BELÉN DE CUMBRES: Domingo, 3 de diciembre.


·     Lugar: Ruta Picayu/o (por encima de Olloniego, partiendo de la aldea Sierra).

·     Características de la ruta: sencilla, 6 km. entre ida y vuelta, con un desnivel medio de 200 m.

·     Opción A (si no llueve): comida campestre.

·     Opción B  (si llueve o malo): comida en un restaurante (reservando menú con tiempo).

·     Salida: 12,15 de la mañana, plaza de América, nada más terminar la Misa de la Familia
                                             
·     Inscripciones: hasta el miércoles, día 29, al P. Sotillo o Juan Manuel (636958832)

Calendario de Adviento 2017




Fuente: https://odresnuevos.es/

https://odresnuevos.es/2017/11/14/calendario-adviento-2017/

Encendemos, cada semana de adviento, una luz de esperanza

3 de diciembre: Primer domingo: ATENCION.
Estar a la expectativa porque alguien nos va a sorprender con su visita. Cuidado.
10 de diciembre: Segundo domingo: CAMBIAR.
Hay que dejar actitudes negativas y cultivar las positivas.
17 de diciembre: Tercer domingo: ALEGRARSE.
Sabemos que se hará presente entre nosotros el Salvador y eso es motivo de felicidad.
24 de diciembre: Cuarto domingo: ESPERAR. En María, por su “sí” se cumple la promesa de Dios para su pueblo y para todo el mundo. 

Cuando se acercan las fiestas de Navidad, la Iglesia se viste de morado en las misas de los domingos. Es el tiempo llamado Adviento. Un tiempo de esperanza. También podemos decir que de preparación. Hay muchas cosas en la vida que las preparamos con cariño. Pensamos en los adornos, en la comida, en lo que nos vamos a poner, cuántos nos vamos a reunir, donde va a ser la fiesta… Pues todo debe estar acorde con el motivo que queremos celebrar. Nos preocupamos de revisar una y otra vez todos los detalles.
Las cuatro semanas que nos separan de la fiesta de Navidad, los cuatro domingos de Adviento, deben ser el tiempo en que pensemos cómo vamos a celebrar este año la fiesta en que recordamos el Nacimiento de Jesús. Cada domingo, la Iglesia, nos  propone fijarnos en algún aspecto concreto para nuestra vida. Lo hace, fundamentalmente,  mediante el texto del evangelio.

Tu Navidad será del color que tengas tú el corazón.
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Piensa, piensa, piensa 
si es honrado tu quehacer. 
Sólo entonces podrás cantar. 
Pero si descubres 
que en tus manos hay maldad: 
¡Calla! ¡No hay Navidad!
Mira, mira, mira 
si respetas la verdad 
sólo entonces podrás cantar. 
Pero si no sientes 
lo que sufren los demás: 
¡Calla! ¡No hay Navidad!
Sólo, sólo, sólo 
cuando sepas compartir, 
sólo entonces podrás cantar. 
Pero si tus bienes 
no los das a los demás. 
¡Calla! ¡No hay Navidad!


Como gestos de Religiosidad Popular, entre otros, para practicar en familia, recordamos:

  • El ejercicio de las cuarenta Avemarías que comienza el 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre, sumando 1000 Avemarías,
  • La corona de Adviento: Cada uno de los 4 domingos de Adviento,
  • Las posadas, los últimos ocho días previos a la Navidad…
  • El nacimiento familiar y decoración navideña del hogar…


La cercanía de Dios

Existe hoy un creciente cuerpo de literatura que narra la experiencia de personas que estuvieron clínicamente muertas durante un periodo de tiempo (minutos u horas) y fueron reanimadas médicamente y vueltas a la vida. A muchos de nosotros, por ejemplo, nos es familiar el  libro del Dr. Eben Alexander La prueba del cielo: El viaje de un neurocirujano a la vida del más allá. Más recientemente, Hollywood produjo una película, Milagros del cielo, que retrata la verdadera historia de una joven de Texas que estaba clínicamente muerta y revivió médicamente; ahora cuenta lo que experimentó en la vida del más allá.
En este tiempo hay cientos de historias como esta, recogidas a lo largo de docenas de años, publicadas o simplemente compartidas con los seres queridos. Lo que es interesante (y consolador) es que virtualmente todas estas historias son maravillosamente positivas, al margen de la fe o el historial religioso de la persona. Virtualmente, en cada caso, su experiencia -aun parcialmente indescriptible- fue algo en lo que sintieron una cercana, personal e irresistible sensación de amor, luz y bienvenida, y no pocos de ellos se encontraron con familiares suyos que habían muerto antes, a veces incluso con familiares de los que no sabían que habían fallecido. Además, virtualmente en cada caso, no querían volver a la vida de aquí, sino, como Pedro en la Montaña de la Transfiguración, querían quedarse allí.
Recientemente, mientras yo estaba dando una conferencia, aludí a esta literatura y señalé que, entre otras cosas, parece que todos van al cielo cuando mueren. Esto, por supuesto, encendió una animada discusión: “¿Qué hay del infierno? ¿No somos juzgados cuando morimos? ¿Va alguno al infierno?” Mi respuesta a esas preguntas, que necesitan muchos más matices de los que se contienen en una breve frase con gancho, era que, mientras todos nosotros vamos al cielo cuando morimos, dependiendo de nuestra disposición moral y espiritual, podríamos no querer permanecer allí. El infierno, como nos asegura Jesús, es una verdadera opción; aunque, como Jesús también nos asegura, nos juzgamos a nosotros mismos. Dios no pone a nadie en el infierno. El infierno es nuestra elección.
Sin embargo, fue lo sucedido después de esta discusión lo que quiero contar aquí: Una mujer se me acercó cuando me iba y me dijo que había tenido esta exacta experiencia. Había estado clínicamente muerta durante algunos minutos y luego revivió por medio de resucitación médica. Y, justo como la experiencia de todos los otros en los escritos en relación a este suceso, ella también experimentó una maravillosa cordialidad, luz y bienvenida, y no quería volver a la vida aquí en la tierra. Dentro de todo lo de esta cordialidad y amor, sin embargo lo que ella recuerda más y lo que más quiere compartir con otros es esto: Aprendí que Dios es muy cercano. No tenemos idea de qué cercano a nosotros es Dios. ¡Dios es más cercano a nosotros de lo que nosotros nos podemos imaginar! Su experiencia le ha dejado para siempre grabada a fuego una sensación de cordialidad, amor y acogida de Dios; pero lo que en ella ha dejado la más profunda marca de todo es la sensación de la cercanía de Dios.
Quedé impactado por esto, dado que, como millones de otros, yo no siento esa cercanía, o al menos no la siento muy afectiva o imaginativamente. Dios puede parecer bastante lejano, abstracto e impersonal, una Deidad con millones de cosas de las que preocuparse, sin tener que pensar en las minucias de mi pequeña vida.
Además, como cristianos, creemos que Dios es infinito e inefable. Esto significa que, mientras podemos conocer a Dios, nunca podemos imaginar a Dios. Dada esta verdad, nos resulta todavía más duro imaginar que el infinito Creador y Sustentador de todas las cosas esté íntima y personalmente presente dentro de nosotros, preocupándose, compartiendo nuestros pesares y conociendo nuestros sentimientos más custodiados.
Unido a esto está el hecho de que, cuando tratamos de imaginar la persona de Dios, nuestras imaginaciones surgen contra lo inimaginable. Por ejemplo, intentad imaginar esto: Hay billones de personas en esta tierra y billones más han vivido en esta tierra antes que nosotros. En este mismo minuto, miles de personas están naciendo, miles están muriendo, miles están pecando, miles están practicando actos virtuosos, miles están haciendo el amor, miles están experimentando la violencia, miles están sintiendo sus corazones dilatarse en gozo…, toda esa parte de trillones y trillones de fenómenos. ¿Cómo puede un corazón, una mente, una persona estar conscientemente en lo más alto de esto y tan totalmente consciente y empático que ni un solo cabello cae de nuestras cabezas o gorrión del cielo sin que esta persona lo tenga en cuenta? Es imposible de imaginar -pura y simplemente-, y eso es parte de la misma definición de Dios.
¿Cómo puede Dios estar tan cerca de nosotros como nosotros lo estamos de nosotros mismos? En cierto modo, esto en un misterio, y la sabiduría nos pide favorecer el misterio porque ¡no todo lo que podemos entender resulta muy profundo! El misterio de la presencia íntima y personal de Dios en nosotros está más allá de nuestras imaginaciones. Pero todo en nuestra tradición de fe y ahora casi todo en el testimonio de cientos de personas que han experimentado la vida del más allá nos asegura que, aun cuando Dios puede ser infinito e inefable, Dios está muy cercano a nosotros, más de lo que nos imaginamos.

Una amenaza a nuestra decencia

Jesús nos dice que al final seremos juzgados sobre cómo tratamos a los pobres en nuestras vidas; pero existe ya ahora, en esta vida, el peligro de no llegar hasta los pobres.
Aquí está cómo Bryan Stevenson, Just Mercy (Sólo misericordia),desenreda ese peligro: “He llegado a creer que la verdadera medida de nuestro compromiso con la justicia, el modo de ser de nuestra sociedad, nuestro compromiso con la regla de ley, equidad e igualdad no puede ser medido por cómo tratamos a los ricos, a los privilegiados y a los respetados entre nosotros. La verdadera medida de nuestro modo de ser es cómo tratamos a los pobres, a los desfavorecidos, a los acusados, a los encarcelados y a los condenados. Todos nosotros estamos implicados cuando permitimos que otros sean maltratados. La carencia de compasión puede corromper la decencia de una comunidad, un estado, una nación. El temor y la ira pueden hacernos vindicativos y abusivos, injustos y desleales, hasta que todos nosotros sufrimos de carencia de misericordia y nos condenamos a nosotros mismos tanto como condenamos a otros”.
Lo que se necesita destacar aquí es lo que nos hacemos a nosotros mismos cuando no nos acercamos en compasión a los pobres. Corrompemos nuestra propia decencia. Como Stevenson indica: La carencia de compasión corrompe nuestra decencia: como estado, como iglesia, como familia y como individuos. ¿Cómo es eso?
San Agustín enseña que nunca podemos ser moralmente neutrales, tanto si estamos creciendo en la virtud como si estamos cayendo en el vicio. Nunca tenemos el lujo de estar simplemente en algún estado de defensa  neutral. No hay neutralidad moral. Tanto si estamos creciendo en la virtud como si estamos deslizándonos en lo opuesto a ella. Eso es verdad para toda la vida. Una cosa o crece o disminuye.
Así también sucede con nuestra actitud para con la justicia y los pobres: Si estamos acercándonos activamente a los pobres y estamos animándonos más en el interés por ellos, o estamos endureciendo inconscientemente nuestros corazones contra ellos y deslizándonos, sin saberlo, en actitudes que trivializan sus consecuencias y nos distancian de ellos. Si no estamos abogando activamente por la justicia y los pobres, es inevitable que en un momento queramos, con corazones completamente sinceros, restar importancia a las consecuencias de la pobreza, racismo, desigualdad e injusticia.
Es interesante comprobar que, en el famoso texto sobre el juicio final del Evangelio donde Jesús describe cómo Dios dividirá las ovejas de las cabras en base a cómo trataron a los pobres, ningún grupo -aquellos que lo hicieron correctamente y aquellos que no- supo de hecho lo que estaba haciendo. El grupo que lo hizo bien manifiesta que no sabía que tocando a los pobres estaban tocando a Cristo; y el grupo que lo hizo mal se queja de que ellos, si hubieran sabido que Cristo estaba en los pobres, se habrían acercado. Jesús nos asegura que eso no vale. El discipulado maduro consiste simplemente en actuar independiente de nuestra actitud consciente.
Y así, necesitamos estar alerta no sólo a nuestras actitudes conscientes sino a lo que de hecho estamos haciendo. Podemos, con toda sinceridad, con toda buena conciencia, con todo buen corazón, estar ciegos en lo tocante a la justicia y los pobres. Podemos ser hombres y mujeres morales, piadosos asistentes a la iglesia, generosos donantes en favor de aquellos que nos piden ayuda, cercanos a nuestros propios familiares y amigos; y, en cambio, ciegos a nosotros mismos, aunque no a los pobres, ser malsanamente elitistas, sutiles racistas, insensibles hacia el medio ambiente y protectores de nuestro propio privilegio. Aún somos buenas personas, sin duda; pero la carencia de compasión nos deja en un área de nuestras vidas cojeando  moralmente.
Podemos ser buenas personas y en cambio caer en una cierta dureza de corazón a causa de círculos ideológicos parejos que nos sostienen falsamente. En cualquier círculo de amigos, tanto si estamos conversando sobre maneras como podemos acortar más eficazmente la brecha entre los ricos y los pobres como si estamos tratando, aunque inconscientemente, de la necesidad de defender las brechas que existen al presente. Una clase de conversación es ensanchar nuestros corazones; la otra es estrecharlos. La carencia de compasión por la justicia y los pobres inducirá inevitablemente a volver un corazón generoso en defensivo.
Todos tenemos amigos que nos admiran y nos envían señales de que somos buenos, de gran corazón, virtuosos. Y, sin duda, esto es sustancialmente verdad. Pero la afirmación que recibimos de nuestro propio entorno puede ser un falso espejo. Un verdadero espejo es cómo nos consideran los que son política, racial, religiosa y temperamentalmente diferentes a nosotros. ¿Cómo nos perciben los pobres? ¿Cómo estiman nuestra bondad los refugiados? ¿Cómo evalúan nuestra compasión otras razas?
¿Y qué diremos sobre el espejo que Jesús nos pone cuando nos dice que nuestra bondad será juzgada por cómo tratamos a los pobres y que la prueba de fuego de la bondad consiste en cómo de bien amamos a nuestros enemigos?
Una carencia de compasión, aunque sea en una sola área, corrompe sutilmente la decencia de una comunidad, un estado, una nación; y eso, al fin, cambia nuestra generosidad en actitud defensiva. 

Día de los abuelos en la parroquia

ORACIÓN POR LOS ABUELOS
Querido Jesús, muchas gracias por nuestros abuelos.
Dales mucha salud y que no enfermen.
Ayúdales para que estén bien, contentos,  sanos,
que tengan lo necesario para ser muy felices,
y que no les falte la alegría y las ganas de vivir.
Que no se sientan solos ni tristes o cansados.
Que descubran que tú están siempre con ellos,
porque nos quieres a todos y nunca nos abandonas.
Danos fuerzas para quererlos mucho,
para visitarlos, cuidarlos con cariño
y atenderlos como merecen.
Acompáñalos siempre, Señor.
Que te sientan a su lado.
Muchas gracias por nuestros abuelos, Señor.
Oración de los abuelos
Oh Señor Jesús,
contigo me siento rejuvenecer.
Gracias, Señor,
por dar sentido  a mi vida.
Me das la luz de tu Espíritu
para que sea siempre
un ser de esperanza
y no encuentre vacío alrededor.
Me das tu amor,
para soportar los sufrimientos.
Me das tu fuerza,
para que no me debilite.
Gracias, Señor,
porque me buscaste
para participar de tu bondad.
Te alabo y te bendigo
porque todo lo bueno viene de Ti:
tu luz, tu verdad y tu amor.
Tú me miras y me escuchas.
¡Bendíceme!

INFORME ECONÓMICO EQUIPO DE CÁRITAS DE LA PARROQUIA DEL CORAZÓN DE MARIA DE OVIEDO.


OCTUBRE 2017
INGRESOS

Colecta mensual                           1.990,00
Donativos                                          110,00
Pan de los pobres                             115,00 

SUMA                                                                   2.215,00 
    
GASTOS 

Ayudas a familias de la parroquia    501,10  
Entrega a Cáritas arciprestal del
50% de la colecta                                                          (Comunicación cristiana de bienes)                    995,00
Gastos de oficina                                    26,00

SUMA                                                                   1,013,00   





Gracias por vuestra colaboración



Al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene.


33º Domingo Tiempo Ordinario


Cursillo Novios Noviembre 2017


El día 20 de Noviembre  a las 20 horas dará comienzo el Cursillo de Novios en la Parroquia del Corazón de María de Oviedo, para todos aquellos que quieran casarse en la Iglesia Católica.

El Cursillo durará una semana, de Lunes a Viernes todos los días y el horario será de 20:00 a las 21:15 horas aproximadamente.

Durante el mes de Diciembre no habrá cursillo.

25 años de la beatificación de los 51 mártires claretianos de Barbastro.


   Nuestra Parroquia del Corazón de María de Oviedo ofrece la oportunidad de escuchar y compartir sobre el testimonio impresionante de estos seguidores de Jesús hasta dar su vida por Cristo Rey, por la Iglesia y por el Corazón de María.
   Uno de los Claretianos que atiende en Barbastro a los visitantes del Museo, el P. Carlos Latorre cmf, compartirá con nosotros los días 16, 17, 18 y 19 de noviembre. Hablará en las Misas de nuestra Parroquia y se reunirá con diversos grupos en horario que oportunamente se comunicará.
   Ya tuvimos la oportunidad de ver la película “Un Dios prohibido”. Ahora será la palabra de quien conoce muy de cerca detalles, comentarios, del proceso del martirio y de tantos y tantos peregrinos que comparten con él sus sentimientos al contemplar todo lo que el Museo les da oportunidad de ver.  Quien visita el Museo Claretiano (pulse sobre el enlace para una visita virtual), de Barbastro, además de quedar impresionado, guardará un recuerdo imborrable de su testimonio. Al día siguiente de ser beatificados por el Papa San Juan Pablo II, él mismo dijo de ellos ser un “Seminario Mártir”.
Más información 
Artículo de José Felix Valdarrábano cmf



Parálisis, exasperación e impotencia como oración.

Hace varios años, recibí un correo electrónico que literalmente me dejó sin aliento. Un hombre que había sido durante muchos años un guía  intelectual y de fe para mí, un hombre en el que había confiado totalmente y un hombre con el que había cultivado una amistad que daba vida, había matado a su esposa y a sí mismo en un suicidio mortal. La noticia me dejó sin aliento, paralizado por cómo entender y aceptar esto, al igual que cómo orar.
No tuve ni palabras de explicación ni palabras para orar. Mi corazón y mi mente, inútiles y frustrados, eran como dos bombas de agua funcionando en un pozo seco. Cualquier consuelo que tenía era tomado de la garantía de personas que lo conocían más íntimamente: que había habido mayores signos de deterioro mental en el tiempo que lo condujo a este horrible suceso y estaban moralmente seguros de que esto era el resultado de una disfunción orgánica en su cerebro, no un indicio de su persona. Aun así, ¿cómo ora uno en una situación como esta? No hay palabras.
Todos hemos experimentado situaciones como esta: la muerte trágica -por asesinato, suicidio, sobredosis o accidente- de alguien a quien amamos. O la exasperación e impotencia que sentimos ante muchos sucesos aparentemente sin sentido que vemos diariamente en nuestro mundo: Terroristas que matan a miles de inocentes; desastres naturales que dejan a incontables personas muertas o sin hogar; asesinatos masivos realizados por individuos trastornados en New York, París, Las Vegas, Florida, San Bernardino, Sandy Hook, entre otros lugares; y millones de refugiados que tienen que escapar de sus países a causa de la guerra o la pobreza. Y todos nosotros conocemos a gente que ha recibido diagnósticos terminales en clínicas médicas y han tenido que afrontar lo que parece una muerte injusta: niños pequeños cuyas vidas están justamente comenzando y a los que, a tan tierna edad, no se les debería tener que someter a la mortalidad, y jóvenes madres que mueren mientras sus hijos aún las necesitan desesperadamente.
Ante estas cosas, no sólo estamos exasperados por el sinsentido de la situación; también luchamos por encontrar corazón y palabras con las que orar. ¿Cómo oramos cuando estamos paralizados por el sinsentido y la tragedia? ¿Cómo oramos cuando ya no tenemos el corazón para ello?
San Pablo nos dice que cuando no sabemos cómo orar, el Espíritu gime en nuestro más profundo interior en vez de que las palabras oren por medio de nosotros. ¡Qué texto más extraordinario! Pablo nos dice que aun cuando podamos  encontrar las palabras con que orar, no es esto nuestra oración más profunda. De igual manera cuando aún tenemos el corazón para orar, esto tampoco es nuestra oración más profunda. Nuestra oración más profunda es cuando nos entregamos mudos y gimiendo en exasperación, en frustración, en impotencia. La exasperación sin palabras es frecuentemente nuestra oración más profunda. Oramos lo más profundamente cuando caemos de rodillas como para poder hacer algo menos rendirnos a la impotencia. Nuestro gemido, sin palabras, aparentemente la antítesis de la oración, es en verdad nuestra oración. Es el Espíritu que ora por medio de nosotros. ¿Cómo es eso?
El Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, es, como nos asegura la escritura, el espíritu de amor, gozo, paz, paciencia, bondad, longanimidad, fidelidad, mansedumbre, fe y castidad. Y ese Espíritu vive hondo dentro de nosotros, colocado allí por Dios en nuestro mismo modo de ser y puesto en nosotros incluso más profundamente por nuestro bautismo. Cuando estamos exasperados y caemos de rodillas por una tragedia que es demasiado dolorosa y sin sentido para aceptar y absorber, nuestros gemidos de impotencia son de hecho el Espíritu de Dios que gime en nosotros, sufriendo todo lo que no es, suspirando por la bondad, implorando a Dios en un lenguaje más allá de las palabras.
A veces podemos encontrar el corazón y las palabras con las que orar, pero hay otras veces cuando, en palabras del Libro de las Lamentaciones, todo lo que podemos hacer es poner nuestras bocas en el polvo y esperar. El poeta Rainer Marie Rilke dio una vez este consejo a una persona que le había escrito lamentando que, ante una pérdida abrumadora, estaba tan paralizado que no sabía lo que tal vez podía hacer con el dolor que estaba experimentando. El consejo de Rilke: Devuelve ese peso a la tierra misma, la tierra es pesada, las montañas son pesadas, los mares son pesados. En efecto: ¡Que tu gemido sea tu oración!
Cuando no sabemos cómo orar, el Espíritu gime en nuestro más profundo interior en vez de que las palabras oren por medio de nosotros. Así, cada vez que estemos cara a cara con una situación trágica que nos deje tartamudos, mudos y tan descorazonados que todo lo que podamos hacer es decir ¡No puedo explicar esto! ¡No puedo aceptar esto! ¡No puedo tratar de esto! ¡Esto no tiene sentido! ¡Estoy paralizado en mis emociones! ¡Estoy paralizado en mi fe! ¡Ya no tengo más el corazón para orar!, puede consolar saber que esta paralizante exasperación es nuestra oración, y quizás la oración más profunda y sincera que jamás hayamos ofrecido. 

Fotos de la confirmación de 57 jóvenes


   El pasado 28 de octubre de 2017 hemos celebrado el sacramento de la Confirmación de 57 jóvenes. 
 Una iglesia llena de familiares y amigos los ha arropado y posteriormente participado de un ágape en común. 
Agradecemos sinceramente la colaboración de todos y muy especialmente del grupo de catequistas que paciente y eficazmente les han formado y acompañado durante estos 3 años de preparación. 

Beata Marta Robin, vivió 50 años postrada en cama sin comer ni beber ni dormir; sólo se alimentaba de la Eucaristía

   Se llamaba Marta Robin, y era una campesina francesa que nació el 13 de marzo de 1902 en el departamento de la Drôme, en Châteauneuf-de-Galaure, cerca de los Alpes, y murió el 6 de febrero de 1981. Nunca abandonó la casa paterna. Marta era una sencilla mujer que tenía como talento más destacado el de bordar. No tenía gran cultura. Apenas leía y no había recibido clases de teología o filosofía. Era una chica de campo. Se está estudiando su beatificación. En 1936 fundó los Foyers de charité (casas de retiro espiritual), que se han extendido por 70 países y ayudó a miles de personas, organizando retiros espirituales y enviando paquetes de ayuda a encarcelados y a las misiones.
   Ofrecemos el resumen testimonial de su vida en un reportaje escrito y en un vídeos además de dos libros para leer con tranquilidad: “Retrato de Marta Robin” de Jean Guitton y “Marta Robin, un milagro viviente” escrito por el P. Ángel Peña O.A.R.
   (Álex Rosal / Religíón en libertad) A casa de Marta Robin llegaban cada día decenas de personas que querían hablar con ella para pedirle consejo, una palabra de esperanza o, simplemente, un consuelo… Ministros, médicos, jueces, obispos, empresarios, campesinos, todos querían recibir una solución a las preocupaciones que llevaban consigo. A su casa entraban todos. También los pobres y marginados. Y los niños, por supuesto, que solían trepar por la cama. Se calcula que más de 100.000 personas pudieron hablar con Marta a lo largo de su vida.
   Consejos para todos: Marta Robin Marta permanecía todo el día en su oscura habitación, con las cortinas corridas, haciendo de freno a cualquier rayo de luz que se intentará colar. Siempre inmóvil, recostada en una cama de metro diez, con un par de almohadones que elevaban su espalda y sujetaban la cabeza, y con la mano derecha sobre la barriga. Las piernas en forma de M mayúscula, vueltas sobre sí misma y los muslos ligeramente doblados sobre la pelvis.
   Sin probar en todo el día ni comida ni bebida. Sin dormir ni poder ver. Vivía en una permanente oscuridad. Su trabajo era «recibir», y sus visitas apenas vislumbraban su cara. Marta Robin era sobre todo voz. Quienes la conocieron dicen de ella que modulaba gran cantidad de sonidos. Su voz podía pasar con gran facilidad de infantil, juguetona, tímida, dulce o melosa, a firme, voluminosa o directa. Lo que más sorprendía a los visitantes era ese cambio, a veces, brusco, del registro de voz.
   Con los políticos hablaba de sus cosas, o sea, la gestión de lo público, las batallitas de unos y otros, lo de siempre; con los obispos, de los problemas de conciencia que le traían. Con los campesinos y ganaderos de sus quebraderos de cabeza con las cosechas, la venta de los terneros, la leche de las vacas, en fin, lo del campo.
   Curiosos y médicos: Solía repetir: «No pertenezco al sindicato de las echadoras de cartas». Y era verdad. No era ni una pitonisa o ni una curandera. Muchos la definieron como mística. Una «Catalina Emmerich» del siglo XX. Una mujer capaz de hacer coincidir en su persona el cielo y la tierra. En cierta ocasión, una de sus visitas, tras hablar con ella unos minutos y contarla sus preocupaciones, exclamó: «Fuera no hay más que problemas. Junto a ella no hay más que soluciones, ¿por qué será así?».
   Marta Robin Aunque podía estar en un plano sobrehumano, tenía los pies en la tierra. A veces recomendaba a algún amigo que la frecuentaba: «Cierre la puerta de su casa y hágase el enfermo, que lo veo cansado». Otras, se preocupaba por lo difícil que era para los labriegos ganar un jornal. El filósofo Jean Guitton, asiduo a la compañía de Marta, llegó a decir: «Cada uno en aquella habitación se sentía unido a sí mismo, a los otros y a Dios».
   Entre las miles de visitas que recibió Marta muchas tenían un ingrediente detectivesco. ¿Cómo logrará vivir esta mujer sin comer, ni beber y sin dormir ni un solo día en años?, ¿quién avitualla clandestinamente a esta mujer?, ¿dónde está el truco de esta gran ilusionista? Un caso tan extraordinario era normal que atrajera a tantos curiosos y que interpelara a creyentes y no creyentes. Decenas de médicos, muchos de ellos ateos, pasaron por su habitación para diagnosticar una locura, un estado de ansiedad desproporcionado o cualquier otro tipo de enfermedad mental. Pero nada de nada. La ciencia no fue capaz de explicar que le pasaba a esta pequeña campesina.
   El jueves revivía la Pasión de Cristo: Marta Robin La «semana» de Marta comenzaba los martes con la Eucaristía. No lograba tragar la hostia que se le colocaba en la boca. Era absorbida sin que ella pudiera engullirla. «Es como si un ser vivo entrará en mí», decía Marta. A partir de ahí entraba en un estado de éxtasis que podía durar horas. «Después de comulgar sucede que siento una renovación pero no necesariamente en cada ocasión, pues puede ocurrir también fuera de la comunión». En otro momento comentó: «Tengo deseos de gritar a los que me preguntan si como, que yo como más que ellos, pues yo me alimento en la Eucaristía de la sangre y la carne de Jesús. Tengo deseos de decirles que ellos impiden en sí los efectos de este alimento. Bloquean sus efectos».
   El jueves era el otro día «grande» para Marta. Revivía semanalmente la Pasión. Sus ojos comenzaban a llorar sangre, uniéndose así a las llagas de sus manos, pies y costado que tampoco cesaban de expulsar líquido durante todas las noches de la semana.
   A las veintiuna horas, con la puntualidad que marca un reloj, comenzaba a murmurar débilmente: «Padre mío, Padre mío, que se aparte de mí este cáliz, pero que se haga tu voluntad». A continuación se producía como un gemido o una melopea melódica en tres notas, que, según los presentes, «podía compararse a los pequeños gritos que da un recién nacido».
   La Pasión contada por el sacerdote que le atendía: El padre Georges FinetEl Padre Finet, fiel colaborador de Marta, y testigo de esta Pasión semanal, cuenta su experiencia: «Yo volvía el viernes hacia las dos de la tarde. Para reproducir las tres caídas de la Pasión, Marta había sido movida. Yo la tornaba a su posición; ponía su cabeza en la almohada. Esa cabeza caía sobre el cojín, donde ordinariamente había un chal blanco. Añadiré que, en el momento de la estigmatización, a comienzo de octubre de 1930, Jesús, no sólo la marcó aquel día con los estigmas en los pies, las manos y el costado derecho, sino que además le encasquetó su corona de espinas profundamente en la cabeza, y Marta se puso a sangrar no sólo de los pies, manos y costado, más igualmente en toda su cabeza; y comenzó a verter cada noche lágrimas de sangre. Fue en ese momento cuando Jesús le dijo que la había elegido para que ella viviera su pasión más que nadie,después de la Virgen, y que nadie después la viviría más totalmente. Jesús añadió que cada día aumentaría más su sufrimiento y que, por esto, no dormiría jamás durante la noche».
   A la hora que llegaba el Padre Finet, el viernes, se cerraba el ciclo de la Pasión. Marta, que hasta el momento había lanzando continuos gemidos de dolor, cesaba sus quejidos y repetía las palabras de Jesús en la Cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?Padre mío, en tus manos encomiendo mi espíritu». En ese momento daba un profundo suspiro para quedarse completamente inmóvil, sin apenas respiración. Tras dos horas como muerta, Marta volvía a gemir. Esos gemidos se prolongaban hasta la tarde del lunes. A partir de ahí, y hasta el martes, Marta entraba en un éxtasis del que salía con dificultad y con ayuda del Padre Finet: «Hija mía, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, por María, madre nuestra, os lo ordeno: volved a nosotros».
   Sufrimientos morales, sobre todo: Marta solía comentar que sus sufrimientos físicos no podían compararse con los padecimientos que sentía en el orden moral. La Pasión de los viernes era para ella como una entrada en las tinieblas que le provocaba una gran desolación. De alguna manera sentía que representaba a la humanidad del siglo XX que había oficializado la ruptura con Dios, y experimentaba en su propio ser ese abandono.
   Al morir Marta en 1981, pocos fueron los que se enteraron, y menos la prensa. Otra historia ocultada. Lo extraordinario de su caso lo dejó dictado: «Mi ser ha sufrido una transformación tan misteriosa como profunda. Mi felicidad es divina. Y, ¡cuánta agonía de la voluntad para morir a mí misma! Jesús se hacia tan tierno para un alma sangrante, tomando sobre él todo lo penoso de la prueba, dejándome el mérito de seguirle sin resistencia». Fuente

Una súplica por el alma

Es duro encontrar tu alma gemela en alguien que no cree que tú tienes alma.
Recientemente en The Moth Radio Hour una mujer joven contó la historia de su ruptura con su novio, un joven por el que ella tenía profundos sentimientos. El problema era que ella, persona de profunda fe, mormona, luchaba con el radical materialismo de su novio. Para él, no había almas; el mundo físico era real, y nada más. Ella seguía preguntándole si él creía tener alma. Él no lograba creer eso. Por fin, no sin dolor, se separaron. ¿Por qué? En palabras de ella: Es duro encontrar tu alma gemela en alguien que no cree que tú tienes alma.
La frustración de esa mujer se está haciendo más universal. Cada vez más, nuestro mundo está ignorando y negando la existencia del alma, volviéndose desalmado. No siempre fue así. Hasta los tiempos modernos, frecuentemente fueron lo físico y el cuerpo los que no fueron honrados propiamente. Pero las cosas han cambiado, y radicalmente.
Todo empezó con Darwin, que estableció nuestros orígenes más en la historia de nuestros cuerpos que en los orígenes de nuestras almas; eso tomó más forma en las filosofías mecanicistas del último siglo, que entendieron nuestro universo y a nosotros mismos como máquinas físicas; vino a ser más firme cuando la medicina moderna y la psicología experimental empezaron a explicar más y más el cerebro principalmente en términos de complejidad de carbón e interacciones bioquímicas; se coló en nuestros sistemas educativos más altos y construimos más y más escuelas técnicas, más bien que universidades en el sentido más profundo; y eso culminó en la cultura popular donde se habla más de amor y sexo en términos de química que en términos de alma. No sorprende que, para la mayoría de los cantantes pop,hoy el mantra es: ¡Quiero tu cuerpo! ¡Quiero tu cuerpo! Estamos a mucha distancia del matrimonio de verdaderas mentes, de Shakespeare, y el amor del alma peregrina en ti, de Yeats.
La Religión, por supuesto, siempre ha presentado sus protestas contra esto,  pero con frecuencia su comprensión del alma fue demasiado estrecha con el fin de tener mucho poder para atraer de nuevo una cultura materialista a querer redescubrir y escuchar al alma. Irónicamente, tomó a una figura no-religiosa, Carl Jung, para hablar nuevamente del alma de un modo que es intelectualmente intrigante. Y fue en los enfermos, los dementes, los suicidas y otros cuyas vidas estaban rotas donde Jung empezó a oír el grito del alma (cuyas demandas son a veces muy diferentes de las del cuerpo y cuyas necesidades son mucho más que el simple confort y la prolongación de la vida).
Mucho de la enseñanza de Jung y de sus seguidores puede ser visto como una protesta en favor del alma. Vemos esto, por ejemplo, en la obra de James Hillman. Resulta irónico que como agnóstico fuera capaz de hablar sobre el alma de maneras que nosotros, que somos religiosos, podríamos envidiar y emular. Como Jung, también él obtuvo muchas de sus observaciones  escuchando al alma clamar su intención y pena a través de las voces de los enfermos, los dementes, los abatidos y los suicidas. La religión, la medicina y la psicología -cree él- no están oyendo el grito del alma. Están siempre tratando de sujetar, curar, o salvar el alma, más que escucharla, pero ésta no quiere ni necesita ser sujetada ni salvada. Ya es eterna. El alma necesita ser oída, y oída en toda su piadosa bondad y complejos terrenos. Y a veces lo que nos dice contra todo sentido común, práctica médica y espiritualidades super-simplistas lo presentamos frecuentemente como religión.
Para estar más en contacto con nuestras almas podríamos examinar un viejo lenguaje, el lenguaje que la religión, los poetas, los mitólogos y los amantes usaron antes de que el materialismo dominante de hoy volviera nuestro lenguaje sobre el alma en el lenguaje de la química y mecanismo. No podemos entender el alma a través de ninguna descripción científica sino sólo mirando su conducta, su insaciabilidad, sus descontentos y sus protestas. Un alma no es explicada, es experimentada; y la experiencia del alma siempre viene empapada en profundidad, en anhelo, en eros, en límite, en el sentimiento de ser peregrino que necesita un alma gemela.
Felizmente, incluso hoy, aún conectamos espontáneamente el alma a cosas más allá de la química y el mecanismo. Como señala Hillman: “Nosotros asociamos la palabra ‘alma’ a mente, espíritu, corazón, vida, afecto, humanidad, personalidad, individualidad, intencionalidad, esencia, intimidad, propósito, emoción, calidad, virtud, moralidad, pecado, sabiduría, muerte, Dios. También, hablamos de un alma como ‘turbada’, ‘vieja’, ‘desencarnada’, ‘inmortal’, ‘perdida’, ‘inocente’, ‘inspirada’. Se dice que los ojos son conmovedores, porque los ojos son ‘el espejo del alma’; y uno puede ser ‘desalmado’ al no mostrar misericordia”.
Desalmamiento: Cuando mejor entendemos la contextura de algo es al verlo roto. Así quizás en lo que mejor podemos entender hoy nuestra falta de alma es en la creciente aceptación de la pornografía y el sexo-anzuelo, donde el alma es excluida intencional y necesariamente de lo que debería ser el resumen de toda conmovedora experiencia.