¿La Santidad para todos? ¡Sí! ¡Simplicidad, alegría y confianza! Santa Teresita 1 de Octubre


Hozana, la red social de oración cristiana que reúne a más de 500.000 miembros alrededor del mundo, lanza el
primer itinerario espiritual en línea con el Santuario francés Louis et Zélie d'Alençon. ¡Para recorrer el caminito de Santa Teresita!

 ¡Un itinerario para vivir la revolución del amor!

Desde el 1 de octubre, fiesta de Santa Teresita, el Santuario Louis et Zélie d'Alençon (lugar en donde Teresita vivió con sus padres, Louis et Zélie) nos proponen hacer parte de la revolución del amor, por medio de una serie de 9 meditaciones para recorrer el "caminito" hacia la santidad: ¡una conversión genuina hacia el gozo, y la dulzura de la confianza!

 ¿Por qué Santa Teresita?

“¡La pequeña Teresa representó una gran revolución en el seno de la Iglesia, la cual ya presagiaba en ella la "civilización del amor!  Teresa nos aseguró que la grandeza de este amor de Dios radica en el don, y no en las exigencias."  Santuario Louis et Zélie d'Alençon.

Concretamente, quienes participen, recibirán, cada día:

  • Una hermosa meditación sobre el “caminito”
  • Una citación de Santa Teresita Un pasaje bíblico
  • Una resolución

Y concretamente, ¿cómo inscribirse?

Yendo a la página de Hozana, buscar la propuesta espiritual de su interés, hacer clic en el botón “Me inscribo” y después, conéctarse (con el correo electrónico y contraseña que desee).

Una vez inscrito: recibirá el contenido espiritual que le ayudará a acercarse a Dios. Cada vez que una publicación aparezca, la recibirá en su correo electrónico y en su lugar de oración (sea en el computador o directamente en la aplicación), para que ¡ ore desde donde y a cualquier hora!

Para descargar la aplicación:

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Hozana - 

Dios es feliz. Artículo.


Cristianismo, Judaísmo e Islamismo: al fin y al cabo, todos creen en el mismo Dios. Curiosamente, a la vez, en opinión popular, también todos tienden a concebir a Dios de la misma manera: varón, célibe y no siendo particularmente feliz.

Bueno, el género de Dios no es algo que podamos conceptualizar. Dios no es ni varón ni mujer, ni una mezcla andrógina de género. Así pues, ¿cómo podemos conceptualizar el género de Dios? No podemos, pura y simplemente. En la tradición clásica,  se ha hablado de Dios como varón, aun cuando sabemos que esto no es exactamente verdadero, porque afirmamos, dogmáticamente, que Dios es inefable, incapaz de ser prendido en algún concepto. Eso resulta también cierto para nuestra noción de Dios como célibe, como no teniendo esposa. La manera como la masculinidad y la feminidad se relacionan recíprocamente en Dios es también inefable, imposible de ser concebida, pero sabemos que Dios no es simplemente un varón célibe.

Pero, ¿qué hay de esa otra opinión popular, esto es, que Dios no es particularmente feliz, especialmente con nosotros?

He aquí una respuesta clara: Dios es feliz. ¿Cómo puede Dios no serlo? Si Dios es unidad perfecta, bondad perfecta, verdad perfecta, belleza perfecta y plenitud perfecta en todos aspectos, ¿cómo en tal caso puede Dios no ser felicidad perfecta? Un Dios infeliz no sería Dios, porque un tal Dios carecería del poder de hacerse (perdón por el pronombre) feliz. No es una insuficiencia menor para Dios. Así que un Dios perfecto es también un Dios perfectamente feliz. Pero eso es una afirmación metafísica. No obstante, podemos preguntar: ¿Dios es feliz emocionalmente y Dios está feliz con nosotros? ¿No debe Dios poner cara seria a veces y menear la cabeza en frustración por nuestra conducta? Ciertamente Dios no puede estar feliz con muchas cosas que suceden en nuestro mundo. Dios no puede estar feliz ante el pecado.

Bueno, igual que en cualquier otra cosa sobre Dios, aquí hay cosas que no podemos comprender. Sin embargo, esto debe afirmarse mucho, tanto desde lo que es más profundo en la revelación de nuestras escrituras como desde el testimonio de incontables personas buenas: ¡Dios es feliz! Dios no está habitualmente frustrado con nosotros, poniendo cara seria a nuestras debilidades y enviando a la mayoría de nosotros al  infierno. Más bien, Dios es como el cariñoso padre de un niño pequeño, induciéndonos siempre hacia adelante, deleitándose en nuestra energía, deseando que prosperemos, entristecido cuando actuamos de maneras que traen infelicidad a los otros y a nosotros mismos, pero siendo comprensivo con la debilidad más bien que enojado e infeliz.

Juliana de Norwich, la afamada mística, describe a Dios de esta forma: Dios está sentado en el cielo, sonriendo, completamente relajado, su rostro semejando una maravillosa sinfonía. Cuando leí por primera vez este pasaje hace algunos años, me dejó atónito tanto por el concepto de Dios sonriendo como por la imagen de Dios relajado. Nunca había pensado en Dios “relajado”. Ciertamente con todo lo que está sucediendo en nuestro mundo y ciertamente con todas las traiciones,  grandes y pequeñas, de nuestras vidas, Dios debe de estar tenso, frustrado y ansioso. Es difícil, pero más fácil, figurarse a Dios sonriendo (al menos, a veces), pero es excesivamente difícil figurarse a Dios relajado, no estando tenso por todo lo que hay de malo en nosotros y nuestro mundo.

He aquí mi panorama al pelear a brazo partido con eso. Fui maravillosamente bendecido en mi origen religioso. Desde mis padres y familia, a través de la comunidad parroquial en la que crecí, a través de las monjas ursulinas que me enseñaron en la escuela, no podías haber ordenado un ambiente de fe más ideal. Experimenté que la fe y la religión eran vividas en la vida real de un modo que le daba credibilidad y la hacía atractiva. Mi formación seminarística y mis estudios teológicos reforzaron fuertemente eso. Pero, durante todo ese tiempo, en el fondo, había una imagen de un Dios que no era muy feliz y que sonreía sólo cuando la ocasión lo merecía, que no era muy frecuente. La consecuencia de eso en mi vida fue un ansioso intento de dar siempre la talla, de ser lo suficientemente bueno, no hacer infeliz a Dios y ganar la aprobación y el afecto de Dios. Pero, por supuesto, nunca podemos ser suficientemente buenos, nunca dar la talla; y así, es natural creer que Dios no está nunca en realidad feliz con nosotros y de ningún modo es realmente feliz.

En teoría, por supuesto, nosotros lo sabemos mejor. Teóricamente, tenemos tendencia a poseer un concepto más acertado de Dios; pero no es tan fácil poner el corazón en juego. Es costoso sentir dentro de mí mismo que Dios es feliz, feliz con nosotros, feliz conmigo. Me ha costado setenta años darme cuenta, aceptar, consolarme y finalmente abismarme en el hecho de que Dios es feliz. No estoy seguro de lo que puso en acción dentro de mí todos los disparaderos que me ayudaron a realizar ese cambio, pero el hecho de que Dios es feliz me viene ahora siempre que estoy orando de todo corazón, clara y sinceramente. Es también lo que me viene cuando miro a los santos en mi vida, esos hombres y mujeres a los que más admiro en la fe, que reflejan para mí el rostro de Dios. Ellos están felices, relajados, y no disgustados poniendo constantemente cara seria. Ron Rolheiser (Trad. Benjamín Elcano, cmf) - 

Celebración de las Primeras Comuniones

El próximo sábado 26 de septiembre, la parroquia del Corazón de María, celebrará las Primeras Comuniones de este año, que han tenido que posponerse a esta fecha por motivo de la pandemia del Covid-19.

Protocolo de catequesis ante el COVID-19


1. Los grupos de catequesis serán estables y reducidos. 

2. Se mantendrá la distancia social tanto a la entrada y salida de la catequesis como en las salas y actividades de catequesis. 

3. Todas las salas de catequesis serán amplias y tendrán ventilación directa. 

4. Será obligatoria la mascarilla durante toda la catequesis, tanto por parte de los  catequistas como de los catecúmenos. 

5. Se dispondrá de gel hidroalcohólico a la entrada y a la salida de la catequesis. Se recomienda a los catecúmenos llevar consigo gel personalizado.  

6. Se señalizarán las entradas y salidas de catequesis. 

7. La entrada y salida de catequesis será escalona por cursos. 

8. Al entrar se tomará la temperatura tanto a los catequistas como a los catecúmenos.  

9. Los padres no podrán pasar a los locales de catequesis. Dejarán y recogerán a los  catecúmenos a la entrada (y no en el hall) de los mismos. 

10. Se desinfectarán todas las salas de catequesis antes del inicio de las mismas. 11. Al P. Sotillo le acompañará otro voluntario para el seguimiento del protocolo. 12. Los padres firmarán una Declaración Responsable. 

13. Si apareciera algún catequista o catecúmeno infectado por el Covid-19, se procederá  según el protocolo sanitario del Principado de Asturias y de la Delegación de  Catequesis de Oviedo para esta pandemia.

Documento de aceptación de condiciones 

Yendo más allá de los errores y las debilidades.


“Lo excusable no necesita ser excusado y lo inexcusable no puede ser excusado”.

Michael Buckley escribió esas palabras y contienen un importante desafío. Siempre intentamos excusar lo que no necesitamos excusar y siempre intentamos excusar lo inexcusable. Ninguna de las dos cosas es necesaria. Ni útil.

Podemos aprender una lección de cómo Jesús trató a los que le traicionaron. Un ejemplo claro es el apóstol Pedro, especialmente elegido y apodado como la roca de la comunidad apostólica. Pedro era un hombre honesto con una sinceridad infantil, una fe profunda, y él, más que la mayoría de los demás, comprendió profundamente el significado de quién era Jesús y lo que significaba su enseñanza. De hecho, fue él quien, en respuesta a la pregunta de Jesús (¿Quién dices que soy?), respondió, "Tú eres el Cristo, el hijo del Dios vivo". Sin embargo, minutos después de esa confesión, Jesús tuvo que corregir esta falsa concepción de Pedro de lo que eso significaba y luego reprenderlo por tratar de desviarlo de su propia misión. Más dramáticamente, fue Pedro quien, a pocas horas de un arrogante alarde de que, aunque todos los demás traicionarían a Jesús, él permanecería fiel, traicionó a Jesús tres veces, y esto en la hora más necesitada de Jesús.

Más tarde tenemos conocimiento de la conversación que Jesús tiene con Pedro con respecto a esas traiciones. Lo que más significativo es que Jesús no le pide a Pedro que se explique, no lo excusa y no dice cosas como: "¡No eras realmente tú mismo! ¡Puedo entender cómo alguien puede estar muy asustado en esa situación! ¡Puedo sentir empatía, sé lo que el miedo puede hacerte!" Nada de eso. Lo excusable no necesita ser excusado y lo inexcusable no puede ser excusado. En la traición de Pedro, como en nuestras propias traiciones, hay invariablemente algo de ambas, lo excusable y lo inexcusable.

Entonces, ¿qué hace Jesús con Pedro? No pide una explicación, no pide una disculpa, no le dice a Pedro que está bien, no ofrece excusas para Pedro, y ni siquiera le dice a Pedro que lo ama. En lugar de eso, le pregunta a Pedro: "¿Me quieres?" Pedro responde que sí, y todo sigue adelante a partir de ahí.

A partir de este momento todo avanza. Todo tiene futuro después de una confesión de amor, sobre todo una confesión honesta de amor después de una traición. Las disculpas son necesarias (porque eso es hacerse cargo de la falta y la debilidad para sacarla completamente del alma de quien fue traicionado) pero las excusas no ayudan. Si la acción no fue una traición, no es necesaria ninguna excusa; si lo fue, ninguna excusa la absuelve. Una excusa o un intento de excusa sirve para dos propósitos, ninguno de ellos bueno. En primer lugar, sirve para racionalizar y justificar, ninguna de estas dos cosas es útil para el traidor o el traicionado. En segundo lugar, debilita la disculpa y la hace menos clara y radical, por lo que no elimina completamente la traición del alma de quien ha sido traicionado; y, por eso, no es tan útil una expresión de amor como lo es un reconocimiento claro y honesto de nuestra traición y una disculpa que no intenta excusar su debilidad y traición.

Lo que el amor nos pide cuando somos débiles es asumir de forma honesta, no racionalizada, de nuestra debilidad junto con una declaración que nace del corazón: "¡Te amo!" Las cosas pueden avanzar a partir de ahí. El pasado y nuestra traición no se borran, ni se excusan; pero, en el amor, podemos vivir más allá de ellos. Expurgar, excusar o racionalizar es no vivir en la verdad; es injusto para el traicionado ya que él o ella carga con las consecuencias y las cicatrices.

Sólo el amor puede llevarnos más allá de la debilidad y la traición y este es un principio importante no sólo para aquellos casos en la vida en que traicionamos y herimos a un ser querido, sino para nuestra comprensión de la vida en general. Somos humanos, no divinos, y como tales estamos acosados, congénitamente, cuerpo y mente, con debilidades e insuficiencias de todo tipo. Ninguno de nosotros, como dice San Pablo gráficamente en su Epístola a los Romanos, está a la altura. El bien que queremos hacer, terminamos no haciéndolo, y el mal que queremos evitar, terminamos habitualmente haciéndolo. Una parte de esto, por supuesto, es comprensible, excusable, así como otra parte es inexcusable, excepto por el hecho de que somos humanos y parcialmente un misterio para nosotros mismos. De cualquier manera, al final del día, no se pide ninguna justificación o excusa (o ayuda). No avanzamos en la relación diciéndole a Dios o a alguien a quien hemos lastimado: "¡Tienes que entender! En esa situación, ¿qué otra cosa podía hacer yo también? No quería hacerte daño, ¡sólo que era demasiado débil para resistirme!" Eso no ayuda, ni es necesario. Las cosas avanzan cuando, sin excusas, admitimos la debilidad y nos disculpamos por la infidelidad. Como Pedro cuando Jesús se lo pidió tres veces: "¿Me amas?" de nuestros corazones tenemos que decir: "Tú lo sabes todo, sabes que te amo". Ron Rolheiser - 

Cuarenta años en una jaula. Artículo.


Hace poco me parecía impensable que una persona inteligente, menor de cincuenta, nacida en un país occidental, formada y psíquicamente equilibrada pudiera remotamente creer. “Pensamiento Mágico”, lo llamaba, puesto que para mí era como el horóscopo o el tarot. Imagino que caía muy gorda a las personas más próximas a la fe a mi alrededor puesto que intelectualmente las despreciaba. Me irritaban mucho, lo reconozco, quizá fuera porque pocos años después caería de rodillas (nunca mejor dicho) ante Él. Voy a contarles cómo pasé del ateísmo (la posición más cómoda y común actualmente en el mundo civilizado) a la fe, a los cuarenta años.

Efectivamente, lo más punk, lo más anti-sistema que he hecho en toda mi vida es creer en Dios porque creí desde la subversión, primero ante el caos moral y actitudinal que veía a mi alrededor (y del que yo misma soy notablemente capaz), pero sobre todo ante el sinsentido intelectual.

Desde muy joven he devorado las grandes obras de los filósofos que no han hecho sino apuntalar la existencia de Dios, al no encontrar ni una sola de las respuestas a las grandes preguntas del ser humano a lo largo de la historia: quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos…

Provengo de generaciones de científicos (laicos) cuyas respuestas tampoco satisfacen en absoluto las múltiples cuestiones que una persona espiritualmente inquieta puede llegar a plantearse. Basta hojear un libro de anatomía o fijarse en el funcionamiento de una célula (no hablemos del sistema respiratorio, del pabellón auditivo)... para darnos cuenta de que el cuerpo humano es una creación tan brillante e inimitable que deslumbraría al mejor ingeniero de todos los tiempos. ¿Cuál es la planta, el animal, el elemento o el astro que no lleve grabado el sello de quien Platón llamaba el “eterno geómetra”?.

Las ciencias físicas nos dicen que la materia es inerte, pero si lo es y el mundo material se mueve continuamente, debe haber un Principio fuera de la materia que produzca el movimiento. Cuando Newton dio con las leyes de atracción dijo que Dios explicaba la existencia del movimiento y que ese movimiento, a su vez, suponía una prueba más de la realidad de Dios.

El universo no siempre existió. Tuvo un comienzo…. ¿qué lo causo? Los científicos no tienen una explicación para la repentina explosión de luz y materia. El catedrático astrofísico estadounidense Robert Jastrow dijo: “La semilla de todo lo que ha sucedido en el Universo fue plantando en el primer instante; cada estrella, cada planeta y cada criatura viviente en el Universo vino a la existencia como resultado de eventos que fueron puestos en movimiento en el momento de la explosión cósmica… El Universo comenzó a existir en un destello, y no podemos encontrar la causa”.

De hecho, el evolucionismo (que se da absolutamente por sentado en cualquier escuela infantil y que yo tenía asumido_ sin datos_ como cualquier individuo normal) es un acto de fe similar a la resurrección: éramos primates y de pronto sufrimos una mutación que elongó el cerebro, desarrolló la corteza prefrontal y empezamos a componer la Tocata y Fuga y a pintar Meninas.

Verán, si algo he aprendido del contacto con científicos es a no dar absolutamente por sentada nunca, ninguna información que provenga de otros seres humanos con idénticas taras y limitaciones que yo o más.

Observando el comportamiento de los cuerpos celestes, la dirección del sistema circulatorio, creer en el azar, ¿la obra del azar?, me pareció más loco que creer en la multiplicación de los panes y los peces, o al menos igual de chiflado.

Richard Feynman, Premio Nobel de Física, dijo: “El universo se rige por reglas matemáticas y esto es un misterio, una especie de milagro”.

El sinsentido de la existencia, del mundo, de la creación, dejó de ser una tesis aceptable para mí. ¿Quién controla la dirección del viento, quién orienta las olas del mar, quién sostiene las bridas que guían impecablemente a la naturaleza? ¿Quién, amigos?

El ateísmo se convirtió en algo demasiado simple, que paulatinamente asocié con flaqueza, docilidad y falsa modestia, y busqué a Dios con la mayor humildad de la que fui capaz en la Biblia.

Rechaza las obras de nuestros filósofos con toda su pompa de lenguaje; cuán despreciables son comparadas con la Escrituradijo Rousseau. Comencé a leer las Escrituras buscando las respuestas que definitivamente la ciencia y la filosofía no pueden ofrecernos (“La fe no contradice el conocimiento, va más allá del conocimiento”. Kierkegaard) y descubrí que para llegar a Dios, no desde la costumbre, la tradición y la obediencia, sino desde la madurez, hay que estar libre de prejuicios y complejos intelectuales... ¡Hay que desaprender! Sacudirse premisas y asertos asumidos sin rigor alguno con los que convivimos los hombres “civilizados” … “De cierto os digo, que si no os volviereis, y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”. Mateo, 18:3

En una sociedad egoísta y psicopática como la nuestra, que se mueve exclusivamente por el principio del placer (los más ingenuos lo llaman ética), creer en Dios ha sido mi mayor acto de insubordinación. Y el mejor.

Al fin y al cabo ¿qué podía perder? “Si el cristianismo es falso, no es importante. Si es cierto, es infinitamente importante. Lo único que no puede ser es medianamente importante”. C. S. Lewis

Llevo unos cinco años leyendo la Biblia a diario, aunque me bastaron los primeros para disipar todas mis dudas y bautizarme por inmersión (protestante) ante el desconcierto máximo de mi hermano (médico psiquiatra), mi marido (abogado) y mi mejor amiga (astrofísica), las únicas tres personas a las que invité a mi bautismo: tres ateos convencidos que gustosos y perplejos me acompañaron. Allí les regalaron tres biblias que olvidaron (y yo recogí) en memoria del día en que volví a nacer, al fin libre y en paz.

A todos los nuevos creyentes o curiosos se les aconseja empezar por el Nuevo Testamento con el poderosísimo atractivo de la figura de Cristo (“El Nuevo Testamento es el mejor libro que nunca haya sido o será conocido en el mundo”. Charles Dickens.) El Antiguo Testamento es más difícil y su lectura requiere de una vasta cultura y capacidad de abstracción, de una gran creatividad y apertura mental.

Desde la Fe, la Biblia es la carta donde Dios nos revela a los hombres lo que hay y qué hacer con ello. Desde el laicismo, una joya literaria y filosófica sin parangón que es necesario leer con método, la guía de un experto en hermenéutica y documentos complementarios, mapas, tratados… etc.

Sin embargo, y aunque vayan bien las ayudas al leerla, la Biblia se basta para defenderse a sí misma. “No es solamente un libro, sino una criatura viviente, con un poder que conquista todo lo que se le oponeNapoleón.

Cuando a un famoso predicador le preguntaron cuál era la mejor manera de defender la Biblia, este contestó con una pregunta: ¿Cómo defenderías tú a un león? El que preguntaba dijo: abriría su jaula y lo soltaría.

Pues eso.   

Los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.

 



 


Domingo 25º del tiempo ordinario

Gracias a: Rezando Voy. 

Muchas mujeres...Solo Jesús podía romper tantos prejuicios y barreras.


Queridos amigos: Muchas mujeres.  Comienza el evangelista hablando de “algunas”, y, en seguida, nos advierte de que eran “muchas que le asistían con sus bienes”. Esta escena era, para aquel tiempo y aquella cultura, insólita y llamativa. No cabía en la cabeza de los jefes religiosos. Nosotros nos hemos acostumbrado a encontrarlas, en primera fila, en el Calvario, junto a la Cruz de Jesús, o en la mañana de la resurrección, como pregoneras. Pero, en aquel tiempo, solo podía ser cosa del Maestro de Galilea. Solo él podía romper tantos prejuicios y barreras.

El Evangelio lo dibuja con claridad meridiana. Nos habla del número, nos cita sus nombres -Susana, Juana, María Magdalena-, y nos ofrece informaciones interesantes. Alguna estaba casada (más insólito todavía), otras habían sido sanadas por Jesús, otras “muchas” compartían sus bienes generosamente y -¡lo más importante!- pertenecían a la comunidad de Jesús, junto con los apóstoles. Aquí podemos traer a la memoria y repasar a tantas mujeres que desfilan por las páginas de los Evangelios. Y todas son tratadas con afecto, también las que han sido pecadoras. Es que Jesús es un hombre tan lleno de libertad como vacío de prejuicios y convencionalismos. Acudamos a un solo acontecimiento, el encuentro de Jesús con la mujer samaritana, junto al pozo de Sicar. Sus mismos discípulos se sorprendieron de verlo hablando con una mujer. Y con razón: era mujer, a solas, estaba hablando de religión, la mujer era extranjera y pecadora. ¿Qué más quebrantos podían acontecer? Jesús estaba afirmando con su conducta lo que, más tarde, nos diría el discípulo Pablo. Todos somos iguales en Cristo; iguales judíos y gentiles, iguales hombre y mujer. 

Os invito a alegrarnos todos. Alegrarnos al mirar a estas mujeres acompañando al Maestro. Mujeres misioneras, mujeres en la comunidad de Jesús. Vamos a desnudarnos de prejuicios sexistas, y preocuparnos más  del sentido de la mujer en la sociedad y en la Iglesia. Seamos los primeros en horrorizarnos, y luchar contra la violencia de género, contra la disminución de los derechos humanos en ámbito femenino, contra las mutilaciones vergonzosas, contra la muerte violenta de tantas mujeres, aun en países llamados desarrollados, etc. No apliquemos a las mujeres sofismas que se caen; por supuesto que, en la Iglesia, no hay que buscar el poder sino el servicio, pero, ¿no debe aplicarse este criterio evangélico también a los hombres, y no solo cuando se habla de la presencia de la mujer en la Iglesia? Para acallar las voces, quejosas con la escasa presencia de la mujer, se nos llena la boca proclamando que una mujer, María,  es la más grande criatura; entonces, ¿por qué albergar reticencias, al situar a la mujer en la Iglesia? (Y, por supuesto, no nos metemos en berenjenales hablando de sacerdocio femenino y asuntos parecidos). Más bien, hacemos memoria de tantas mujeres que han dado a luz, han alumbrado tanta vida en la Iglesia. Las conocidas: mártires, como Cecilia; místicas, como Teresa de Jesús; madres y educadoras como Joaquina Vedruna; mujeres de la caridad, como Luisa de Marillac. Sin olvidar a todas las mujeres anónimas que, en el hogar, en la escuela, en el trabajo, en organizaciones diversas están haciendo brillar un magnífico y fecundo testimonio cristiano. Estas mujeres hacen caso al Papa Francisco que reclama el genio y carisma femenino. CR. Comentario al Evangelio de hoy viernes, 18 de septiembre de 2020. Ciudad Redonda

La experiencia mística y la gente común


¿Qué tipo de cosas ayudan a inducir el misticismo en nuestras vidas? Me hicieron esa pregunta recientemente y esta fue mi respuesta inmediata, no reflexionada: lo que te haga llorar, ya sea en una pena genuina o en una alegría genuina; pero esa respuesta se basaba en muchas cosas.

¿Qué es el misticismo? ¿Qué hace a la experiencia mística?

En la mentalidad popular el misticismo no se entiende demasiado bien. Tendemos a identificar el misticismo con lo extraordinario y paranormal, y lo vemos como algo exclusivo de una especie de élite espiritual. Para la mayoría de la gente, el misticismo significa tener visiones espirituales y experiencias extáticas que te llevan fuera de la conciencia normal.

El misticismo puede ser que en ocasiones tenga algo de eso, pero normalmente no tiene nada que ver con visiones, estados alterados de conciencia o estados de éxtasis. Más bien tiene que ver con la experiencia de una claridad intensa de la mente y el corazón. Las experiencias místicas son experiencias que nos llevan más allá de todas las cosas que normalmente nos impiden tocar nuestro yo más profundo, y son muy poco frecuentes porque normalmente nuestra conciencia está ajena a nuestro yo profundo, verdadero y original por la influencia del ego, las heridas, la historia, la presión social, la ideología, los falsos miedos, y todo aquello que nos ponemos y nos quitamos como si de ropa se tratara. Rara vez entramos en contacto con nuestro centro más profundo, sin filtros, directamente; pero cuando lo conseguimos, es lo que lo convierte en una experiencia mística.

El misticismo, como lo define Ruth Burrows, consiste en ser tocado por Dios de una forma que va más allá de las palabras, la imaginación y el sentimiento.  Dios, como sabemos, es la Unidad, la Verdad, la Bondad y la Belleza. Así que cada vez que experimentamos la unidad, la verdad, la bondad o la belleza, sin nada que lo distorsione, estamos teniendo una experiencia mística. ¿Cómo puede ser esto?

Ruth Burrows describe una experiencia mística que cambió radicalmente su vida cuando tenía dieciocho años, en su último año en una escuela privada para mujeres jóvenes dirigida por una orden de monjas, en un retiro de preparación para la graduación, y cuando aún no era una persona madura. Ella y una de sus amigas no se estaban tomando aquel retiro muy en serio, se pasaban notas y hacían bromas durante las conferencias. En un momento dado, sus travesuras fueron tan molestas que las monjas las expulsaron del grupo y las hicieron sentarse en silencio en una capilla, acompañadas por un profesor, mientras el resto de la clase estaba en una conferencia. Al principio, confiesa Burrows, ellas continuaron bromeando, pero las horas eran largas y el silencio finalmente la desgastó. Mientras estaba sentada sola, aburrida e irritada, una experiencia mística la invadió, sin ser buscada, inesperadamente. Y no fue una visión o una experiencia de éxtasis, sino un momento de clariviencia. En un cierto momento, mientras estaba sentada sola, se vio a sí misma con absoluta claridad como realmente era, en su inmadurez y en toda su bondad. Eso cambió su vida. Desde entonces supo quién era, más allá de su ego, de las heridas, de la inmadurez, de la presión de los compañeros, la ideología y cualquier otro afecto. En ese momento conoció su ser más profundo nítidamente (y lo único que era realmente extraordinario era su increíble claridad).

Entonces, ¿qué tipo de cosas podrían inducir experiencias místicas en nuestras vidas? La respuesta corta: cualquier cosa que te lleve más allá de tu ego, tus heridas, tus afectos y las poderosas presiones sociales dentro de las cuales respiras, es decir, cualquier cosa que te ayude a ponerte en contacto con quien realmente eres y te haga querer ser una persona mejor. Y esto puede ser muy variado. Puede ser un libro que lees; puede ser la belleza de la naturaleza; puede ser la vista de un bebé recién nacido, un niño llorando, un animal herido, o el rostro de alguien que sufre; o puede ser lo que sientes en el fondo cuando recibes una expresión de amor, bendices a alguien, expresas arrepentimiento genuino, o compartes la impotencia. Pueden ser muchas cosas.

Hace varios años, mientras impartía un curso, asigné a los estudiantes varios libros para leer, entre ellos el de Christopher de Vinck, “Only the Heart Knows How to Find them - Precious Memories for Faithless Time”. Se trata de una serie de ensayos autobiográficos en los que de Vinck simplemente comparte experiencias de su vida matrimonial, de hijos y de su vida familiar. Al final del semestre una joven, con el libro de de Vinck en la mano, me dijo: "Padre, este es el mejor libro que he leído nunca. Siempre me he considerado una persona muy libre y liberal y he vivido en varios lugares, pero ahora me doy cuenta de que lo que quiero es lo que tiene este hombre. Quiero un hogar. Quiero casarme. ¡Ahora sé lo que necesito!"

La lectura del libro de Christopher de Vinck había desencadenado una experiencia mística en su interior, no muy distinta de la descrita por Ruth Burrows. También a mí, leer la Historia de un Alma de Teresa de Lisieux, también me ayuda a tener esa experiencia.

Así que, aquí está mi consejo: busca aquello que azuda a experimentar esto a tí mismo/a. No tiene que provocar lágrimas a tus ojos, ¡sólo tiene que conducirte con una claridad nítida hacia tu casa! Ron Rolheiser - 

Cursillos prematrimoniales septiembre 2020

El próximo día 21 de septiembre, a las 20 horas, dará comienzo el Cursillo de Prematrimoniales-Novios, en la Parroquia del Corazón de María de Oviedo, para todos los que quieran Casarse en la Iglesia Católica.

El Cursillo dura una Semana de Lunes a Viernes todos los días, en  un horario de 20 a 21,15 horas 
aproximadamente.

Los temas que se tratan  son:
  • Lunes y Martes. Experiencias con Matrimonios
  • Miércoles : Psicología de la Pareja
  • Jueves : Sexualidad en el Matrimonio Cristiano
  • Viernes: Sacramento del Matrimonio y Vídeo del Rito de la Boda.

Inscripciones en el teléfono Parroquial 985230496

El último día se entregarán los justificantes de la asistencia al Cursillo para el expediente matrimonial.

Se llevarán a cabo todas las indicaciones previstas del COVI-19.


Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.

 





Domingo 24º del tiempo ordinario

Gracias a: Rezando Voy. 

Respeto de los recursos del planeta – El Video del Papa 9 – Septiembre 2020

“Tenemos que convencernos de que desacelerar un determinado ritmo de producción y de consumo puede dar lugar a otro modo de progreso y desarrollo” . El Papa Francisco nos transmite lo imposible que es mantener el actual nivel de consumo de los países más desarrollados a costa de explotar los recursos naturales del resto del planeta. Tenemos que abandonar el hábito del descarte y acabar con los desequilibrios comerciales que tantas malas consecuencias tienen en la ecología.
“Estamos exprimiendo los bienes del planeta. Exprimiéndolos, como si fuera una naranja.
Países y empresas del Norte, se han enriquecido explotando dones naturales del Sur, generando una “deuda ecológica”. ¿Quién va a pagar esa deuda?.
Además, la “deuda ecológica” se agranda cuando multinacionales hacen fuera de sus países lo que no se les permite hacer en los suyos. Es indignante.
Hoy, no mañana, hoy, tenemos que cuidar la creación con responsabilidad.
Recemos para que los bienes del planeta no sean saqueados, sino que se compartan de manera justa y respetuosa.
No al saqueo, sí al compartir”.

La última tentación

"La última tentación es la mayor traición: Hacer lo correcto por la razón equivocada". T.S. Eliot escribió esas palabras para describir lo difícil que es purgar nuestras motivaciones de preocupaciones egoístas, hacer cosas por razones que no tienen que ver en última instancia con nosotros mismos. En el libro de Eliot “Asesinato en la Catedral”, su personaje principal es Thomas Becket, el Arzobispo de Canterbury, que es martirizado por su fe. Aparentemente, Becket es un santo, desinteresado, motivado por la fe y el amor. Pero Eliot ironiza en "Asesinato en la Catedral", la narración exterior no cuenta la historia más profunda, no muestra lo que está en juego más profundamente. No es que Thomas Becket no fuera un santo o que no fuera honesto en su motivación para hacer buenas obras; sino que todavía había una "última tentación" que necesitaba superar en el camino para convertirse en un santo completo. Bajo la superficie de la narración siempre hay una batalla moral honda, sutil e invisible, una "última tentación" que tiene que ser superada. ¿Cuál es esa tentación?

Es una tentación que viene disfrazada de gracia y nos tienta de esta manera: ser desinteresados, ser fieles, hacer cosas buenas, no comprometer nunca la verdad, estar sobre los demás, llevar su soledad a un alto nivel, estar por encima de la mediocridad de la multitud, ser esa persona de moral excepcional, aceptar el martirio si se le pide. Pero, ¿por qué? ¿Por qué razón?

Hay muchos motivos por los que queremos ser buenos, pero el que se disfraza de gracia y es realmente una tentación negativa es éste: ser buenos por el respeto, la admiración y el buen nombre que se ganará, por la genuina gloria que esto conlleva. Esta es la tentación a la que se enfrenta una buena persona. Querer un buen nombre no es algo malo, pero al final se trata de algo que solo tiene que ver con nosotros mismos.

En mis momentos de mayor reflexión, esto me persigue y me deja con dudas. ¿Estoy haciendo realmente lo que estoy haciendo por Jesús, por los demás, por el mundo, o lo estoy haciendo por mi propio buen nombre y cómo puedo entonces sentirme bien por ello? ¿Lo hago para que otros puedan vivir vidas más plenas y menos temerosas o lo hago por el respeto que me da? Cuando enseño, ¿es mi verdadera motivación hacer que otros se enamoren de Jesús o que me admiren por mis conocimientos? Cuando escribo libros y artículos, ¿estoy realmente tratando de comunicar sabiduría o estoy tratando de mostrar lo sabio que soy? ¿Esto es va de Dios o va de mí?

Tal vez nunca podamos responder realmente a estas preguntas ya que nuestra motivación es siempre mixta y es imposible resolver esto exactamente. Pero aún así, le debemos a los demás y a nosotros mismos cuestionarnos a nosotros mismos sobre esto en la oración, en la conciencia, en la dirección espiritual y en la conversación con los demás. ¿Cómo superamos esa "última tentación", para hacer lo correcto y no hacerlo solo por nosotros mismos?

La lucha para superar el egoísmo y motivarnos por un altruismo transparente y honesto puede ser una batalla imposible de ganar. Clásicamente, las iglesias nos han dicho que hay siete pecados mortales (orgullo, codicia, ira, envidia, lujuria, gula, pereza) que están ligados a nuestra propia naturaleza y con los que lucharemos toda nuestra vida. Y el problema es que cuanto más parezca que los superamos, más se las arreglan para disfrazarse de formas más sutiles en nuestras vidas. Por ejemplo, abrazar el consejo de Jesús de no ser orgulloso y adoptar el lugar más prestigioso en la mesa y luego avergonzarse de que se le pida que se mueva a un lugar más bajo, sino más bien humildemente tomar el asiento más bajo para ser invitado a moverse al más alto. Ese es un consejo práctico, sin duda, pero también puede ser una receta para un orgullo del que podamos sentirnos realmente orgullosos. Una vez que hemos demostrado nuestra humildad y hemos sido reconocidos públicamente por ello, entonces podemos sentir un orgullo verdaderamente superior por lo humildes que hemos sido! Es lo mismo para todos los pecados mortales. A medida que logramos no ceder a las tentaciones más crasas, se vuelven a arraigar en formas más sutiles dentro de nosotros.

Nuestras faltas se manifiestan pública y crasamente cuando somos inmaduros, pero el hecho es que generalmente no desaparecen cuando ya somos personas maduras. Simplemente adoptan formas más sutiles. Por ejemplo, cuando soy inmaduro y estoy obcecado en mi propia vida y ambiciones, puede que no piense mucho en ayudar a los pobres. Entonces, cuando sea mayor, más maduro y más formado teológicamente, escribiré artículos confesando públicamente que todos deberíamos hacer más por los pobres. Bueno, retarme a mí mismo y a otros a estar más atentos a los pobres es, de hecho, una cosa buena... y aunque eso no ayude mucho a los pobres, sin duda me ayudará a sentirme mejor conmigo mismo. ¿Cómo podemos ir más allá de esta última tentación, de hacer lo correcto por la razón equivocada? Ron Rolheiser - 

Presentación del nuevo párroco.

        

Nací en Medina de Rioseco (Valladolid) en el seno de una familia cristiana y ordenado sacerdote en 1982.

La mayor parte de mi tarea pastoral se ha desarrollado en distintas responsabilidades en los colegios claretianos, en la formación inicial de seminaristas, en la parroquia, la pastoral juvenil-vocacional, y misiones populares.

He sido destinado a vuestra Comunidad para el servicio de párroco. Es una gran responsabilidad compartida con mis hermanos de comunidad. Deseo caminar con ustedes, con vosotros, en el seguimiento de Jesús. Seguimiento que nos iguala como hijos de Dios y saca a la luz la originalidad personal de cada uno de nosotros, a través de la cual se sirve Dios para ayudar los demás en su camino de santidad.

Orad por mí, como oro por cada uno de ustedes.

Campamentos parroquiales en Doney


Durante este verano no ha sido posible llevar a cabo los campamentos programados en Doney.

Sin embargo, la ausencia de acampados ha posibilidad el encuentro con los monitores.

Durante la primera quincena de agosto se celebraron 4 encuentros de monitores conforme a los 4 turnos de monitores. La duración de cada encuentro fue de dos días y participaron 59 jóvenes monitores.

La dinámica de estos encuentros  consistía fundamentalmente  en profundizar en la unión entre los monitores de cada grupo, llevarlos al encuentro con Dios a través de la oración y de la Eucaristía y la revisión de la vida de cada uno de los componentes del grupo.

Damos gracias por el regalo de estos jóvenes y por concedernos estos días de encuentro.

Pedimos a Dios que el próximo verano todos los campamentos vuelvan a su normalidad.



Catequesis parroquiales para el nuevo curso 20-21

 A partir del día 15 de septiembre comienzan las inscripciones a catequesis en la parroquia para todos los niveles, excepto para adultos. 

Es necesario pasar a inscribirse en horario de 19 a 21 en el despacho del p. Sotillo.

Al mismo tiempo, todos los que han estado haciendo algún proceso de catequesis, deben pasar a formular su renovación para este curso.

Además de la catequesis, la parroquia también ofrece a los niños de postcomunión, a los jóvenes y a los padres la posibilidad de participar en otras actividades, algunas de las que pueden encontrar en estos carteles. ¡infórmese!