Munilla responde a los ataques de Vargas Llosa a la Iglesia desmontando uno a uno sus argumentos.

A Mario Vargas Llosa, escritor peruano y premio Nobel de Literatura, no le ha gustado que el Senado de Argentina haya frenado la legalización del aborto en el país. Y aprovecha esta victoria provida para cargar contra la Iglesia Católica, a la que responsabiliza de que no se aprobara esta normativa.

En un artículo de opinión publicado en El País la pasada semana y titulado ¿Defensa de la vida?, el escritor afirma que “la Iglesia Católica, objeto de revelaciones tan horrendas como el abuso sexual, debía ser menos intolerante e inflexible sobre un tema tan doloroso como el del aborto”. Además, asegura que la Iglesia está “muy escorada hacia la caverna y el oscurantismo”.

Además de relacionar el aborto con una cuestión religiosa también se hace eco de unas cifras sobre abortos clandestinos totalmente absurdas, tal y como ya demostró Religión en Libertad.

Ante la relevancia del artículo y del autor, el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha querido responder al escritor y sus argumentos a través de su programa Sexto Continente de Radio María.
Artículo completo. Fuente: www.religionenlibertad.com

Carta de un alma condenada. Carta del más allá

CLARA, NO RECES POR MÍ, ESTOY CONDENADA. Si te doy este aviso – es más, voy a hablarte largamente sobre esto – no creas que lo hago por amistad. Quienes estamos aquí ya no amamos a nadie. Lo hago como obligada. Es parte de la obra “de esa potencia que siempre quiere el mal y realiza el bien”. En realidad, me gustaría verte aquí, adonde llegué para siempre. No te extrañes de mis intenciones. Aquí, todos pensamos así. Nuestra voluntad está petrificada en el mal, es decir, en aquello que ustedes consideran “mal”. Aún cuando pueda hacer algo “bien” (como yo lo hago ahora, abriéndote los ojos ante el infierno), no lo hago con recta intención...

Al cielo iremos los de siempre...

Queridos hermanos: Esta parábola me suscita una especial simpatía. Aunque quizá ésta sea la excusa, el parapeto que me he construido para no tomármela en serio de verdad. El texto es hermoso, pero al mismo tiempo bien duro. Un genial dibujante español fallecido hace poco, D. Antonio Mingote, percibió su significado con una chispa admirable y hace unos años publicó una serie de dibujos en los que aparecíamos retratados serios católicos, muy merecedores de respeto, en un conjunto titulado “Al cielo iremos los de siempre”.
Esos somos “los de siempre”, aquellos que a menudo teniéndonos por justos despreciamos a los demás (cf. Lc 18, 9), los que sí creemos y nos comportamos “como Dios manda” (¡pobre Dios muchas veces!).
He aquí una de nuestras principales tentaciones: considerarnos “los de siempre” y decirle al Señor que no puede tratar igual a quienes han venido después o no se entregan tanto a las tareas del Reino. ¿Cómo les va a pagar lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el calor y el trabajo de toda la jornada? ¡Qué sabia es la Madre Iglesia cuando traduce las renuncias que acompañan el Bautismo y nos pregunta: “¿renunciáis a Satanás, esto es: a estar muy seguros de vosotros mismos, a consideraros ya convertidos del todo, a creeros superiores a los demás…?”!
Es tiempo de dejar a Dios ser Dios; de reconocer que Él sí puede hacer lo que le venga en “su real gana”. ¿O es que nos molesta que sea más generoso, desprendido y sensible que nosotros? Ay, ay, ay… Cuidado: en una situación parecida (Mt 16, 23), Jesús acabó llamando Satanás a Pedro: “¡Aléjate! Piensas como los hombres, no como Dios”. Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 22 de agosto de 2018. CR. FUENTE / Lecturas

Hermosos estoicos

Ron Rolheiser (Trad. Benjamin Elcano, cmf) - 
Hoy en día hay una rica literatura escrita por hombres y mujeres muy inteligentes y sensibles que podrían describirse mejor como estoicos agnósticos. A diferencia de algunos de sus homólogos ateos, cuyos ataques unilaterales contra la religión sugieren que "protestan demasiado", este grupo no protesta en absoluto. No atacan la fe en Dios; de hecho, a menudo ven las doctrinas religiosas como la creencia en la encarnación de Cristo, la creencia en el pecado original, y la creencia en la resurrección como mitos útiles que pueden tener valor para nuestro auto-entendimiento, similares a los grandes mitos del mundo antiguo. Son cálidos con la espiritualidad y a veces son mejores apologistas de la profundidad del alma y el lugar del misterio en nuestras vidas que sus contrapartes explícitamente religiosas. Es sólo que, al final, ponen entre paréntesis la creencia en Dios.
A nivel intelectual, esto se ve en personalidades como la del difunto James Hillman y muchos de sus seguidores (aunque algunos de esos seguidores, a diferencia de su maestro, han tomado una actitud más beligerante y negativa hacia la fe en Dios y la religión). Esto también se ve en un buen número de novelistas contemporáneos que escriben desde una perspectiva deliberadamente agnóstica. Y esto se ve en maravillosos libros biográficos, como el de Nina Riggs, The Bright Hour: Un libro de memorias de la vida y la muerte.
Lo que todos estos autores tienen en común es esto: miran las preguntas más profundas de la vida y enfrentan esas preguntas con coraje y sensibilidad, pero sólo desde una perspectiva agnóstica y estoica. ¿Cómo le das sentido a las cosas si no hay Dios? ¿Cómo enfrentas la finalidad de la muerte, si no hay vida después de la muerte? ¿Cómo entierras el amor como un absoluto, si no hay un Absoluto sobre el cual entierrarlo? ¿Cómo pueden los preciosos eventos de nuestras vidas tener un significado duradero, si no hay inmortalidad personal? ¿Cómo hacer frente a las deficiencias de nuestras vidas y la propia mortalidad, si esta vida es todo lo que hay?
Enfrentan estas preguntas honesta y valientemente sin una creencia explícita en Dios y llegan a la paz con ellos mismos, encuentran el significado para ellos mismos, y obtienen la perspicacia y el valor que necesitan para vivir con respuestas que no incluyen la fe en Dios y la creencia en una vida después de la muerte. Hay un estoicismo valiente en esto, pero en muchos de sus escritos hay también una cierta belleza. Se tiene la sensación de que se trata de un alma honesta y bella que lucha con las preguntas más profundas de la vida y llega a una paz aceptable que resume el tipo de compasión que todas las grandes religiones ponen en su centro. Dentro de la literatura religiosa se pueden encontrar algunos hermosos santos. Dentro de la literatura secular se pueden encontrar algunos estoicos hermosos.
Pero hay una cosa sobre la que quiero desafiar a estos hermosos estoicos: Intentan responder a una pregunta profunda: ¿Cómo le damos sentido a la vida si no hay Dios ni más allá y cómo le damos sentido a la vida si los principios de la fe no son verdaderos, sino mera proyección?  Es una pregunta justa, vale la pena hacersela. Pero esta es mi protesta: Mientras estos autores enfrentan con coraje y honestidad la pregunta de lo que significa si Dios no existe y no hay vida después de la muerte, nunca enfrentan con el mismo coraje y honestidad la pregunta: ¿Y si realmente hay un Dios y una vida después de la muerte y los principios esenciales de la fe son verdaderos? ¿Cómo se vive entonces? ¿Y si nuestras mentes que sondean y nuestros sentimientos nobles están de hecho cimentados en un Dios amoroso y personal? Eso sería un agnosticismo aún más honesto y valiente, y un estoicismo aún más bello.
El verdadero agnosticismo habla de una mente abierta, tan abierta que es reticente a cerrar cualquier posibilidad real. Y la existencia de Dios es una posibilidad real.
En cualquier momento de la historia, incluida nuestra época, la gran mayoría de los seres humanos creen en la existencia de Dios y en la existencia de una vida después de la muerte. Los ateos nunca han sido la mayoría cognitiva. Si esto es cierto, y lo es, entonces por qué hombres y mujeres buenos, valientes, honestos y sensibles son reacios a llevar su agnosticismo por ambos callejones, eso es: ¿Cómo damos forma a nuestras vidas si no hay Dios y no hay otra vida - y cómo damos forma a nuestras vidas si hay un Dios y una otra vida?
Si se quiere mirar el sentido de la vida con la mayor valentía y honestidad posibles, ¿no debería ser la cuestión de Dios y el más allá, y no sólo su antítesis, uno de los horizontes en los que se produce ese discernimiento? Sospecho que la renuencia de muchos de estos autores a dar la misma consideración a la posibilidad de la verdad de la religión proviene del hecho de que, hasta los tiempos modernos, la mayor parte de toda la literatura consideraba perennemente las cuestiones profundas de la vida más o menos exclusivamente desde una perspectiva religiosa más que agnóstica. Lo que nuestros autores agnósticos están aportando es una alternativa, una voz diferente de la voz dominante en la historia (aunque no la voz dominante dentro de la sociedad secular de hoy).
Aún así, hace que algunos estoicos hermosos nos ayuden a comprenderlo.

Palpémonos todos la ropa antes de levantar el dedo contra el prójimo. Confrontémonos con la Palabra de Dios y con su Espíritu; Él nos inspirará qué hemos de hacer.

Queridos hermanos:
Han pasado doce años pero recuerdo perfectamente la escena. La señora Teresa, madre y abuela, hoy casi centenaria, entró en la sacristía. Sus hijos desempeñaban cargos muy relevantes en varias de las mayores empresas y bancos del país: “Rece mucho por ellos, padre -me dijo- es muy difícil ser banquero y justo a la vez”.
Como vemos en el Evangelio, Jesús lo dijo con otras palabras, pero sobre todos nosotros gravita una amenaza que quizá es sobre todo una constatación: ¡qué difícil es acoger el Reino, gozarlo, si hemos llenado nuestra vida de otras muchas cosas, especialmente del dinero y de su deseo! Hemos de preguntarnos sin cesar si no hemos vendido el corazón a otros ídolos.
Pero en estos tiempos en los que la pobreza y la injusticia siguen campando a sus anchas por muchas partes del mundo mientras en otras nadamos en lo que hemos llamado ‘la crisis’, hay que elogiar en voz alta a quienes se han arriesgado a crear empresas, mantienen con valentía puestos de trabajo, han renunciado a parte de su bienestar para compartir con otros, pelean por el bien común e intentan desempeñar su trabajo honestamente (¡incluso en la banca!). Hay un discurso panfletario que demoniza inmediatamente palabras como ‘empresario’, ‘dueño’, ‘banquero’ y no refrenda muchas veces su aparente profecía con una vida evangélicamente más coherente.
Palpémonos todos la ropa antes de levantar el dedo contra el prójimo. Confrontémonos con la Palabra de Dios y con su Espíritu; Él nos inspirará qué hemos de hacer. CR Comentario al Evangelio de hoy. Fuente

El Vaticano expresa su “vergüenza y dolor” tras el nuevo informe sobre abusos sexuales en Estados Unidos

Frente a la pederastia, tolerancia cero. Es un crimen. Y son palabras que tanto el Papa Francisco como sus antecesores han pronunciado en diversas ocasiones. La última de estas, en el reciente documental «Papa Francisco, un hombre de palabra», del cineasta Wim Wenders. Por tanto, es claro que mantener una línea que favorezca el encubrimiento de estos hechos es totalmente contraria a la manera que lleva años impulsando la Santa Sede.
Así, en la Rueda de Prensa que ayer por la tarde ofreció Greg Burke,director de la Oficina de Prensa y Portavoz de la Santa Sede, con ocasión de los abusos descritos en Pensilvania a lo largo de los últimos 70 años, subrayó la única postura posible de cara a estos detestables sucesos: “Los abusos descritos en el informe son criminales y moralmente reprobables”.
“Hay dos palabras que pueden expresar los sentimientos frente a estos horribles crímenes: vergüenza y dolor. […] Estos hechos han traicionado la confianza y han robado a las víctimas su dignidad y su fe. La Iglesia debe aprender duras lecciones de su pasado, y debería haber asunción de responsabilidad (accountability) tanto por parte de los abusadores como por parte de aquellos que permitieron que se produjera”, ha continuado el periodista estadounidense. “La Santa Sede […] subraya también la necesidad de obedecer a la legislación civil, incluida la obligación de denunciar los casos de abusos a menores”.
Muchos culpables de aquellos años han fallecido, y casi todos los delitos han prescrito por lo que se procesará solo a dos sacerdotes. Pero para la disciplina interna de la Iglesia, no prescriben. Basta recordar cómo hace pocos días, el Papa Francisco aceptó la renuncia del Cardenal McCarrick, acusado de incurrir en abusos sexuales hace casi 50 años, "y dispuso su suspensión en el ejercicio de cualquier ministerio público, así como la obligación de que permanezca en una casa que le será asignada para una vida de oración y penitencia […] hasta que las acusaciones que se le dirigen sean aclaradas por un regular proceso canónico". Ignacio Virgillito - 

San Bernardo.

“En los peligros, en las angustias, en las incertidumbres, piensa en María, invoca a María.
Que Ella no se aparte nunca de tus labios, que no se aparte nunca de tu corazón; y para que obtengas la ayuda de su oración, no olvides nunca el ejemplo de su vida. Si la sigues, no puedes desviarte; si le rezas, no puedes desesperar; si piensas en ella, no puedes equivocarte.
Si ella te sostiene, no caes; si ella te protege, no tienes que temer; si ella te guía, no te cansas; si ella te es propicia, llegarás a la meta. 
Fuente  /  Frases.  / San Bernardo de Claraval

Si usted o alguien conocido tiene dudas sobre la oración...

La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a hacer una oración por su padre, que estaba muy enfermo. Cuando el sacerdote llegó a la habitación del enfermo, encontró a este hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su cama, por lo que el sacerdote pensó que el hombre sabía que vendría a verlo.
- "Supongo que me estaba esperando", le dijo.
- "No, ¿quién es usted?", dijo el hombre.
- "Soy el sacerdote que su hija llamó para que orase con usted; cuando vi la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabía que yo vendría a visitarlo".
- "Ah sí, la silla", dijo el hombre enfermo, ¿le importa cerrar la puerta? El sacerdote, sorprendido, la cerró. "Nunca le he dicho esto a nadie, pero toda mi vida la he pasado sin saber cómo orar. Cuando he estado en la Iglesia he escuchado siempre al respecto de la oración, que se debe orar y los beneficios que trae, pero siempre esto de las oraciones me entró por un oído y me salió por el otro, pues no tengo idea de como hacerlo. Entonces hace mucho tiempo abandoné por completo la oración.
Esto ha sido así en mi hasta hace unos cuatro años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo: José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Jesús. Así es como te sugiero que lo hagas: te sientas en una silla y colocas otra silla vacía enfrente tuyo, luego con fe miras a Jesús sentado delante de ti. No es algo alocado el hacerlo pues Él nos dijo: "Yo estaré siempre con vosotros". Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estás haciendo conmigo ahora"."Es así que lo hice una vez y me gustó tanto que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces". Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija.... pues me internaría de inmediato en el manicomio."
El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era muy bueno lo que había estado haciendo, y que no dejara de hacerlo. Luego hizo una oración con él, le extendió una bendición y se fue a su parroquia. Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. El sacerdote le preguntó:
-"¿Falleció en paz?"
-"Sí, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde me llamó y fui a verlo a su cama, me dijo lo mucho que me quería y me dio un beso.  Cuando regresé de hacer compras una hora más tarde ya lo encontré muerto. Pero hay algo extraño respecto a su muerte, pues aparentemente, justo antes de morir, se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré. ¿Qué cree usted que puede significar esto?"
El sacerdote se secó las lágrimas de emoción y le respondió: "Ojala que todos nos pudiésemos ir de esa manera..." Fuente

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.


Domingo XX del tiempo ordinario 


Gracias a: Rezando Voy

"Todas las vidas son del Señor. Quien es bueno vivirá"

Comentario al Evangelio de hoy sábado, 18 de agosto de 2018
Queridos amigos: "Todas las vidas son del Señor. Quien es bueno vivirá". Quizá el mejor lugar para comprender esto sean los muros de un monasterio, donde lo esencial se hace visible a los ojos en el arte de la espera.
Fray María Rafael, en "Saber esperar", escribe dentro los muros del monasterio: "Sigue esperando ..., sigue esperando con esa dulce serenidad que da la esperanza cierta ..., sigue quieto, clavado, prisionero de tu Dios a los pies de su Sagrario. Escucha el lejano alboroto que hacen los hombres al gozar breves días de libertad por el mundo; escucha de lejos sus voces, sus risas, sus llantos, sus guerras ... Escucha y medita un momento; medita en un Dios infinito ..., en el Dios que hizo la tierra y los hombres, el dueño absoluto de cielos y tierras, ríos y mares; el que en un instante, con sólo quererlo, con sólo pensarlo, creó la nada y todo cuanto existe". (Pensamiento 519)
Saber esperar, tomar el ritmo de Dios, hacer menos y con más profundidad, tener experiencia del amor primero, sentirse habitado por el Espíritu. Saberse piedra sobre la que edifique Jesús su iglesia cuando no se busca alabanza-grandeza-poder. Estar en el camino, quizá un camino secundario, a las afueras, pero es tu camino. Reconocerse llamado para ser algo pequeño porque da miedo lo alto, lo de primera fila. Abrazar el propio camino y sus árboles con el frescor del viento del Espíritu, camino fácil cuesta abajo. Adorar al dueño del camino, Dios, disfrutarlo y hacerlo disfrutar.
"Apartaos del mal, haceos un corazón y un espíritu nuevo. Convertíos y vivid".
"Qué dulce es esperar haciendo el bien ..., qué dulce esperar con una sonrisa a nuestros hermanos y a nuestros enemigos" (Pensamiento 422). La conversión y la vida se dan de la mano en quienes han encontrado la perla preciosa y lo han vendido todo por disfrutar de su encanto.
"De los que son como los niños es el Reino de los Cielos". La vida escondida en Dios y el corazón habitado por el mundo entero. Un niño vive rodeado de la presencia humana. El corazón del monje se agranda tanto cuanto se extiende la presencia de Dios en el corazón del mundo.
"¡Qué bueno y qué grande es Dios, que nos ofrece el corazón de María, como si fuese el suyo! ¡Qué bien conoce Dios el corazón del hombre, pequeño y asustadizo! ¡Qué bien conoce nuestra miseria que nos pone ese puente ..., que es María!" (Pensamiento 345).
"A mí me parece que cuanto más amor se la tiene a la Virgen, más amor tenemos a Dios, es decir, que nuestro amor a Dios aumenta a medida que aumentamos el cariño a la Santísima Virgen ...; y es natural, ¿cómo vamos a querer a la Madre y no querer al Hijo?, imposible ..., y qué no conseguiremos de Dios si se lo pedimos por intercesión de María ..., nada". (Pensamiento 337) Gracias a: CiudadRedonda

Hambre y sed de justicia

«Hambre y sed» son experiencias muy intensas, porque responden a necesidades primarias y tienen que ver con el instinto de sobrevivir. Hay quienes con esa intensidad desean la justicia y la buscan con un anhelo tan fuerte. Jesús dice que serán saciados, ya que tarde o temprano la justicia llega, y nosotros podemos colaborar para que sea posible, aunque no siempre veamos los resultados de este empeño.
Pero la justicia que propone Jesús no es como la que busca el mundo, tantas veces manchada por intereses mezquinos, manipulada para un lado o para otro. La realidad nos muestra qué fácil es entrar en las pandillas de la corrupción, formar parte de esa política cotidiana del «doy para que me den», donde todo es negocio. Y cuánta gente sufre por las injusticias, cuántos se quedan observando impotentes cómo los demás se turnan para repartirse la torta de la vida. Algunos desisten de luchar por la verdadera justicia, y optan por subirse al carro del vencedor. Eso no tiene nada que ver con el hambre y la sed de justicia que Jesús elogia. (G. Ex. Papa Francisco)

El poder de un cumplido

Tomás de Aquino sugirió una vez que es un pecado no dar un cumplido a alguien cuando se lo merece porque al retener nuestros elogios estamos privando a esa persona de la comida que necesita para vivir. Tiene razón. Tal vez no sea un pecado retener un cumplido, pero es un triste empobrecimiento, tanto para la persona que lo merece como para la que lo retiene.
No vivimos sólo de pan. Jesús nos dijo eso. Nuestra alma también necesita ser alimentada y su alimento es la afirmación, el reconocimiento y la bendición. Cada uno de nosotros necesita ser afirmado saludablemente cuando hacemos algo bien de manera que tengamos dentro de nosotros recursos que nos permitan afirmar a otros. ¡No podemos dar lo que no tenemos! Eso es evidente. Y así, para que podamos amar y afirmar a otros primero debemos sentirnos amados, ser bendecidos y ser alabados. La alabanza, el reconocimiento y la bendición edifican el alma.
Pero felicitar a los demás no sólo es importante para la persona que recibe el cumplido, sino también para la persona que lo hace. Alabando a alguien le damos a él o a ella un alimento necesario para su alma; pero, al hacer esto, también alimentamos nuestra propia alma. Hay una verdad sobre la filantropía que también es cierta para el alma: necesitamos dar a otros no sólo porque lo necesitan, sino porque no podemos vivir sanamente a menos que nos entreguemos a nosotros mismos. La admiración sana es filantropía del alma.
Además, admirar y alabar a los demás es un acto religioso. Benoit Standaert afirma que "la alabanza nace de las raíces de nuestra existencia".  ¿Qué quiere decir con esto?
Al cumplimentar y alabar a los demás, estamos aprovechando lo más profundo de nuestra interioridad, es decir, la imagen y semejanza de Dios. Cuando alabamos a alguien más, entonces, como Dios cuando crea, estamos insuflando vida en una persona, insuflando espíritu en ella. La gente necesita ser elogiada. No vivimos sólo de pan, ni tampoco vivimos sólo de oxígeno.
La imagen y semejanza de Dios en nuestro interior no es un icono, sino una energía, la energía más real dentro de nosotros. Más allá de nuestro ego, heridas, orgullo, pecado, y la mezquindad de nuestros corazones y mentes en cualquier día, lo que es más real en nuestro interior es una magnanimidad y gracia que, como Dios, mira al mundo y quiere decir: "¡Es bueno! ¡Es muy bueno!" Cuando estamos en nuestro mejor momento, el más verdadero, hablando y actuando al margen de nuestra madurez, podemos admirar. De hecho, nuestra voluntad de alabar a los demás es un signo de madurez, y viceversa. Llegamos a ser más maduros siendo generosos en nuestra alabanza.
Pero la alabanza no es algo que demos fácilmente. La mayoría de las veces estamos tan bloqueados por las desilusiones y frustraciones dentro de nuestras vidas que cedemos al cinismo y a los celos y actuamos motivados por ellos en lugar de hacerlo por nuestras virtudes. Racionalizamos esto, por supuesto, de diferentes maneras, ya sea afirmando que lo que se supone que debemos admirar es novel (y que somos demasiado brillantes y sofisticados para sentirnos impresionados) o que dicho acto admirable fue hecho para vanagloria de alguien y no vamos a alimentar el ego de otra persona. Sin embargo, la mayoría de las veces, nuestra verdadera razón para ocultar elogios es que nosotros mismos no nos hemos sentido suficientemente elogiados y, por ello, albergamos celos y carecemos de la fuerza para elogiar a los demás. Lo digo con simpatía, todos estamos heridos.
Entonces también algunos de nosotros vacilamos para alabar a otros porque creemos que la alabanza puede estropear a la persona e inflar su ego. ¡Perdona la vara y malcría al niño! Si regalamos una alabanza, se le subirá a la cabeza a esa persona.  De nuevo, la mayoría de las veces, esto es una racionalización. Los elogios legítimos nunca estropean a una persona. Aquella alabanza que es honesta y apropiada funciona más para humillar a su receptor que para malcriarlo. No podemos sentirnos amados en demasía, sólo más bien poco amados.
Pero, tu podrías preguntarte, ¿qué pasa con los niños que terminan siendo egocéntricos porque únicamente fueron elogiados y nunca se les disciplinó?  El amor real y la madurez real distinguen entre alabar aquellas áreas de la vida del otro que son dignas de alabanza y desafiar aquellas áreas de la vida de otro que necesitan corrección. La alabanza nunca debe ser un halago inmerecido, pero el desafío y la corrección sólo son efectivos si el receptor primero sabe que es amado y reconocido apropiadamente.
Los elogios genuinos nunca se equivocan. Simplemente reconocen la verdad que está ahí. Es un imperativo moral. El amor lo requiere. Negarse a admirar cuando alguien o algo merece alabanza es, como afirma Tomás de Aquino, una negligencia, una falta, un egoísmo, una mezquindad y una falta de madurez. Por el contrario, hacer un cumplido cuando se debe es una virtud y un signo de madurez.
La generosidad consiste tanto en dar elogios como en dar dinero. Puede que no seamos tacaños en nuestra alabanza. El místico flamenco del siglo XIV, Juan de Ruusbroec, enseñó que "los que no alaben aquí en la tierra serán mudos para toda la eternidad".

Yo soy el pan de la vida.


Domingo XIX del tiempo ordinario 


Gracias a:

Día de las familias en el Campamento Doney 2018 y cambios de turno.

Hemos finalizado el segundo turno con 90 preadolescentes y día de la familia. 
Las imágenes os muestra algo de este día grandioso. 
Campamento maravilloso por los chicos y monitores. 
Dios bendice este su campo. 
Gracias por vuestras oraciones. 
Esta tarde después de limpiar y ordenar se fueron los monitores. 
Tengo un par de días para descansar y hacer muchas cosas en el campamento. 
El jueves vienen 40 peques durante 10 días, para después concluir con 63 jóvenes. 
Que seáis las manos lejanas y ocultas que se elevan a Dios para que todos sigamos sembrando y Dios bendiga nuestra siembra. 
Os quiero a todos, un fuerte abrazo y que Dios también os bendiga.
Padre Fernando Sotillo



La sabiduría es...

la sabiduría son tres cosas, y una cuarta:

La sabiduría es un respeto por el conocimiento; 
la sabiduría es un respeto por la honestidad y la estética; 
y la sabiduría es un respeto por el misterio. 

Pero hay un cuarto - la sabiduría es un respeto por Alguien.

Benoit Standaert
(benedictino belga). Fuente

Madre Eugenia Elizabet Ravasio


  • Descubrió la primera medicina para curar la lepra.
  • Ideó, proyectó y realizó en Azopté (Costa de Marfil), la "Ciudad de los Leprosos", el centro mayor y más importante en el mundo.
  • A los 25 años era Madre General de su congregación de Nuestra Señora de los Apóstoles.
  • Recibió la máxima condecoración nacional por obras de carácter social que concede Francia.

Pero el legado más importante que Madre Eugenia nos ha dejado ha sido el Mensaje del Padre ("El Padre habla a Sus hijos"), la única revelación hecha personalmente por Dios Padre y reconocida auténtica por la Iglesia después de diez años de rigurosísimos exámenes.
"Deseo que un día, o por lo menos un domingo, sea consagrado para glorificarme, en modo muy particular, con el nombre de Padre de toda la humanidad. Para esta fiesta quisiera una Misa y una celebración apropiada. No es difícil encontrar los textos en la Sagrada Escritura. Si preferís rendirme este culto especial un domingo, yo escojo el primer domingo de Agosto, si escogéis un día de la semana, prefiero que sea el día 7 de este mismo mes.”

Fiesta litúrgica en honor de Dios Padre

¿Por qué creo en Dios?


Alguno de mis autores favoritos son agnósticos, hombres y mujeres que enfrentan la vida con honestidad y coraje sin fe en un Dios personal. Son mayormente estoicos, personas que ha hecho las paces con el hecho de que Dios pudiera no existir y que quizás la muerte sea el fin de todo para nosotros. Veo esto, por ejemplo, en el último James Hillman, un hombre que admiro profundamente y quien tiene mucho que enseñar a los creyentes sobre el significado de escuchar y honrar el alma humana.
Pero aquí hay algo que no admiro en este estoicismo agnóstico: mientras que enfrentan con valentía lo que supondría para nosotros el que Dios no existiera y la muerte acabara nuestra existencia personal, ellos no se plantean la pregunta si Dios existiera y con la muerte no acabara nuestra existencia personal con la misma valentía. ¿Y si Dios existe y los postulados de nuestra fe son verdaderos? También deben enfrentar esta cuestión.
Yo creo que Dio existe, no porque nunca haya tenido dudas, o porque haya crecido en la fe por personas cuyas vidas los hizo profundos testigos de su verdad, o porque perennemente la vasta mayoría de la gente que vive en este planeta crea en Dios. Yo creo que existe un Dios personal por más razones de las que coy capaz de nombrar: la bondad de los santos; el enganche que hay en mi propio corazón que nunca me ha dejado marchar; la conexión de la fe con mi propia experiencia, el coraje de los mártires religiosos a través de la historia; la asombrosa profundidad e las enseñanzas de Jesús; los profundos apreciaciones contenidas en las otras religiones, la experiencia mística de incontables personas; nuestro sentido de la conexión con la comunión de los santos con los seres queridos que han fallecido; la convergencia del anecdótico testimonio de cientos de individuos que han muerto clínicamente y han vuelto a la vida; las cosas que sabemos por intuición y que van más allá de toda lógica racional; el constante resurgimiento de la resurrección en nuestras vidas; el triunfo esencial de la verdad y la bondad a través de la historia; el hecho de que la esperanza nunca muerte, el inquebrantable imperativo que sentimos dentro de nosotros mismos de reconciliarnos con otros antes de morir; la infinita hondura del corazón humano; y si, incluso la habilidad de ateos y agnósticos para intuir que de alguna manera todo tiene sentido apuntando a la existencia de un Dios personal.
Creo que Dios existe porque la fe obra; al menos en la medida en que nosotros la trabajamos. La existencia de Dios se demuestra verdadera en la medida en que la tomamos en serio y vivimos nuestras vidas frente a ella.  En pocas palabras, estamos felices y en paz en la medida exacta en que nos arriesgamos, explícita o implícitamente, a vivir una vida de fe. Las personas más felices que conozco son también las personas más generosas, desinteresadas, alegres y honorables que conozco. Eso no es un accidente.
Leon Bloy afirmó una vez que sólo hay una tristeza verdadera en la vida, la de no ser santo. Vemos eso en los evangelios en la historia del joven rico que rechaza la invitación de Jesús a vivir su fe más profundamente. Se va triste. Por supuesto, ser santo y estar triste nunca es todo o nada, ambos tienen grados. Pero hay una constante: estamos felices o tristes en proporción directa a nuestra fidelidad o infidelidad a lo que es uno, verdadero, bueno y hermoso. Lo sé existencialmente: Estoy feliz y en paz en la medida en que tomo en serio mi fe y la vivo con fidelidad; cuanto más fiel soy, más en paz estoy, y viceversa.
Inherente a todo esto también hay una cierta "ley del karma", es decir, el universo nos devuelve moralmente exactamente lo que le damos. Como lo dijo Jesús, la medida que mides es la medida con la que se te medirá. Lo que exhalamos es lo que vamos a inhalar.  Si exhalo egoísmo, egoísmo es lo que inhalaré; si exhalo amargura, eso es lo que encontraré a cada paso; por el contrario, si exhalo amor, gracia y perdón, me serán devueltos en la medida exacta en que los exhale. Nuestras vidas y nuestro universo tienen una estructura profunda, innata e innegociable de amor y justicia escrita en ellas, y que sólo puede ser asegurada por una mente viva, personal y divina y un corazón de amor.
Nada de esto, por supuesto, prueba la existencia de Dios con el tipo de prueba que encontramos en la ciencia o las matemáticas; pero a Dios no se le encuentra al final de una prueba empírica, una ecuación matemática, o un silogismo filosófico. A Dios se le encuentra, explícita o implícitamente, viviendo una vida buena, honesta, misericordiosa, desinteresada, moral, y esto puede suceder dentro o fuera de la religión.
El benedictino belga, Benoit Standaert, afirma que la sabiduría son tres cosas, y una cuarta. La sabiduría es un respeto por el conocimiento; la sabiduría es un respeto por la honestidad y la estética; y la sabiduría es un respeto por el misterio. Pero hay un cuarto - la sabiduría es un respeto por Alguien.

EL OLVIDADO ARTE DE LA ACOGIDA

A veces suceden cosas que hay que contar; tan sencillas que, en principio, pueden pasar desapercibidas, pero si algo sorprende por dentro hay que animarse a contarlas.
Eso me sucedió hace unos días estando de vacaciones en un pueblo de Galicia, pequeño y marinero, a donde siempre gusta volver.
Nos juntábamos a comer diez personas, entre ellas tres niños. Dos del grupo nos adelantamos a ver si teníamos suerte y podían juntarnos tres mesas en la terraza de un bar donde hacer inmersión en los manjares que nos tienen acostumbrados en Galicia: pescado, marisco, carne… y pimientos de Padrón.
La cosa estaba complicada pues todas las mesas estaban ocupadas. Nos aconsejaron esperar y ver si se iban quedando libres. Permanecimos de pie expectantes. Justo al lado había una mesa con un joven tomando un café, con su móvil en la mano y unos cascos; alzó la vista y nos dijo: “¿Quieren sentarse?”. No nos dijo si queríamos alguna de las sillas que no estaban ocupadas... ¡Nos invitó a sentarnos!
Agradecida al tiempo que muy sorprendida por la oferta, le di las gracias, comentándole que éramos diez personas en total y que tendríamos que esperar a que se quedaran libres tres mesas. El joven era un inmigrante africano de amplia y blanca sonrisa que probablemente trabaja en la pesca. A mí esto no me ha pasado nunca en el entorno en que vivo, es decir, el mundo occidental.
En la terraza había más de veinte mesas pero sólo el ocupante de una de ellas ofreció que entráramos en su espacio. Al parecer no ha olvidado lo que significa acoger en su tierra de origen.
Sé por amigos y gente que ha vivido o vive en África, que la hospitalidad es un modo de ser de los africanos; acoger bien al que llega es hacerlo uno de los suyos.
He recordado textos del evangelio en el que se muestra la acogida, tanto del que acoge como el que se deja acoger. A veces es más difícil lo segundo, pues se vive desde una dimensión de superioridad. Jesús dejaba que le acogieran las gentes más diversas.
También vino a mi cabeza lo que decía San Benito en su Regla a los monjes: “A todos los forasteros que se presenten, se les acogerá como a Cristo” (RB 53,1). Ponía el listón muy alto San Benito.
En mi infancia, en casa de mi abuela, también tuve la suerte de ver a gentes de paso por la ciudad, que llegaban de visita o a pasar unos días, antes de seguir camino o volver a sus hogares.
Sumo al Evangelio, a la Regla de S. Benito y a mi abuela la experiencia de acogida y hospitalidad en el mínimo espacio de una terraza de bar que nos ofreció este joven africano, con el que me hubiera gustado entablar conversación, pero que cuando me quise dar cuenta, una vez conseguido el espacio para la cena, ya no estaba. Le doy las gracias desde aquí por hacerme ver una vez más que con simples detalles se llega más lejos que con grandes discursos.
Vivimos tiempos en que tanto personal como socialmente hemos de revisar qué estamos haciendo con el olvidado arte de la acogida. Mari Paz López Santos. Fuente.

Viernes 1º de mes: Entrega total al corazón de Jesús

Sagrado Corazón de Jesús
Toda nuestra vida, Jesús queridísimo, es un puro regalo tuyo que excede nuestras dimensiones humanas.
Gracias por tantas Gracias, Bienes, Cuidados y Dones, materiales, espirituales, celestiales y personales. Pero sobre todo Gracias por esta dulce, suave y tierna intimidad. 
Todo te lo devolvemos cada mañana, porque te queremos y por que es lo más sensato que cualquiera puede hacer...poner su vida en tu Corazón bendito y amoroso. Gracias.
Y que nuestra vida sirva, sin que lo sepamos, como propaganda tuya. 
Que quienes nos conozcan vean que quererte, seguirte, que hacerlo todo por ti, merece la pena.