacob, su elegido:
7 él, Yahveh, es nuestro Dios,
por toda la tierra sus juicios.
8 El se acuerda por siempre de su alianza,
palabra que impuso a mil generaciones,
9 lo que pactó con Abraham,
el juramento que hizo a Isaac.

Siempre al frente de nuestras almas. Artículo.

En ocasiones, nada hay tan útil como una buena metáfora.

En su libro The God instinct (El instinto de Dios), Tom Stella ofrece esta historia: Unos hombres que se ganaban la vida como mozos de cuerda fueron contratados un día para transportar al hombro una ingente cantidad de bultos para un grupo en un safari. Sus cargas eran extraordinariamente pesadas y la travesía por la jungla resultaba escabrosa. Tras varios días de viaje se pararon, descargaron los bultos y rehusaron continuar. Ni ruegos, ni sobornos, ni amenazas lograron persuadirlos a que siguieran. Preguntados por qué no podían continuar, respondieron: “No podemos continuar: tenemos que esperar a que nuestras almas se pongan al corriente con nosotros”.

Eso mismo nos pasa a nosotros en la vida, aunque mayormente nunca esperamos a que nuestras almas se nos pongan al corriente. Continuamos sin ellas, a veces durante años. Lo que esto quiere decir es que luchamos por estar en el momento presente, sentirnos dentro de nuestra propia piel, ser conscientes de la riqueza de nuestra propia experiencia. Demasiado frecuentemente, nuestras experiencias no son muy conmovedoras porque no nos hacemos presentes a ellas. Me cito como ejemplo.

Durante los pasados veinticinco años, he mantenido un diario, un cuaderno de notas personales. Mi intención al mantener este diario es registrar las cosas más profundas de las que tengo conciencia a lo largo de cada día; pero generalmente lo que en realidad vengo a anotar es una simple cronología de mi día, un diario, una mera y escueta recopilación de lo que hice hora tras hora. Mis diarios no se asemejan mucho al Diario de Ana Frank, a Marcas de Dag Hammarskjold, ni a Mi diario en la abadía Genesee de Henri Nouwen. Mis diarios se asemejan más a lo que podríais lograr de un alumno que describe el día que ha vivido en la escuela, una simple cronología de lo que sucedió. Aun así, cuando vuelvo después de algunos años y leo un  relato de lo que hice en un día determinado, siempre me quedo asombrado de lo rica y plena que fue mi vida ese día, aunque no fuera muy consciente de ello en tal momento. Mientras en realidad vivía por aquellos días, principalmente estaba luchando por tener hechos mis deberes, estar pendiente de las cosas, cumplir con las expectativas, cultivar algunos momentos de amistad y recreación entre las presiones del día, y acostarme a una hora razonable. No había allí mucha alma; simplemente rutina, tarea y prisa.

Sospecho que esto no es atípico. Casi todos vivimos el mayor número de nuestros días no muy conscientes de lo ricas que son nuestras vidas, dejando para siempre olvidadas nuestras almas. Por ejemplo, muchas son las mujeres que dedican de diez a quince años de su vida a tener y criar hijos, con todo lo que eso implica, atender constantemente a las necesidades de alguno más, levantarse por la noche para dar de mamar a un niño, emplear las 24 horas del día en constante alerta, sacrificar todo el tiempo de asueto y dejar a la espera su carrera y su creatividad personal. Y aun así, frecuentemente esa misma mujer, más tarde, reflexiona sobre esos años y desea poder revivirlos; pero ahora de una manera más conmovedora, mucho más consciente de lo privilegiado que resultó hacer precisamente esas cosas que hizo con tanto tedio y cansancio. Años más tarde, mirando hacia atrás, ve qué rica y preciosa fue su experiencia y, a  causa de la carga y el estrés, qué poco presente estuvo su alma entonces a lo que estaba experimentando.

Esto puede ser multiplicado con mil ejemplos. Todos nosotros hemos leído escritos donde alguien cuenta de qué modo tan diferente procedería si volviera a vivir. Casi todas esas  historias vuelven a manejar el mismo motivo. Dada otra oportunidad, yo trataría de disfrutarla más, esto es, trataría de mantener mi alma más presente y más consciente.

Me temo que, para casi todos nosotros, nuestras almas sólo se pondrán al corriente con  nosotros cuando, finalmente, estemos en la tercera edad, con la salud disminuida, la energía menos intensa y ninguna oportunidad de trabajar. Parece que necesitamos primero perder algo antes de que lo apreciemos plenamente. Tenemos tendencia a tomar la vida, la salud, la energía y el trabajo por supuestos, hasta que nos los arrebatan. Sólo después del hecho caemos en la cuenta de qué ricas han sido nuestras vidas y qué pocas de esas riquezas asimilamos en su momento.

Nuestras almas, finalmente, se pondrán al corriente con nosotros, pero sería bueno que no esperáramos hasta que estuviéramos en vida asistida para que sucediera esto. Como los mozos de cuerda que descargaron sus bultos y se pararon, nosotros necesitamos pararnos y esperar a que nuestras almas se pongan al corriente.

Al comienzo de su sacerdocio, cuando el papa Francisco era director de un colegio, en un determinado momento del día tenía cortado el sistema de megafonía e interrumpía el trabajo que se estaba llevando en cada aula, con estas sugerencias: Sé agradecido. Marca tu horizonte. Haz balance de tu día. Ron Rolheiser (Trad. Benjamín Elcano, cmf) Fuente: Ciudad Redonda.org

El envejecimiento como monasterio natural. Artículo.

¿Qué es un monasterio? ¿Cómo funcionan los monasterios? San Benito (480-547 d. C.), que es considerado fundador del monacato occidental, ofreció este consejo como regla esencial para sus monjes: Permaneced en vuestra celda, que os enseñará todo lo que necesitáis saber. Correctamente entendida, resulta una rica metáfora, no un consejo literal. Cuando recomienda a un monje que permanezca en su celda y permita que esta le enseñe lo que él necesita saber, no se está refiriendo a una celda monacal en sentido literal. Alude al estado de vida en el que se encuentra un monje o cualquier otro.

A veces, esto ha sido expresado en la espiritualidad cristiana como ser fiel a tus deberes de estado. La idea expresada aquí es que, si eres fiel en el amor y en el buen corazón a la situación de vida en la que te encuentras, la vida misma te conducirá a la madurez y la virtud. Por ejemplo, una madre que se entrega con abnegación y fidelidad a la educación de sus hijos, alcanzará la madurez y el altruismo por medio de ese proceso. Su hogar será su celda monacal, y ella vendrá a ser metafóricamente la abadesa del monasterio (con algunos monjes muy jóvenes); además, el hecho de permanecer dentro de ese monasterio en el que se convierte su hogar, le enseñará todo lo que ella necesita saber. Educará a sus hijos, pero estos también la educarán a ella. La maternidad le enseñará lo que ella necesita saber y la transformará en una anciana sabia, una Sofía bíblica y arquetípica.

El proceso de envejecimiento es un monasterio natural. Si llegamos a vivir suficientemente, al fin, el proceso de envejecer transforma a todos en monjes. Los monjes emiten cuatro votos: pobreza, castidad,  obediencia y perseverancia. El proceso de envejecimiento, que nos mueve (aparentemente sin compasión) hacia la marginación, dependencia de los demás, alejamiento de una vida sexual activa y en una situación de vida de la que no habrá escapatoria, por decirlo así, nos impone esos cuatro votos. Pero, como aconseja san Benito, esto nos puede enseñar todo lo que necesitamos saber, y tiene poder, único como ninguno, de madurarnos muy  profundamente. Los monjes tienen secretos dignos de ser conocidos. Lo mismo hace el proceso de envejecimiento.

Esto puede ser particularmente instructivo frente a cómo podemos hacer de nuestros últimos días y nuestra muerte un don más radical para los demás. En los primeros siglos del Cristianismo, el martirio era entendido como la forma ideal de que un cristiano acabara sus días aquí, en la tierra. Se opinaba que era como una forma radical de imitar a Cristo y entregar tu vida como un don. Por descontado, esto tuvo que ser reconsiderado después de que el Cristianismo viniera a ser la religión del estado y los emperadores ya no martirizaran a los cristianos. Después hubo diversos intentos al hacer esto, martirio metafóricamente. Una manera bastante popular de realizarlo era que, después de educar a sus hijos y arribar a la edad del retiro, una pareja se separaba y cada uno se marchaba a un monasterio diferente, donde vivía el resto de su vida como monje o monja.

Los místicos cristianos clásicos tratan de cómo, en la última fase de nuestras vidas, deberíamos entrar en algo que ellos denominan la noche oscura del espíritu, esto es, que efectuemos proactivamente una decisión radical fundada en la fe de entrar en una situación de vida donde ya no seamos capaces de cuidarnos sino debamos confiar, con fe viva, en que Dios proveerá en favor nuestro. Esto tiene paralelismo con la espiritualidad hindú, la cual sugiere que, en la etapa última y plenamente madura de la vida, deberíamos llegar a ser sannyasin, un mendigo  anciano y santo.

Sospecho que la mayoría de nosotros nunca renunciaremos a todas nuestras pasadas seguridades, ni nos acomodaremos expresamente en una situación en la que estemos imposibilitados de proveernos y cuidar de nosotros mismos. Pero aquí es donde la naturaleza toma parte. El proceso de envejecimiento lo hará por nosotros. Nos transformará en sannyasin y nos introducirá en la noche oscura del espíritu.

¿Cómo? Conforme envejezcamos y nuestra salud decline y nos encontremos más marginados para conseguir un puesto vital en la sociedad, perderemos progresivamente nuestra capacidad de cuidarnos. Por fin, si vivimos suficientemente, para la mayoría de nosotros significará ingresar en un centro asistencial, lo cual es de hecho un monasterio natural.

¡Qué metáfora más lograda! Un centro de vida asistida, como monasterio natural. La metáfora resulta adecuada para lo que significa entrar (por alistamiento) en la noche oscura del espíritu y lo que significa ser un mendigo anciano y santo, un sannyasin. En esencia, significa esto: cuando alguien está en un centro de vida asistida, al margen de si es millonario o pobre, las reglas son idénticas para todos. Dado que tú ya no eres capaz de valerte por ti mismo (y en absoluto tienes que hacerlo), vives una vida monástica de obediencia y dependencia.

En la vida asistida, vives al son de la campana monástica y mueres como un mendigo anciano y santo. Ron Rolheiser (Trad. Benjamín Elcano, cmf) Fuente: Ciudad Redonda.org

Yo os aseguro que el grano de trigo seguirá siendo un único grano de trigo a no ser que caiga dentro de la tierra y muera; sólo entonces producirá fruto abundante.

 



Domingo 5º de Cuaresma



También nosotros queremos verte, Jesús, en esta hora en que, como semilla, te siembras en la tierra de nuestro dolor y germinas en apretada espiga, esperanza de mies abundante. Tú nos descubres qué dulce es morir para el que ama y se da con alegría. Perder la vida por ti y contigo es encontrarla. Entonces hasta el llanto florece en sonrisa.

En tus llagas encontramos refugio y en ellas recobra sentido el padecer humano. Sólo mirándote hallamos fuerza para abandonarnos confiadamente en las manos paternas de Dios. Purifica los ojos de nuestro corazón hasta que, no como en un espejo ni de modo confuso, sino en un amoroso cara a cara te veamos como eres. Amén.