Domingo X del tiempo ordinario
** Cristo, quién eres? El evangelio cuenta la vida de Jesús como una lucha continua contra el mal que tiende a dominar al hombre. El "Hijo del hombre" se encuentra frente a frente con el poder destructor del mal, al que contrapone la promesa y la experiencia del Reino de Dios, que ha llegado a nosotros con él. El motivo central del evangelio de hoy es, precisamente, la pregunta sobre quién es Jesús para el hombre.
La primera parte del texto se concentra en la negación de los que se oponen a reconocer en Jesús la presencia de Dios. La acusación de ser un "endemoniado" ("Con el poder del príncipe de los demonios expulsa a los demonios ": v. 22) provoca una respuesta reveladora por parte de Jesús: el poder del mal está en dividir, en disgregar, mientras que toda la vida y las acciones de Jesús manifiestan la fuerza sanadora de Dios. Jesús revela esta "verdad" religiosa -dice el texto- "en parábolas", o sea, a través de gestos y signos confiados a la libre acogida, a una decisión a favor o en contra de él. Ésa es la razón de que la acogida o el rechazo de Jesús resulten determinantes para la lucha contra el poder del mal sobre los hombres. Éste es asimismo el sentido de esta enigmática afirmación del evangelio: "Os aseguro que todo se les podrá perdonar a los hombres, los pecados y cualquier blasfemia que digan, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás; será reo de pecado eterno".
El rechazo a ver en Jesús el signo de Dios presente entre nosotros constituye asimismo la clave de la respuesta a la pregunta con la que termina el evangelio de hoy: "Quiénes son mi madre y mis hermanos?". Mirando a los que estaban junto a él, Jesús respondió de una manera espontánea y provocadora al mismo tiempo: "El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre".