Por lo tanto, la cuestión es: ¿cómo mantenemos nuestro entusiasmo inicial, la sinceridad, la energía afectiva y las buenas resoluciones a través del hastío, el desamor, la incomprensión, el cansancio y las tentaciones que todos nosotros experimentaremos en nuestras vidas, tanto en nuestro matrimonio, nuestra vocación, nuestra vida eclesial y nuestra vida de oración como en nuestro servicio a otros?
Esa pregunta se me hizo recientemente, hablando a un grupo de jóvenes seminaristas. Les dije que acababa de celebrar cuarenta y ocho años de ministerio. Los seminaristas me acribillaron a preguntas: ¿Cuál es el secreto? ¿Cómo te comportas en los momentos turbulentos? ¿Cómo mantienes la buena intención, la buena voluntad y la buena energía año tras año? ¿Cómo conservas tu vida de oración a lo largo de cuarenta o cincuenta años?
Les respondí con una frase de Dietrich Bonhoeffer, quien, cuando oficiaba una boda, decía a la pareja: Hoy estáis muy enamorados y pensáis que vuestro amor mantendrá vuestro matrimonio. No es posible. Más bien vuestro matrimonio puede mantener vuestro amor. Advertí a los seminaristas de la misma manera: no confiéis en que vuestro presente entusiasmo y buena energía mantengan vuestro sacerdocio; que vuestro sacerdocio mantenga vuestro entusiasmo y energía. ¿Qué está en juego aquí?
Un genuino compromiso en fe, amor o servicio viene a ser un recipiente ritual, un arca, como la de Noé, que te encierra existencialmente. Y el hecho de que estés encerrado es exactamente lo que hace al compromiso funcionar. Entras ingenuamente, creyendo que tus buenos sentimientos y energías afectivas te mantendrán. No lo harán. Inevitablemente, serán desgastadas por el tiempo, la familiaridad, el hastío, la incomprensión, el cansancio, el agravio y las nuevas obsesiones que te atraen emocionalmente a otro lugar. Así, ¿cómo puedes mantenerte en un compromiso a través de periodos de sequedad? La respuesta de David Brooks es válida: construyendo una estructura de comportamiento exactamente para esos momentos.
¿Cómo haces eso? A través de la rutina, el ritual y el hábito. Aferra tu persona y tu compromiso en hábitos rituales que te estabilicen y te mantengan más allá de tus sentimientos en cualquier día dado. Procúrate rituales, ciertos comportamientos rituales, que harás con regularidad sin importar cómo te sientas. Para mí, como sacerdote, algunos de estos están preestablecidos. Como sacerdote, tienes que rezar diariamente el Oficio de la Iglesia como una oración a favor del mundo, sin importar cómo te sientes. Tienes que celebrar la Eucaristía regularmente por los demás, al margen de si esto es o no personalmente significativo para ti en cualquier día dado. Tienes que hacer diariamente algo de oración privada, particularmente cuando no te gusta. La lista sigue. Estos rituales te dan la estructura y las rutinas saludables, y son necesarios porque en el sacerdocio, como en cualquier otra vocación, hay momentos de fervor en que los sentimientos bastan para mantenerte; pero hay también otros momentos de desierto, momentos de amargura, momentos de enojo, momentos en que titubea el amor. Es entonces cuando una estructura de comportamiento puede estabilizarte y mantenerte.
Esto mismo es válido para el matrimonio. Las parejas tienen que construir una estructura de comportamiento para aquellos momentos en que titubee el amor. Por nombrar un tal ritual: esposa y esposo necesitan tener algún ritual de expresión de afecto cuando se desean uno a otro un buen día mientras se separan cada mañana, sin importar sus emociones y sentimientos en un día dado. Ese ritual es un recipiente, un arca, que los cierra y mantiene juntos hasta un mejor momento y un mejor retorno de los sentimientos. El ritual puede mantener el amor cuando este titubea.
Al entender esto, necesitamos cuidarnos de “los amigos de Job”, esto es, cuidarnos de diversos libros y gurús sobre espiritualidad, oración y matrimonio que te dan la impresión de que algo va mal contigo si tu entusiasmo y afectividad emocional no son el aglutinante que os mantenga diariamente en vuestro compromiso. Dicho simplemente, estos son libros escritos por principiantes en espiritualidad y manuales de matrimonio escritos por alguien que confunde una luna de miel con un matrimonio. El entusiasmo y los buenos sentimientos son admirables, pero no pueden mantenerte a lo largo de un maratón. Para un maratón necesitas tener estrategias largamente practicadas con el fin de que te lleven por las largas y extenuantes millas en la mitad y al final. Ron Rolheiser (Trad. Benjamín Elcano, cmf) -