Calendario de Adviento 2020

 

Queridos amigos: Otro año más nos preparamos para el tiempo de Adviento, esta vez en un escenario que invita al miedo, a la duda, a la desilusión… Pero este es tiempo de ESPERANZA, de encender una luz para la espera y CONFIAR.

Nacho y yo, junto a nuestras familias, deseamos que en este tiempo de preparación nuestros pequeños retos os ayuden a enfocar en lo verdaderamente importante: el amor que brilla que en todo lo pequeño y que nacerá de nuevo en nosotros, fortaleciéndonos. Un abrazo enorme, Patricia y Nacho.

El artífice del universo. Artículo.

Hace muchísimos años, Sir Isaac Newton construyó una maqueta a escala del Sistema Solar. En su centro tenía una gruesa esfera dorada que representaba el sol, y a su alrededor giraban otras esferas más pequeñas en el extremo de varillas de diversa longitud, las cuales representaban los diferentes planetas entonces conocidos. Un dispositivo formado por ruedas dentadas y correas de transmisión los hacía girar perfectamente sincronizados alrededor del sol.

Cierto día, mientras Newton se encontraba estudiando el modelo, lo visitó un amigo que no creía en la explicación bíblica de la creación. Maravillado por tan genial mecanismo, mientras observaba cómo el científico los hacía avanzar en sus órbitas, exclamó:

- ¡Pero qué belleza! ¿Quién te lo construyó?

- Nadie - repuso Newton sin levantar la mirada.

- ¿Cómo que nadie? - preguntó el amigo.

- ¡Eso mismo! ¡Nadie! Todas estas ruedas, correas y mecanismos se juntaron por azar, y como por arte de magia comenzaron a girar en su órbita a la velocidad precisa.

El incrédulo captó el mensaje. Era una insensatez suponer que la maqueta había surgido de forma accidental. Más insensato todavía era aceptar la teoría de que la Tierra y el universo infinito son obra de la casualidad.

El insigne astrónomo Johannes Kepler (1571-1630) en la última página de su "Astronomia Nava" dejó escrito: «Antes de levantarme de esta mesa, sobre la que he hilvanado todas mis investigaciones, no me queda sino levantar mis manos y mis ojos al cielo, y dirigir una humilde plegaria al autor de toda luz:

¡Oh Tú! que, por medio de las que has esparcido en la naturaleza, levantas nuestros deseos hasta la divina luz, a fin de que nos veamos un día transportados a la luz eterna de la gloria. Yo te agradezco, Señor y Creador, todas las alegrías que he sentido durante la contemplación de tus obras. He escrito estos renglones que contienen el resumen de todas mis labores, para proclamar ante el mundo la grandeza de tus obras...»

También decía: «Está cerca el día en que podremos leer a Dios en el libro de la Naturaleza con la misma claridad con que lo leemos en las Sagradas Escrituras, y contemplar gozosos la armonía de ambas revelaciones»

Merrill C. Tenney dijo: "Afirmar que un mundo tan complejo como el que habitamos es fruto del azar es tan ilógico como decir que los dramas de Shakespeare fueron compuestos por monos que jugueteaban en una imprenta."

Lord Kelvin (1824-1907), inventor británico, es conocido por la escala absoluta de temperaturas, por el primer cable transatlántico de telégrafo y por haber ayudado a formular la segunda ley de la termodinámica. Lord Kelvin dijo «Ciertamente el inicio de la vida en la Tierra no se debe a ningún fenómeno químico o eléctrico, ni a ninguna agrupación cristalina de moléculas. Debemos detenernos a contemplar cara a cara el misterio y el milagro de la creación de los seres vivientes.»

El Dr. Arthur Compton, Premio Nobel de física, afirmó: "Para mí, la fe nace de comprender que una Inteligencia Suprema creó el universo y al hombre. No me resulta difícil tener esa fe, porque es indesmentible que todo plan es fruto de la inteligencia. Un universo que se despliega pleno de orden ante nuestros ojos corrobora la autenticidad de la afirmación más majestuosa que se haya hecho jamás: «En el principio Dios creó los cielos y la tierra.»

Robert Millikan (1868-1953, Premio Nobel de física) comentó: Detrás de todo reloj tuvo que haber un relojero; asímismo, detrás de la intrincada precisión de este gran universo, ¡tuvo que haber un Dios planificador y Creador! Fuente: Web católico de Javier

¿Puede la tierra gritar? Artículo

¿La tierra siente dolor? ¿Puede gemir y gritar a Dios? ¿Puede la tierra maldecirnos por nuestros crímenes?

Parecería que sí, y no sólo porque lo dicen los ecologistas, los moralistas y el Papa Francisco. La misma Escritura parece decirlo.

Hay algunas líneas muy reveladoras en el intercambio entre Caín y Dios, después de que Caín asesinara a su hermano Abel.  Cuando se le pregunta dónde estaba su hermano, Caín le dice a Dios que no lo sabe y que no es responsable de su hermano. Pero Dios le dice: La sangre de tu hermano me grita desde el suelo. Ahora estás maldito por suelo que ha abierto su boca para recibir la sangre de tu hermano de tu mano. Cuando labres la tierra, ya no te dará su fuerza.

La sangre de tu hermano me grita desde la tierra... ¡y desde ahora la tierra te maldecirá!  ¿Es una metáfora o una verdad literal? ¿Es la tierra que pisamos, cultivamos y plantamos, construimos autopistas y aparcamientos, y llamamos "Madre Tierra, nada más que simple materia bruta, muda, sin vida y sin palabras, totalmente inmune al sufrimiento y al dolor que sienten los humanos y otros seres sensibles o incluso a la violencia que a veces le infligimos? ¿Puede la tierra clamar a Dios con  frustración y dolor? ¿Puede maldecirnos?

Un reciente y maravillosamente provocativo libro de Mark L. Wallace titulado “When God was a Bird - Christianity, Animism, and the Re-Enchantment of the Word” diría que sí, el mundo puede sentir y siente dolor y puede maldecirnos por causar ese dolor. Para Wallace, lo que Dios le dice a Caín sobre la tierra que grita porque está empapada en sangre asesina es más que una metáfora, más que una simple enseñanza espiritual. También expresa una verdad ontológica en que hay un vínculo causal real entre la degeneración moral y la degeneración ecológica. No somos los únicos que cargamos con las consecuencias del pecado, también lo hace la tierra.

Así es como Wallace lo expresa:  "La tierra no una materia muda, un objeto inanimado sin capacidad de sentir y sentir, sino un ser vivo con alma y vulnerable que experimenta la terrible y catastrófica pérdida de la muerte de Abel. Su corazón está roto y su boca abierta, la Tierra 'traga', en las sorprendentes imágenes del texto, bocados de la sangre de Abel. ... Burbujeando desde la tierra roja, los gritos de Abel señalan no sólo que Caín había asesinado a su hermano sino que también ha originado una violencia permanente, quizás irreparable, a la tierra. ... Ahora, herida y ensangrentada, la Tierra contraataca. La Tierra tiene su venganza. La Tierra no acepta pasivamente los ataques de Caín y se queda mirando su sangriento desenfreno con impunidad. Por el contrario, la Tierra toma represalias e "inflige una maldición" a Caín "reteniendo su fruto" lejos de este asesino de granjeros que ahora debe vagar por la tierra sin protección y sin seguridad". La tierra ahora se niega a dar su protección a Caín.

Lo que Wallace afirma aquí se basa en dos creencias, ambas verdaderas. Primero, que todos y todo en este planeta, con y sin sentimientos, son parte de un mismo organismo vivo supremo dentro del cual cada parte afecta a todas las demás partes de una manera real. Segundo, siempre que tratamos mal a la Tierra (o a nosotros mismos), la Tierra toma represalias y nos niega su fuerza y su fruto, no sólo metafóricamente sino de una manera muy real.

Tal vez nadie ponga esto de manera más conmovedora que John Steinbeck lo hizo hace unos ochenta años en “Las Uvas de la Ira”. Describiendo cómo el suelo que produce nuestra comida es ahora trabajado por enormes tractores de acero y enormes máquinas impersonales que, en efecto, son la antítesis de una mujer o un hombre que amorosamente inducen a un jardín a crecer, escribe: Y cuando ese cultivo creció y fue cosechado, ningún hombre había apretado un terrón caliente con sus dedos y dejado que la tierra se tamizara más allá de las puntas de sus dedos.  Ningún hombre había tocado la semilla, o deseado su crecimiento. Y los hombres comían cuando no habían cultivado, no tenían ninguna conexión con el pan.  La tierra se mantuvo bajo el hierro, y bajo el hierro murió gradualmente; porque no era amada ni odiada, no tenía oraciones ni maldiciones.

Cuando Jesús dice que la medida que medimos es la medida que se nos medirá, de nuevo, no sólo está hablando de una cierta ley del karma en las relaciones humanas donde la bondad se encontrará con la bondad, la generosidad con la generosidad, la mezquindad con la mezquindad y la violencia con la violencia. También está hablando de nuestra relación con la Madre Tierra. Cuanto más tiempo nuestras casas, coches y fábricas continúen exhalando monóxido de carbono, más inhalaremos el monóxido de carbono. Y cuanto más sigamos haciendo violencia a la tierra y a los demás, más nos ocultará la tierra su bondad y su fuerza y sentiremos la maldición de Caín en las tormentas violentas, los virus mortales y los trastornos catastróficos. Ron Rolheiser - 

Comuniones 2020

El sábado, 26 de septiembre, la parroquia pudo finalmente celebrar las primeras comuniones del curso pasado, aplazadas con motivo del covid-19. 

Con  las medidas sanitarias correspondientes los niños, en compañía de su familia, pudieron disfrutar de su primer encuentro con Jesús

Fue una celebración preciosa, digna y vivida con gozo, no sólo por los niños, sino también por cuantos pudimos acompañarles en un día tan grande para ellos. 

Después de recibir a Jesús en la eucaristía, los niños hicieron su consagración al corazón inmaculado de la virgen maría, patrona de nuestra parroquia, para terminar cantándole y ofreciéndole una rosa.

Pedimos al niño Dios que estos, sus pequeños amigos, nunca se aparten de Él.

La ley de la gravedad y el Espíritu Santo. Artículo


Dios está cargado eróticamente y el mundo está dolorosamente apasionado; de ahí que se abracen uno a otro en mutua atracción y filiación.

El filósofo judío Martin Buber hizo esa afirmación, y aunque parece repetir perfectamente una frase del párrafo inicial de la autobiografía de san Agustín (“Nos has hecho para ti, Señor, y nuestros corazones están inquietos hasta que descansen en ti”) insinúa algo más. San Agustín trataba de un dolor insaciable dentro del corazón humano que nos mantiene inquietos y eternamente conscientes de que todo lo que experimentamos no es suficiente, porque lo finito anhela incesantemente lo infinito, y lo infinito atrae incesantemente a lo finito. Pero san Agustín hablaba del corazón humano, de la inquietud y atracción hacia Dios que se siente ahí.

Martin Buber está tratando de eso también, pero está tratando igualmente de la inquietud, una atracción incurable hacia Dios, que está dentro de toda la naturaleza, dentro del universo mismo. No son sólo las personas quienes están dolorosamente apasionadas; es el mundo entero, toda la naturaleza, el universo mismo.

¿Qué se está diciendo aquí? En esencia, Buber está diciendo que lo que se siente en el corazón humano está también presente en cada elemento de la naturaleza misma: en átomos, moléculas, piedras, plantas, insectos y animales. Se da el mismo anhelo por Dios en todo lo que existe, desde un planeta muerto hasta un agujero negro, una secuoya, nuestros mimados perros y gatos, el corazón de un santo. Y en eso no hay distinción entre lo espiritual y lo físico. El único Dios que hizo a ambos está atrayendo a ambos de la misma manera.

Pierre Teilhard de Chardin, que era un científico y un místico, creía que esta interacción entre la energía que procede de un Dios cargado eróticamente y la que procede de un mundo apasionado, es la energía que apuntala la estructura misma del universo, física y espiritual. Para Teilhard, la ley de la gravedad, la actividad atómica, la fotosíntesis, los ecosistemas, los campos electromagnéticos, el instinto animal, la sexualidad, la amistad humana, la reactividad y el altruismo, todos generan y manifiestan una única y misma energía, una energía que siempre está atrayendo a todas las cosas una hacia otra. Si eso es cierto, y lo es, entonces al fin la ley de la gravedad y el Espíritu Santo son parte de una única y misma energía, una única y misma ley, una única y misma interacción de eros y réplica.

A primera vista, tal vez pueda parecer teológicamente heterodoxo poner a las personas y la naturaleza física en el mismo plano. Quizás también, algunos podrían encontrar ofensivo hablar de Dios como “cargado eróticamente”. Por tanto, permitidme dar razón de estas cuestiones.

En términos de Dios en relación con la naturaleza física, la teología cristiana ortodoxa y nuestras escrituras afirman que la venida de Dios a nosotros en Cristo por la encarnación es un acontecimiento no sólo para las personas sino también para la creación física misma. Cuando Jesús dice que ha venido a salvar al mundo, de hecho, está hablando del mundo, no sólo de las personas que están en el mundo. La creación física, no menos que la humanidad, es hija de Dios, y Dios proyecta redimir a todos sus hijos. La teología cristiana nunca ha enseñado que el mundo será destruido al final de los tiempos, sino más bien (como dice san Pablo) que la creación física será transformada  y entrará en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. ¿Cómo irá el mundo físico al cielo? No lo sabemos; aunque tampoco podemos conceptualizar cómo iremos nosotros allí. Pero sabemos esto: el Cristo que tomó nuestra carne en la encarnación es también el Cristo Cósmico, esto es, el Cristo por el que todas cosas fueron hechas y el que junta a toda la creación. De ahí que los teólogos hablen de “encarnación profunda”, a saber, del acontecimiento de Cristo como profundizando más que el simple salvar a los seres humanos, como salvando la creación física misma.

Puedo apreciar también que habrá algo de incomodidad en mi afirmación de Dios como “erótico”, dado que hoy día generalmente identificamos esa palabra con el sexo. Pero ese no es el significado de la palabra. Para los filósofos griegos, de los que tomamos esta palabra, eros se identificaba con amor, y con amor en todos sus aspectos. Eros significaba atracción sexual y obsesión emocional, pero también significaba amistad, alegría, creatividad, sentido común y altruismo. Eros, propiamente entendido, incluye todos esos elementos, de modo que aun cuando identifiquemos eros con sexualidad, ni siquiera habrá malestar en aplicar esto a Dios. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, y así nuestra sexualidad refleja algo que hay en la naturaleza de Dios. Un Dios que es suficientemente generativo para crear billones de galaxias y está creando continuamente billones de personas, claramente es sexual y fértil de maneras más allá de nuestra concepción. Además, el inexorable dolor que hay dentro de cada elemento y persona en el universo para la unidad con algo que está más allá de sí mismo, tiene una única y misma cosa en mente: la consumación en el amor con Dios, que es Amor.

Así, en realidad, la ley de la gravedad y los dones del Espíritu Santo tienen una única y misma finalidad. Ron Rolheiser (Trad. Benjamín Elcano, cmf) - 

Confirmaciones 2020


Recientemente hemos celebrado la confirmación de 30 jóvenes de nuestra parroquia.

La Misa estuvo presidida por nuestro arzobispo, D. Jesús Sanz Montes.

Los confirmandos estuvieron acompañados de sus padrinos y de sus padres con sus respectivos convivientes por motivos el Covid-19.

Una ceremonia preciosa dentro de las medidas sanitarias necesarias para estos acontecimientos.

Que el Espíritu de Dios siga dando Vida a estos jóvenes.

Pulsa sobre la foto para acceder al álbum completo.

Que sepa acoger tu don y multiplicarlo


 
 


Domingo 33º del tiempo ordinario 

Gracias a: Rezando Voy. 

La estructura, el ritual y el hábito como , la oración y el servicio. Artículo.

En su libro The Second Mountain (La segunda montaña), David Brooks sugiere que una clave para mantener la fidelidad en cualquier vocación  es construir una estructura de comportamiento para esos momentos en que el amor titubea. Tiene razón.

Cualquiera que haya realizado un compromiso de ser fiel a largo plazo en un matrimonio, una amistad, una comunidad de fe o una vocación de servir a otros, necesitará  algo más que entusiasmo inicial, sinceridad desnuda, energía afectiva y buenas resoluciones para mantenerse a sí mismo en ese camino. Una cosa es tener una luna de miel con alguien, otra es permanecer en un matrimonio a lo largo de muchos años. Una cosa es ser un entusiasta neófito en un viaje espiritual, otra es permanecer fiel en ese viaje durante setenta u ochenta años. Y una cosa es salir durante una temporada y servir comidas a los sin techo, y algo diferente es ser Dorothy Day.

Por lo tanto, la cuestión es: ¿cómo mantenemos nuestro entusiasmo inicial, la sinceridad, la energía afectiva y las buenas resoluciones a través del hastío, el desamor, la incomprensión, el cansancio y las tentaciones que todos nosotros experimentaremos en nuestras vidas, tanto en nuestro matrimonio, nuestra vocación, nuestra vida eclesial y nuestra vida de oración como en nuestro servicio a otros?

Esa pregunta se me hizo recientemente, hablando a un grupo de jóvenes seminaristas. Les dije que acababa de celebrar cuarenta y ocho años de ministerio. Los seminaristas me acribillaron a preguntas: ¿Cuál es el secreto? ¿Cómo te comportas en los momentos turbulentos? ¿Cómo mantienes la buena intención, la buena voluntad y la buena energía año tras año? ¿Cómo conservas tu vida de oración a lo largo de cuarenta o cincuenta años?

Les respondí con una frase de Dietrich Bonhoeffer, quien, cuando oficiaba una boda, decía a la pareja: Hoy estáis muy enamorados y pensáis que vuestro amor mantendrá vuestro matrimonio. No es posible. Más bien vuestro matrimonio puede mantener vuestro amor. Advertí a los seminaristas de la misma manera: no confiéis en que vuestro presente entusiasmo y buena energía mantengan vuestro sacerdocio; que vuestro sacerdocio mantenga vuestro entusiasmo y energía. ¿Qué está en juego aquí?

Un genuino compromiso en fe, amor o servicio viene a ser un recipiente ritual, un arca, como la de Noé, que te encierra  existencialmente. Y el hecho de que estés encerrado es exactamente lo que hace al compromiso funcionar. Entras ingenuamente, creyendo que tus buenos sentimientos y energías afectivas te mantendrán. No lo harán. Inevitablemente, serán desgastadas por el tiempo, la familiaridad, el hastío, la incomprensión, el cansancio, el agravio y las nuevas obsesiones que te atraen emocionalmente  a otro lugar. Así, ¿cómo puedes mantenerte en un compromiso a través de periodos de sequedad? La respuesta de David Brooks es válida: construyendo una estructura de comportamiento exactamente para esos momentos.

¿Cómo haces eso? A través de la rutina, el ritual y el hábito. Aferra tu persona y tu compromiso en hábitos rituales que te estabilicen y te mantengan más allá de tus sentimientos en cualquier día dado. Procúrate rituales, ciertos comportamientos rituales, que harás con regularidad sin importar cómo te sientas. Para mí, como sacerdote, algunos de estos están preestablecidos. Como sacerdote, tienes que rezar diariamente el Oficio de la Iglesia como una oración a favor del mundo, sin importar cómo te sientes. Tienes que celebrar la Eucaristía regularmente por los demás, al margen de si esto es o no personalmente significativo para ti en cualquier día dado. Tienes que hacer diariamente algo de oración privada, particularmente cuando no te gusta. La lista sigue. Estos rituales te dan la estructura y las rutinas saludables, y son necesarios porque en el sacerdocio, como en cualquier otra vocación, hay momentos de fervor en que los sentimientos bastan para mantenerte; pero hay también otros momentos de desierto, momentos de amargura, momentos de enojo, momentos en que titubea el amor. Es entonces cuando una estructura de comportamiento puede estabilizarte y mantenerte.

Esto mismo es válido para el matrimonio. Las parejas tienen que construir una estructura de comportamiento para aquellos momentos en que titubee el amor. Por nombrar un tal ritual: esposa y esposo necesitan tener algún ritual de expresión de afecto  cuando se desean uno a otro un buen día mientras se separan cada mañana, sin importar sus emociones y sentimientos en un día dado. Ese ritual es un recipiente, un arca, que los cierra y mantiene juntos hasta un mejor momento y un mejor retorno de los sentimientos. El ritual puede mantener el amor cuando este titubea.

Al entender esto, necesitamos cuidarnos de “los amigos de Job”, esto es, cuidarnos de diversos libros y gurús sobre espiritualidad, oración y matrimonio que te dan la impresión de que algo va mal contigo si tu entusiasmo y afectividad emocional no son el aglutinante que os mantenga diariamente en vuestro compromiso. Dicho simplemente, estos son libros escritos por principiantes en espiritualidad y manuales de matrimonio escritos por alguien que confunde una luna de miel con un matrimonio. El entusiasmo y los buenos sentimientos son admirables, pero no pueden mantenerte a lo largo de un maratón. Para un maratón necesitas tener estrategias largamente practicadas con el fin de que te lleven por las largas y extenuantes millas en la mitad y al final. Ron Rolheiser (Trad. Benjamín Elcano, cmf) - 

La inteligencia artificial – El Video del Papa 11 – Noviembre 2020

“La inteligencia artificial está en la raíz del cambio de época que estamos viviendo. La robótica puede hacer posible un mundo mejor si va unida al bien común. Porque si el progreso tecnológico aumenta las desigualdades, no es un progreso real. Los futuros avances deben estar orientados al respeto de la dignidad de la persona y de la Creación. Recemos para que el progreso de la robótica y de la inteligencia artificial esté siempre al servicio del ser humano… podemos decir 'sea humano'".

Cursillos prematrimoniales Noviembre de 2020


El próximo día 16 de Noviembre, a las 20 horas, dará comienzo el Cursillo de Prematrimoniales-Novios, en la Parroquia del Corazón de María de Oviedo, para todos los que quieran Casarse en la Iglesia Católica.


El Cursillo dura una Semana de Lunes a Viernes todos los días, en  un horario de 20 a 21,15 horas 
aproximadamente.

Los temas que se tratan  son:
  • Lunes y Martes. Experiencias con Matrimonios
  • Miércoles : Psicología de la Pareja
  • Jueves : Sexualidad en el Matrimonio Cristiano
  • Viernes: Sacramento del Matrimonio y Vídeo del Rito de la Boda.

Inscripciones en el teléfono Parroquial 985230496

El último día se entregarán los justificantes de la asistencia al Cursillo para el expediente matrimonial.

Se llevarán a cabo todas las indicaciones previstas del COVI-19.


¿Qué tipo de casa puedes edificarme? Artículo


¿Qué está bien y qué está mal? Luchamos mucho por cuestiones morales, frecuentemente con una rectitud segura de sí misma. Y generalmente caemos en esa misma autorectitud cada vez que argüimos sobre el pecado. ¿Qué constituye un pecado y qué contribuye a un pecado grave? Las diferentes denominaciones cristianas y las diversas escuelas de pensamiento que hay en ellas se apoyan en varias clases de razonamiento bíblico y filosófico al tratar de solucionar esto, a menudo discrepando amargamente unos de otros y provocando más ira que consenso.

En parte, eso es de esperar, ya que las cuestiones morales deben tener en cuenta el misterio de la libertad humana, las limitaciones inherentes a la contingencia humana y el desconcertante número de  situaciones  existenciales que varían de persona a persona. No es fácil en cualquier situación dada decir lo que está bien y lo que está mal, e incluso más difícil decir lo que es pecaminoso y lo que no.

Intentando no ofender por cómo nuestras iglesias y pensadores morales han planteado clásicamente las cuestiones morales, creo que hay un modo mejor de plantearlas que, más saludablemente, tenga en cuenta la libertad humana, las limitaciones humanas y la singular situación existencial de cada individuo. El planteamiento no es propio mío, sino uno proclamado por el profeta Isaías, quien nos ofrece esta pregunta de parte de Dios: ¿Qué tipo de casa puedes construirme? (Isaías 66,1). Esa pregunta debería apoyar nuestro total discipulado y todas nuestras opciones morales.

¿Qué tipo de casa puedes construirme? Los hombres y mujeres de fe generalmente han tomado esto literalmente; y así, desde los tiempos antiguos hasta hoy mismo, han construido espléndidos templos, santuarios, iglesias y catedrales para manifestar su fe en Dios. Eso es admirable, pero la invitación que proclama Isaías es, primera y principalmente, sobre el tipo de casa que debemos edificar dentro de nosotros mismos. ¿Cómo guardamos la imagen y semejanza de Dios en nuestro cuerpo, nuestra inteligencia, nuestra afectividad, nuestras acciones? ¿Qué tipo de “iglesia” o “catedral” es nuestra persona misma? Esa es una pregunta más profunda en términos de vivencia moral.

Más allá de un nivel muy elemental, nuestra toma de posición moral ya no debería ser guiada por la pregunta del bien o el mal,  ¿es esto pecaminoso o no? Más bien debería ser guiada y motivada por una pregunta más elevada: ¿Qué tipo de casa puedes construirme? ¿A qué nivel quiero vivir mi humanidad y mi discipulado? ¿Quiero ser más egoísta o más generoso? ¿Quiero ser despreciable o noble? ¿Quiero ser autocompasivo o grande de corazón? ¿Quiero vivir mis compromisos con una fidelidad totalmente honrada o me encuentro cómodo traicionando a otros y a mí mismo a escondidas? ¿Quiero ser un santo o me encuentro bien siendo mediocre?

A un nivel maduro de discipulado (y madurez humana) la cuestión ya no es ¿está esto bien o mal? Eso no es cuestión de amor.  La cuestión de amor es más bien ¿cómo puedo profundizar? ¿A qué nivel puedo vivir el amor, la verdad, la luz y la fidelidad en mi vida?

Permitidme un ejemplo simple y terreno para ilustrar esto. Considerad la cuestión de la castidad sexual: ¿es la masturbación errónea y pecaminosa? Una vez oí a un profesor de moral tomar una perspectiva sobre esto que refleja el desafío de Isaías. Aquí, en una  paráfrasis, está el modo como encuadró la cuestión: “No creo que sea útil contextualizar esta cuestión como hicieron los textos de la teología moral clásica, al decir que es un desorden grave y seriamente pecaminoso. Ni creo que sea útil decir lo que nuestra cultura y mucho de la psicología contemporánea están diciendo, que es moralmente indiferente. Yo creo que una manera más útil de tratar esto es no mirarlo a través del prisma de si es correcto o equivocado, pecaminoso o no. Más bien, pregúntate esto: ¿a qué nivel quiero vivir? ¿A qué nivel quiero llevar mi castidad, mi fidelidad y mi honestidad? ¿En qué momento de mi vida quiero aceptar el hecho de llevar más tensión que tanto mi discipulado como mi humanidad me piden? ¿Qué clase de persona quiero ser? ¿Quiero ser alguien totalmente transparente o alguien que tenga mercancías escondidas debajo del mostrador? ¿Quiero vivir en total sobriedad?” ¿Qué clase de “templo” quiero ser? ¿Qué tipo de casa puedo edificar para Dios?

Esta -creo yo- es la manera ideal como deberíamos afrontar las opciones morales en nuestras vidas. Por supuesto, esta no es una espiritualidad para personas cuyo desarrollo moral es tan débil o deteriorado que aún están luchando con las más fundamentales demandas de los Diez Mandamientos. Tales personas necesitan ayuda recuperativa y terapéutica, pero esa es tarea diferente (aunque necesaria).

Y un punto más, esta opción moral nos viene, como lo hacen todas las invitaciones venidas de Dios, como una invitación, no como una amenaza.  Es a través del amor y no de la amenaza como Dios nos invita a la vida y al discipulado, siempre preguntándonos   gentilmente: ¿qué tipo de casa puedes edificarme? Ron Rolheiser (Trad. Benjamín Elcano, cmf) -