Santo cura de Ars, Juan María Vianney; Patrono de los párrocos. 4 de agosto.

Nació en Dardilly (Lyon, Francia) en 1786. Eran los agitados tiempos de la Revolución Francesa. Tuvo que superar grandes dificultades en los estudios para llegar a ordenarse de sacerdote en 1815. Fue despedido del seminario de Lyon por insuficiencia, pero con la ayuda del abate de Balley pudo completar los estudios. Después de la ordenación comenzó su ministerio, pero sin licencias aún para oír confesiones. Completada su formación, se le confió la parroquia de la pequeña aldea de Ars, que gobernó y promocionó maravillosamente con su constante predicación, mortificación, oración y caridad. Difundió el mensaje evangélico con la catequesis que a diario impartía a niños y adultos, con la reconciliación que administraba a los penitentes, con sus obras de ardiente caridad alimentada en la Eucaristía. Estaba dotado de unas cualidades extraordinarias como confesor, lo cual hacía que acudieran a él fieles de todas partes. Murió el 4 de agosto de 1859. Pío XI lo nombró patrono de los párrocos
Oración: Dios de poder y misericordia, que hiciste admirable a san Juan María Vianney por su celo pastoral, concédenos, por su intercesión y su ejemplo, ganar para Cristo a nuestros hermanos y alcanzar, juntamente con ellos, los premios de la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 

La particular solicitud por la salvación de los otros, por la verdad, por el amor y la santidad de todo el pueblo de Dios, por la unidad espiritual de la Iglesia, que nos ha sido confiada por Cristo junto con la potestad sacerdotal, se explica de varias maneras [...].

Sois portadores de la gracia de Cristo, Eterno Sacerdote, y del carisma del buen pastor. No lo olvidéis jamás; no renunciéis nunca a esto; debéis actuar conforme a ello en todo tiempo, lugar y modo. En esto consiste el arte máxima a la que Jesucristo os ha llamado. "Arte de las artes es la guía de las almas", escribía san Gregorio Magno.

Os digo, por tanto, siguiendo sus palabras: esforzaos por ser los "maestros" de la pastoral. Ha habido ya muchos en la historia de la Iglesia. Es necesario citarlos?

Nos siguen hablando a cada uno de nosotros, por ejemplo, san Vicente de Paúl, san Juan de Ávila, el santo cura de Ars, san Juan Bosco, el beato Maximiliano María Kolbe y tantos otros (Juan Pablo II, Carta a los obispos y a los sacerdotes, Jueves Santo de 1979, 6).

 Algunos dichos del santo:
"La mayor de las tentaciones es no tener ninguna".
"Es nuestro orgullo lo que nos impide ser santos".
"Los santos se conocían a sí mismos mejor de lo que conocían a los otros:
        por esa razón eran humildes".
"El hombre tiene una hermosa tarea: orar y amar".
"La Santa Virgen es como una madre que tiene muchos hijos:
        está continuamente ocupada yendo de uno a otro".
"Los pecados que se esconden volverán a salir todos a flote".
"El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús".
"El hombre, creado por amor, no puede vivir sin amor: o ama a Dios, o ama al mundo".
"El pecado es el verdugo del buen Dios y el asesino del alma". 

Se dice que el sacramento de la penitencia está en crisis, pero está en crisis porque los que deben ser perdonados no se preocupan y no se dan cuenta, o está en crisis porque los ministros ya no viven la pasión y la muerte del Señor que perdona?

Acudamos al ejemplo del santo cura de Ars. Éste era su  tormento: quería confesar, y una de las pruebas más grandes de su vida fue que, cuando fue enviado como párroco a Ars, se dio cuenta de que no se confesaba nadie. No dijo: "Peor para ellos", no hizo una estadística. No; se consumía ante el sacramento de día y de noche, porque quería que los pecadores se confesaran y tenía un sentido tan vivo del pecado de estas criaturas que no vivía en paz. El sufrimiento por el pecado significaba que era, en el fondo, la matriz de este carácter ministerial que se expresaba después con la asiduidad al sacramento del perdón. Al final de su vida estaba totalmente identificado con el confesionario, incluso con la materialidad del habitáculo, en el que estaba prisionero día y noche.

Poco antes de morir, confesó a dos personas intemperantes e insensatas que no se detuvieron ni siquiera ante un moribundo. Él no se negó: vivir no era importante, confesar era esencial (A. Ballestrero, Alia scuola del Curato d'Ars, Cásale Monf. 1995, pp. 50ss). Fuentes: Texto (Santa Clara de Estella) Imagen: (Desde la Fe)

Para cuando te entra el hambre: Los Matefaims del cura de Ars.


Una receta sencilla y humilde, como el mismo san Juan María Vianney. Fuente: Alteia.org

Imágenes y frases de santo (Fuente: Instagram)