Mater Fátima



El jueves , 4 de abril, desde las 21:00 horas a las 22:00 horas, la Parroquia del Corazón de María, se unirá a la iniciativa mundial “Mater Fátima”:

Con motivo del centenario de la muerte del pastorcillo San Francisco, se invita al mundo a realizar una hora de adoración eucarística, desde las 21:00 horas a las 22:00 horas, en donde se rezará el rosario y al final se hará la consagración al Inmaculado Corazón de María.

Únete en oración con el mundo desde la Parroquia del Corazón de María!



Para ver más información sobre la misma, puede pinchar en el siguiente enlace: www.materfatima.org


Acepta el incomprensible e inmenso amor de Dios por ti



https://odresnuevos.es/2019/03/01/calendario-cuaresma-2019/

Día 26º de cuaresma  #OdresNuevos #Cuaresma2019

Nuestra lucha por la celebración adecuada

No sabemos celebrar las cosas como deben ser celebradas. Queremos hacerlo, pero por lo común no sabemos cómo. Generalmente lo celebramos mal. ¿Cómo lo celebramos de ordinario? Exagerando las cosas; realizando muchas de las cosas que hacemos ordinariamente: bebiendo, comiendo, conversando, cantando y divirtiendo, y llevando esto a la exageración. Para casi todos nosotros, la celebración significa comer demasiado, beber exageradamente, cantar demasiado alto, contar un chiste a demasiados y confiar en que en algún punto de todo ese exceso encontraremos el secreto de hacer extraordinaria esta ocasión.
Tenemos esta rara idea de que podemos encontrar especial gozo y placer empujando las cosas más allá de sus límites normales. Pero hay en esto un pequeño y precioso placer verdadero. El mejor disfrute consiste en conectar con otros más profundamente, en sentir nuestras vidas expandidas y en experimentar el amor y la jovialidad de un modo especial. Pero eso no sucede en un devaneo. De ahí que nuestras celebraciones son generalmente seguidas por una resaca física y emocional. ¿Por qué? ¿Por qué resulta tan difícil hacer una auténtica celebración?
Quizás la razón principal sea que nosotros luchamos congénitamente para disfrutar simplemente de las cosas, para tomar simplemente la vida, el placer, el amor y el disfrute como generosos y gratuitos regalos de Dios, puros y simples. No es que carezcamos de esta capacidad para esto. Dios nos ha hecho este regalo. Más en cuestión está el hecho de que nuestra capacidad para disfrutar está mezclada frecuentemente con iniciados sentimientos de culpa por experimentar placer (y cuanto mayor es el placer tanto más profundo es nuestro sentimiento de culpa). Entre otras cosas, a causa de esto, con frecuencia luchamos por gozar de lo que legítimamente nos es dado por Dios, porque, consciente o inconscientemente, sentimos que nuestra experiencia de placer es de alguna manera “robarle a Dios”. Esta es una inquietud que aflige particularmente a las almas sensibles y morales. De algún modo, en nombre de Dios, luchamos con el fin de darnos total permiso para disfrutar, y esto nos deja propensos al exceso (que es invariablemente un sustituto del auténtico disfrute).
Cualesquiera que sean las razones, luchamos con esto, y así muchos de nosotros vamos por la vida privados de una sana capacidad de gozar y, ya que la naturaleza aún tendrá su camino, acabamos alternando entre el disfrute rebelde (“el placer que le robamos a Dios”, pero del que nos sentimos culpables) y la sumisa disciplina (que hacemos sin mucho agrado). Pero raramente somos capaces de celebrar genuinamente. Raramente encontramos el genuino deleite que buscamos en la vida, y esto nos empuja a una pseudo-celebración, esto es, al exceso. Dicho simplemente, porque luchamos por darnos permiso para gozar, irónicamente tendemos a buscar demasiado el deleite; y, con frecuencia, no del modo adecuado. Confundimos el placer con el deleite, el exceso con el éxtasis, y la extinción de la conciencia con la conciencia realzada. Dado que no podemos gozar simplemente, vamos al exceso, deshacemos nuestros normales límites  y confiamos que, borrando nuestra consciencia, lo realzaremos.
Y aun así, tenemos que celebrar. Poseemos una innata necesidad de celebrar, porque ciertos momentos y acontecimientos de nuestras vidas (por ejemplo, un cumpleaños, una boda, una graduación, un compromiso, un éxito, o incluso un funeral) simplemente lo requieren. Requieren ser rodeados de rituales que eleven e intensifiquen su significado y requieren ser compartidos con otros de manera especial y destacada. Lo que dejamos de celebrar dejaremos pronto de apreciar.
Lo mismo se da con algunos de nuestros más profundos momentos cariñosos, bulliciosos y creativos. También ellos requieren ser celebrados: destacados, ampliados y compartidos con otros. Tenemos una indomable necesidad de celebrar; eso es bueno. Verdaderamente, la necesidad de éxtasis está conectada con nuestro mismo ADN. Pero el éxtasis es conciencia realzada, no conciencia borrada. La celebración debe intensificar nuestra conciencia, no amortiguarla. El objeto de la celebración es destacar ciertos acontecimientos y sentimientos como para compartirlos con otros de manera extraordinaria. Pero, dados nuestros malentendidos acerca de la celebración, generalmente hacemos pseudo-celebración, esto es, extralimitamos las cosas hasta un punto en que llevamos fuera de la igualdad nuestra conciencia y nuestra conciencia de la ocasión.
Tenemos mucho que vencer en nuestra lucha por llegar a una genuina celebración. Aún necesitamos aprender que el elevado disfrute no se encuentra en el exceso, una comunidad más profunda no se encuentra en la intimidad negligente, y la conciencia realzada no se encuentra en un loco adormecimiento de nuestra conciencia. Hasta que aprendamos esa lección,  mayormente caminaremos a casa tambaleándonos, más vacíos, más cansados y más solos que antes de la fiesta. Una resaca es un signo seguro de que, en algún lugar de nuestro camino de vuelta, perdimos una señal. Luchamos por saber cómo celebrar, pero debemos continuar intentándolo.
Jesús vino y declaró una fiesta de boda, una celebración, en el centro de la vida. Ellos lo crucificaron no por ser demasiado asceta, sino porque nos dijo que deberíamos gozar de nuestras vidas, asegurándonos que Dios y la vida nos darán más bondad y disfrute de lo que podemos soportar, si podemos aprender a recibirlos con la debida reverencia y sin el indebido temor.   
Ron Rolheiser (Trad. Benjamin Elcano, cmf) - Lunes

Perdona a esa persona que te pone nervioso, que te enfada, a la que guardas rencor





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Día 21º de cuaresma  #OdresNuevos #Cuaresma2019

San José, esposo de la Virgen María, Solemnidad: Coloquio con san José

José, hombre de la confianza sin límites,
enséñanos a dejarnos hacer sin querer controlarlo todo.
José, hombre en el silencio,
enséñanos a saber estar sin hacer ruido.
José, hombre de la sencillez,
enséñanos a vivir desde la humildad del que se sabe recibido.
José, carpintero en Nazaret,
enséñanos a agradecer nuestro trabajo y nuestra misión.
José, padre de Jesús,
enséñanos a hacer nuestro lo que Dios nos encomienda.
Acompaña nuestros pasos, nuestras dudas,
nuestros interrogantes, nuestras cobardías
y enséñanos a ser dóciles al susurro de Dios
en medio de lo más cotidiano de la vida.
Amén. Fuente
(Glòria Díaz Lleonart)

Sé coherente. No pretendas ser lo que no eres, no digas lo que no piensas.




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Día 14º de cuaresma  #OdresNuevos #Cuaresma2019