Santoral del mes de abril



¡Feliz Pascua de Resurrección del Señor-Jesús! En medio de un mundo y de un tiempo tan convulsos, la Iglesia vuelve a decirnos:¡Cristo ha resucitado verdaderamente, aleluya! Una buena noticia que, “saltando” de generación en generación, ha llegado hasta nuestros días. ¡Nada ha habido tan grande como este acontecimiento histórico!
Los santos y los mártires son los mejores testigos de esta esperanza tan necesaria. Os anticipamos el santoral de Abril...
Fuente: evangeli.net

Comprensión y compasión del Viernes Santo

@Ron Rolheiser, OMI
Fuente:

(Trad. Benjamín Elcano) - 
Mientras Jesús está siendo crucificado, dice estas palabras: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen”. No es fácil decir estas palabras, y es quizás aun más difícil entenderlas en su profundidad. ¿Qué significa, en realidad, comprender y perdonar una acción violenta contra ti?
Hay varias respuestas aquí: Por ejemplo, en una trágica nota, compartida incontables veces en los medios sociales, un hombre que perdió a su esposa en los ataques terroristas de París en 2015, escribió estas palabras, dirigidas a aquellos que habían matado a su esposa:
El viernes por la tarde, robasteis la vida de una persona excepcional, el amor de mi vida, la madre de mi hijo, pero no tendréis mi odio. No sé quiénes sois, ni quiero saberlo: sois almas muertas. Si este Dios por el que matáis ciegamente nos hizo a su imagen, cada bala del cuerpo de mi esposa es una herida en mi corazón. Así que no, no os daré la satisfacción de odiaros. Vosotros lo queréis, pero responder al odio con ira sería ceder a la misma ignorancia que os hizo lo que sois. … Somos solamente dos, mi hijo y yo, pero somos más poderosos que todos los ejércitos del mundo… cada día de su vida este niño pequeño os insultará con su felicidad y libertad”.
A la vez que esta respuesta es admirablemente heroica, no resulta -creo yo- lo bastante profunda en su comprensión y compasión. Virtuosa y todo como es, carga no obstante una nota de separación moral, de una cierta superioridad. Además, le falta todo reconocimiento de ser de alguna manera cómplice en las desafortunadas circunstancias de cultura e historia que ayudó a provocar este horrible acto porque evita la pregunta: ¿Por qué me odias? Es una nota muy positiva y útil en su rechazo del odio; pero -me temo- puede tener exactamente el efecto opuesto en aquellos a quienes se acusa. Aún encenderá más su odio.
Contrastad esto con la carta que el abad trapense Christian de Cherge, escribió a su familia, poco antes de que fuera ejecutado por terroristas islámicos. Escribe:
“Si sucediera un día -y puede ser hoy- que llegara a ser víctima del terrorismo que ahora parece dispuesto a cercar a todos los extranjeros que vivimos en Argelia, me gustaría que mi comunidad, mi Iglesia, mi familia recordaran que mi vida fue entregada a Dios y a este país. Les pido que acepten que el Único Maestro de toda vida no fue extraño a esta brutal partida. … Les pido poder asociar tal muerte a las otras muchas muertes que fueron tan violentas, pero olvidadas por la indiferencia y el anonimato. … He vivido suficiente tiempo para saber que tengo parte en el mal que, por desgracia, parece prevalecer en el mundo, incluso en el que me golpearía ciegamente. Querría, cuando llegue el momento, tener un momento expreso que me permitiera pedir perdón a Dios y a todos mis compañeros seres humanos; y, al mismo tiempo, perdonar con todo mi corazón a aquel que me matara. … No veo, de hecho, cómo podría gozar si esta gente a la que quiero fuera acusada indiscriminadamente de mi asesinato. Sería pagar demasiado caro lo que, quizás, será llamado “la gracia del martirio”, para deberlo a un argelino -cualquiera que pueda ser- especialmente si dice que está actuando en fidelidad a lo que él cree que es el Islam. Conozco el desdén con el que los argelinos en conjunto pueden ser mirados. Conozco también la caricatura del Islam que un cierto género de Islamismo anima. Es demasiado fácil dar a uno mismo una buena conciencia identificando esta conducta religiosa con las ideologías fundamentalistas de los extremistas. … Esto es lo que podré hacer, si Dios quiere: sumergir mi mirada en la del Padre, contemplar con él a sus hijos del Islam exactamente como él los ve, todos brillando con la gloria de Cristo, el fruto de su Pasión, lleno del Don del Espíritu, cuyo secreto gozo estará siempre para establecer comunión y formar de nuevo la semejanza, deleitándose en las diferencias. … Y tú también, amigo de mi momento final, (mi ejecutor), que no serías consciente de lo que estabas haciendo. Sí, para ti también deseo este “gracias” -y este “adieu”- para encomendarte al Dios cuyo rostro veo en el tuyo. Y que nos encontremos unos con otros, felices “buenos ladrones”, en el Paraíso, si a Dios place, el Padre de nosotros dos. Amén.
¡Ah, tener la gracia y compasión de contar con echar un trago, un día, con nuestros enemigos en el cielo, riéndonos juntos de nuestro antiguo y desviado odio, bajo la amorosa mirada del mismo Dios!

PASCUA SIN FECHA EN EL CALENDARIO

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

         Tan importante para nosotros es lo que ayer comenzamos a celebrar... que para la Liturgia hoy no es Lunes. Es domingo. Y mañana también. Y pasado. Y así durante ocho días. Un domingo larguísimoooooo que seguimos celebrando, con distintos tonos y matices, durante 50 días. Tienen que ser más días que los que dedicamos a su preparación (la cuaresma-cuarentena), aunque a veces tengo la sensación de que la «cuaresma» tiene más «poder», más intensidad, más esfuerzo... en nuestra espiritualidad y costumbres, que el tiempo de Pascua. Para no pocos, cuando llega el «domingo principal» es como decir: «ya está, asunto resuelto». Ya hemos llegado.
           La Cuaresma venía acompañada del color morado, del ayuno, de la abstinencia, de las privaciones, de las confesiones y celebraciones penitenciales, los vía crucis... Y en cambio la Pascua.... No sé si tendríamos que «inventarnos» también algo que le diera más relevancia, que nos ayudara a vivirla más y mejor. Por ejemplo, qué poco extendidos están entre nosotros los «Vía Lucis». O los encuentros fraternos para compartir experiencias, comer juntos, y pasarlo bien. O encuentros de oración en clave «acción de gracias» (nuestro Papa nos insiste en lo importante que es aprender a caminar con un corazón agradecido), multiplicar las flores en nuestras casas (siempre que no sean de plástico, claro, jeje), proponernos pasear, encontrándonos con la naturaleza en estallido primaveral...
            Lo que sí se multiplican son los «aleluyas» y las «felices pascuas» (entre creyentes, que esta costumbre no nos la han robado los escaparates), y los «glorias». Desde mi experiencia, esto resulta un poco contradictorio para no pocos hermanos. Porque lo dice el calendario litúrgico ¿hay que alegrarse, y dar votes de alegría, y ponerse a cantar? Algunos no han visto que la llegada de la Pascua suponga cambiar sus difíciles situaciones personales y vitales. Siguen con sus achaques de salud, o su soledad, o con dificultades económicas, o... A uno le puede «pillar» la Pascua lleno de ilusiones, proyectos, esperanzas y ganas de mil cosas... pero a otros puede «pillarles» en un prolongado Viernes Santo, gris, sin fuelle vital, agotados, tristes... ¿De qué manera la llegada de la Pascua con sus aleluyas «casa» con todo esto? ¿De qué les sirve a algunos que les digan «alegraos, Cristo ha resucitado»?
           Lo primero que tendríamos que recordarnos es que la Pascua, más que hablarnos de lo que tenemos que hacer o sentir... nos habla de Dios. Dice la primera lectura de hoy, junto con el Salmo:
«Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte». "Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, exulta mi lengua, y mi carne descansa esperanzada. Porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia."
             Es decir: celebramos que Dios no se ha quedado cruzado de brazos antes el sufrimiento del Justo Jesús. Celebramos que el sufrimiento, el rechazo y la muerte de Jesús no tienen la última palabra. Y por eso, teniendo al Señor a mi derecha, no vacilaré y podré descansar ESPERANZADO. Mi realidad será la que sea, pero el Señor Dios no falla a los que confían en él... El testimonio personal de muchos de sus discípulos (y discípulas!!!, en el Evangelio de este día conviene resaltar la importancia de las mujeres) que han experimentado el consuelo, la alegría, la paz, la fortaleza y el sentido o respuesta que tenían todos sus sufrimientos y esperanzas... nos ayuda con nuestras dificultades concretas. 
             Para los discípulos de Jesús fue «Pascua» cuando experimentaron la presencia salvadora de Jesús que les alegraba el corazón. Ese día para ellos «fue domingo». Y para nosotros será también domingo, será Pascua, cuando el Señor nos salga al paso (pascua) y nos quite los miedos, las dudas... y nos abra a una «mañana de luz». No sabemos cuándo ocurrirá, pero ocurrirá. El Resucitado no está ya atado a nuestros calendarios. Tiene su propio tiempo. No hay fecha. Pero ese día será Domingo, aunque sea jueves o lunes.
            El Señor Resucitado sigue enseñándonos el sendero de la vida, no dejará que caigamos en una muerte sin salida, sin sentido, sin mañana... y nos saciará de gozo en su presencia. Y eso es lo que nos alegra el corazón..., lo que celebramos, lo que tal vez hayamos experimentado ya, «en Galilea»... o tendremos ocasión de experimentar cuando el Señor nos salga al paso inesperadamente en nuestros caminos. Caminamos con esperanza de Pascua, aunque sea de noche. Pero entre tanto... nos postraremos en adoración a sus pies y seguiremos confiando en su amor, más fuerte que la muerte.
Que la vida del Resucitado esté contigo y en ti
Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

Comentario al Evangelio de hoy 


Fuente:

¡Ven a descubrir el sepulcro de Cristo!



"Mañana de la Resurrección" Eugène Burnand, 1898.
Museo d'Orsay (París)

Despuntan las primeras luces sobre el monte de los olivos. Dos discípulos corren hacia el sepulcro en la mañana de la Resurrección. San Pedro, el más veterano de los doce, profundamente arrepentido ya de haber negado a Cristo días antes, y el más joven, San Juan, el único que tuvo el valor de permanecer junto a la Cruz y en consecuencia no sufriría el martirio.

Eugène Burnard, pintor suizo de gran mérito, pero poco conocido, ha plasmado con dinamismo casi cinematográfico la prisa que les embarga: los cuerpos están inclinados hacia adelante, en actitud casi de carrera, y los cabellos y túnicas ondulan al viento. San Juan con las manos en actitud de oración y San Pedro sobre el pecho. Corren hacia el lugar donde se produjo el acontecimiento que cambió para siempre la Historia de la Humanidad.

En el brillo de los ojos bien abiertos de San Pedro y en la intensa mirada de San Juan hay una mezcla de ansiedad y esperanza, parecida a la de un padre o a la de los abuelos aguardando las noticias de un nacimiento inminente. Están a punto descubrir una nueva vida, pero les envuelve la incertidumbre porque es un misterio que transciende la comprensión humana.

En el movimiento y en la inmediatez de la escena se escucha el eco del mensaje que María Magdalena les ha transmitido minutos antes. Casi se puede apreciar su voz en la distancia. Y así, en cierto modo, está ella también en el cuadro.

San Juan, dice el Evangelio, corría más deprisa y llegó primero y, agachándose, "vio los lienzos tirados, pero no entró". Esperó a que llegara Simón Pedro, y que entrara primero, para hacerlo él después. El amor es ágil, vuela, le hace correr más rápido. Pero ese mismo amor le lleva a dar preferencia a aquél a quien el Señor había elegido como su sucesor y cabeza de la Iglesia. Un pequeño detalle, pero elocuente, que muestra el espíritu jerárquico de la Iglesia.

Te invito a ti, ahora, a perderte en la mirada de estos discípulos y descubrir con ellos el sepulcro vacío de Cristo. Deja vagar por unos instantes tu pensamiento y, si quieres, haz que permanezca en el tiempo...




El poder del miedo

@Ron Rolheiser, OMI
Fuente:

Ron Rolheiser (Trad. Benjamín Elcano) - 
El miedo es el latido del impotente. Así escribe Cor de Jonghe. Nosotros podemos lidiar con casi todo, excepto con el miedo.
La escritora espiritual belga Bieke Vandekerckhove, en un excelente libro, El sabor del silencio, trató muy sinceramente sobre los demonios que la acosaron mientras afrontaba una enfermedad terminal a la edad de diecinueve años. Eligió tres demonios particulares que la atormentaron mientras se enfrentaba a la probabilidad de la muerte, tristeza, ira y miedo, e indicó que podemos luchar más fácilmente con los dos primeros, la tristeza y la ira, de lo que podemos luchar con el tercero, el miedo. Aquí está su pensamiento:
La tristeza puede ser maniobrada por medio de las lágrimas, por medio de la pena. La tristeza nos llena como un vaso de agua, pero un vaso puede ser vaciado. Las lágrimas pueden disipar la tristeza de su mordisco. Sin duda, todos nosotros hemos experimentado la liberación, la catarsis que puede venir por medio de las lágrimas. Las lágrimas pueden ablandar el corazón  y quitar el amargor de la tristeza, aun cuando permanezca su peso. La tristeza, sin importar lo pesada que sea, tiene una válvula de escape. La ira también. La ira puede ser expresada, y su misma expresión ayuda a relajarla de modo que salga de nosotros. De esto, sin duda, también hemos tenido experiencia. La precaución, por supuesto, es que, expresando ira y dándole desahogo, necesitamos tener cuidado de no herir a otros, que es el peligro de siempre cuando tratamos con la ira. Con la ira, tenemos muchos escapes: Podemos gritar con rabia, percutir el tambor, golpear una bolsa, decir palabrotas, hacer ejercicio físico hasta quedarnos exhaustos, aplastar algún mueble, proferir amenazas asesinas y bramar por incontables cosas. Esto no es necesariamente racional, y algunas de estas cosas no son necesariamente morales, pero ofrecen algún desahogo. Tenemos medios para luchar con la ira.
El miedo, por otro lado, no tiene tales válvulas de escape. Las más de las veces, no hay nada que podamos hacer para aligerarlo o desprendernos de él. El miedo nos paraliza, y esta parálisis es la verdadera cosa que nos roba la fuerza que necesitaríamos para combatirlo. Podemos percutir un tambor, gritar malas palabras o llorar lágrimas, pero el miedo permanece. Además, a diferencia de la ira, el miedo no puede ser descargado en ningún otro, aun cuando a veces lo intentemos, por víctima inocente. Pero, al fin, esto no funciona. El objeto de nuestro miedo no se va simplemente porque nosotros queramos que se vaya. El miedo sólo puede ser sufrido. Tenemos que vivir con él hasta que él se aleje por sí mismo. A veces, como el Libro de las Lamentaciones señala, todo lo que podemos hacer es poner nuestra boca en el polvo y esperar. Con el miedo, a veces todo lo que podemos hacer es sobrellevarlo con paciencia.
¿Qué lección hay en esto?
En sus memorias, la poetisa rusa Anna Akhmatova relata un encuentro que tuvo una vez con otra mujer, mientras las dos esperaban fuera de una prisión rusa. Sus respectivos esposos habían sido puestos en prisión por Stalin, y ambas estaban allí para llevar cartas y paquetes a sus esposos, de igual manera como estaban algunas otras mujeres. Pero la escena venía a ser como algo sacado de la literatura existencial del absurdo. La situación era grotesca. Primero, las mujeres estaban sin saber si sus esposos aún estaban vivos y también desconocían si los guardas darían alguna vez a esos esposos suyos las cartas y paquetes que ellas dejaban. Además, los guardas, sin ninguna razón, las hacían esperar durante horas en la nieve y el frío antes de recoger sus cartas y paquetes, y a veces ni siquiera recibían a las mujeres. No obstante, cada semana, a pesar de lo absurdo de esto, las mujeres volvían, esperaban en la nieve, aceptaban esta injusticia, hacían vigilia y trataban de llevar cartas y paquetes a sus esposos presos. Una mañana, mientras ellas estaban aguardando, aparentemente sin ningún fin a la vista, una de las mujeres reconoció  Akhmatova y le dijo: “Eh, tú eres una poetisa.¿Puedes decirme qué está pasando aquí?” Akhmatova miró a la mujer y respondió: “Sí, puedo”. Y entonces algo como una sonrisa se cruzó entre ellas.
¿Por qué la sonrisa? Simplemente, para poder dar el nombre de algo, sin importar qué absurdo o injusto es, sin importar nuestra incapacidad de cambiarlo, es para estar algún tanto libre de ello, más aún, trascendente de alguna manera. Llamar a algo correctamente es librarnos en cierto modo de su dominación. Por eso los regímenes totalitarios temen a los artistas, escritores, críticos religiosos, periodistas y profetas. Dan nombre a las cosas. Esa es finalmente la función de la profecía. Los profetas no predicen el futuro, nombran correctamente el presente. A Richard Rohr le gusta decir: No todo puede ser fijado o curado, pero todo debería ser llamado correctamente. James Hillman tiene su propio modo de pensar esto. Sugiere que un síntoma sufre máximamente cuando no sabe a dónde pertenece.
Esto puede resultar útil tratando del miedo en nuestras vidas. El miedo puede volvernos impotentes. Pero, llamando a eso correctamente, reconocer a dónde pertenece ese síntoma y qué impotentes nos deja, puede ayudarnos a vivir con él, sin tristeza ni ira.      

El Camino Neocatecumenal y el Papa Francisco



Familia española deja todo para irse de misiones a Japón


Papa a familias Neocatecumenales en misión: Yo me quedo aquí pero mi corazón se va con vosotros


Kiko Argüello: Doy las gracias al Papa y a las familias que parten


Los siete grandes cambios que ha realizado el Papa Francisco



Semana Santa 2016





 DOMINGO DE RAMOS 20 de Marzo: 12:15 Bendición y Procesión

En las otras misas, bendición de ramos al principio. No hay procesión

Lunes 21 Martes 22 y Miércoles 23 misas normales

JUEVES SANTO 24 de Marzo:
  • 11:00 LAUDES
  • 17:00 EUCARISTÍA
  • 18:30 CENA DEL SEÑOR
  • 22:00 HORA SANTA
VIERNES SANTO 25 de Marzo:
  • 11:00 LAUDES
  • 12:30 VIA CRUCIS
  • 17:30 LA PASION DEL SEÑOR
  • 20:00 ORACION JUNTO A LA CRUZ
SÁBADO SANTO 26 de Marzo:
  • 11:00 LAUDES
  • 12:30 ORACIÓN CON MARÍA
  • 22:00 VIGILIA PASCUAL
DOMINGO DE RESURRECCIÓN 27 DE Marzo: Misas de Domingo


¡¡¡ FELICES PASCUAS!!!


Camino Neocatecumenal


¿Quiénes somos? 

La naturaleza del Camino Neocatecumenal es definida por S.S. Juan Pablo II cuando escribe "Reconozco el Camino Neocatecumenal como un itinerario de formación católica, válido para la sociedad y para los tiempos de hoy". Se trata de un itinerario de iniciación cristiana para el redescubrimiento del Bautismo, un "catecumenado post-bautismal" al servicio de las diócesis y de las parroquias.

El Camino Neocatecumenal se inició en 1964 entre los pobres de las chabolas de Palomeras Altas, en Madrid . Después de 40 años se ha extendido por 105 países de los cinco continentes. Actualmente se encuentra en mas de 5.000 parroquias de 880 diócesis, con unas 16.700 comunidades, las cuales 8.000 están en Europa, 7.300 en América, 800 en Asia y 600 en África.

En nuestra parroquia está presente desde el año 1977. Actualmente hay 6 comunidades con un total de 225 hermanos.

¿ Qué hacemos?

El itinerario Neocatecumenal, vivido en pequeñas comunidades formadas por personas de distinta edad y condición social, se basa en los tres elementos fundamentales de la vida cristiana: Palabra de Dios, Liturgia y Comunidad. Así, cada comunidad Neocatecumental tiene semanalmente la celebración de la Palabra de Dios, la Eucaristía Dominical después de las primeras vísperas del domingo y una convivencia mensual.

¿ Cómo contactar con nosotros?
Responsable de la primera comunidad: Daniel Turiel
Tfno: 985 230 496 
E-mail: danielturield@gmail.com






Cómo madura el alma


@Ron Rolheiser, OMI
Fuente:

Ron Rolheiser (Trad. Benjamín Elcano) - 
En un libro profundamente agudo, La gracia de morir,  Kathleen Dowling Singh comparte impresiones que ha reunido como profesional de la salud asistiendo a cientos de personas mientras morían. Entre otras cosas, sugiere que el proceso mismo de morir -en palabras suyas- “está exquisitamente graduado para producir automáticamente la unión con el Espíritu”. En esencia, lo que dice es que lo experimentado por alguien en las etapas finales y en los momentos de morir, particularmente si la muerte no es repentina, es una purgación que reduce naturalmente el intento de aferrarse una persona a las cosas de este mundo como también a su propio ego, de modo que esté preparado para entrar en un reino de vida y un significado que está más allá de nuestro presente ámbito del conocimiento. El proceso mismo de morir -expone ella- nos ayuda a nacer a una vida más extensa y más profunda.
Pero esto no viene sin la añadidura de un alto precio. El proceso de morir no es agradable. La mayoría de nosotros no muere pacíficamente durante el sueño, cómodos, dignos y serenos. La norma es más bien el tipo de muerte que acontece por envejecimiento o por enfermedad terminal. Lo que sucede entonces no es cómodo, digno ni sereno. Más bien hay un penoso decaimiento del cuerpo, a veces extremadamente doloroso, casi siempre humillante. En ese proceso, perdemos básicamente todo lo que nos es querido: nuestra salud, nuestra belleza natural del cuerpo, nuestra dignidad y a veces incluso nuestra mente. Rara vez resulta bello morir, salvo en otra  estética.
Y así, ¿cómo es el proceso de morir graduado para ayudar a aligerar nuestro intento de aferrarnos a este mundo y dirigirnos más decorosamente al otro? Morir madura el alma. ¿Cómo es eso?
Escribiendo sobre el envejecimiento, James Hillman hace esta pregunta: ¿Por qué Dios y la naturaleza han construido de tal manera las cosas que mientras envejecemos,  maduramos y estamos finalmente más en control de nuestras vidas, nuestros cuerpos empiezan a caerse a pedazos y necesitamos un buen número de médicos y medicinas para mantener su funcionamiento? ¿Hay sentido común en la misma DNA del proceso de vida que ordena el decaimiento de la salud física en la vida postrera? Hillman dice: Sí. Hay un buen criterio innato en el proceso de envejecimiento y muerte: Los mejores vinos tienen que ser envejecidos en viejas barricas de calidad superior. El decaimiento de nuestros cuerpos profundiza, ablanda y madura el alma.
Jesús nos enseña esta lección, y es una verdad que él mismo tuvo que aceptar, con considerable resistencia, en su propia vida. Afrontando su propia muerte la noche antes de morir, postrado rostro a tierra en Getsemaní, pide a su Padre: “Que este cáliz pase de mí. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. En esencia, pregunta a Dios si hay un camino a la gloria y visión del Domingo de Pascua sin pasar por el dolor y humillación del Viernes Santo. Parece que no hay. La humillación y la muerte están intrincadamente unidas. Después de su Resurrección, conversando con sus discípulos camino de Emaús, les dice: “¿No era necesario que el Cristo sufriera así?” Esto es más una revelación de la verdad que una pregunta. La respuesta está ya clara: El camino a la plenitud pasa necesariamente por el dolor y la humillación. Kathleen Dowling Singh y James Hillman simplemente dan forma a esto de manera positiva: El dolor y la humillación están graduados naturalmente para movernos más allá de lo que es más superficial a lo que es más profundo. El dolor y la humillación -y hay invariablemente un cierto morir en éstos- ayuda a abrirnos a una conocimiento más profundo.
Y esto lo sabemos ya por sentido común. Si señalamos honradamente nuestra propia experiencia, tenemos que admitir que la mayor parte de las cosas que nos han hecho profundos son cosas sobre las que nos avergonzaría hablar porque eran humillantes. La humillación es lo que nos anonada y profundiza. Nuestros éxitos, por lo contrario, sobre los que nos gusta hablar, producen generalmente engreimiento en nuestras vidas.
El afamado psicólogo/filósofo William James refiere que hay ámbitos de realidad y conocimiento que descansan más allá de lo que experimentamos al presente. Toda religión -no lo menos el Cristianismo- nos dice lo mismo. Pero nuestro normal conocimiento y auto-conciencia montan literalmente fronteras que nos previenen de ir allá. Normalmente, para nosotros, está este mundo, esta realidad; ¡y eso es todo! El proceso de morir ayuda a forzar esa contradicción en nuestra percepción, conciencia y conocimiento. Está graduado para abrirnos a explorar una realidad y conocimiento más allá de lo que consideramos al presente como real.
Pero hay también otros caminos para esto, fuera del proceso de morir. La oración y la meditación intentan hacernos exactamente lo que hace ese proceso de morir. Están también exquisitamente graduadas para soltar nuestro intento de aferrarnos a este mundo y abrir nuestra conciencia a otro. Como Singh expresa: “El camino a los ámbitos transpersonales, que los santos y sabios de todas épocas han conocido a través de la práctica de la meditación y la oración, resulta ser el mismo camino transformativo que cada uno de nosotros atraviesa en el proceso de morir”.
Eso nos consuela: Dios nos va a acoger, de una manera u otra.   

Cursillos prematrimoniales Marzo 2016



El próximo lunes 14 de este mes de Marzo da comienzo el "Cursillo  Prematrimonial," en la Parroquia del Corazón de María de Oviedo, con el fin de ayudar a la formación de los Novios que se preparan para recibir el Sacramento del Matrimonio.

Horario de 20:00 h a 21:15h.

Inscripciones en el telefono 985230496.