Se ha dicho que san Francisco entró en la gloria desde antes de morir y
que es el único santo a quien todas las generaciones hubiesen canonizado
unánimemente. Estas exageraciones, que no carecen de fundamento, nos permiten
afirmar con la misma verdad que san Francisco es el único santo de nuestros días
a quien todos los no católicos estarían de acuerdo en canonizar.