Queridos hermanos y hermanas, quisiera que en este mes oremos por los que huyen de su país.
Al drama que viven las personas forzadas a abandonar su tierra huyendo de guerras o de la pobreza, se une muchas veces el sentimiento de desarraigo, de no saber a dónde se pertenece.
Además, en algunos países de llegada, los migrantes son vistos con alarma, con miedo.
Aparece entonces el fantasma de los muros: muros en la tierra que separan a las familias y muros en el corazón.
Los cristianos no podemos compartir esta mentalidad. El que acoge a un migrante, acoge a Cristo.
Debemos promover una cultura social y política que proteja los derechos y la dignidad del migrante. Y que los promueva en sus posibilidades de desarrollo. Y que los integre.
A un migrante hay que acompañarlo, promoverlo e integrarlo.
Oremos para que los migrantes que huyen de las guerras o del hambre, obligados a viajes llenos de peligro y violencia, encuentren aceptación y nuevas oportunidades en la vida. Papa Francisco – Junio 2024