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Nuestra parroquia del Corazón de María. Imagen central del altar.
He escuchado al papa Francisco contar una historia popular del sur de Italia referida a la Virgen de los mandarinos. Es la Virgen a la que tienen devoción los granujas, los ladrones... Cuentan que la Virgen los quiere y le rezan porque, cuando lleguen al cielo, como ella está mirando la cola de gente que llega... cuando los ve, les hace un gesto con la mano, como diciéndoles que no pasen, que se escondan. Y a la noche, cuando está todo oscuro y no está san Pedro, les abre la puerta. «Detrás de esta historia -dice Francisco- hay una verdad muy grande. Ahí se esconde una gran teología: una Madre cuida a su hijo hasta el fin, y trata de salvarle la vida siempre». (Pulsa en el enlace superior para leer todo el artículo)