La era de la verdad

La era de la verdad

Alfredo Mª Pérez Oliver, cmf - 
Cuando era joven me hizo mella una frase que encontré por ahí volando y vino a posarse en mi alma “ Una vida en plenitud o una vida frustrada depende de dos o tres “sí” o dos o tres “ no” que se pronuncian cuando se tienen dieciocho o veinte años.
En la Bula ‘Misericordiae vultus’ el Papa Francisco escribe. “Su misericordia no es una idea abstracta, sino una realidad con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o  una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo.” (nº 6)
Esta Providencia se manifiesta en el joven Claret que en 1825, a los 18 años, ya está en Barcelona entusiasmado, un delirio dice él, por la fabricación. Los progresos fueron tan enormes y su habilidad para mejorar las muestras llegadas del extranjero, que algunos industriales ofrecen a su padre crear una sociedad.  Mientras tanto ¿qué pasa en su alma?
Al escribir la autobiografía en el otoño de su vida, comprende perfectamente que su Padre Dios no había olvidado que en sus fervores de niño-adolescente se había ofrecido para dedicar su vida a su santo servicio.
Pero ya joven no se acuerda, porque la obsesión por los adelantos textiles le tiene tan atrapado que confiesa que “de cuantas cosas he estudiado y en cuantas me he aplicado durante la vida, de ninguna he entendido tanto como de la fabricación.”
Fueron tres años fabriles y febriles, de modo que “durante la Misa tenía más máquinas en la cabeza que santos en los altares”. (Aut.67)
La araña textil iba envolviendo al joven. Esos hilos finos y sutiles tenían que ser rotos por situaciones más fuertes que los hilos de esa cárcel de tela de araña.
Y la Providencia acude en su ayuda en el momento oportuno.
Los desengaños.
  • Por encargo de la familia visitaba a un paisano que vivía en una posada. En una de las vistas el amigo está ausente y la posadera le invita a  esperar y no tarda en insinuarse descaradamente. Escribe: “Y yo habiendo invocado a María Santísima y forcejeando con todas mis fuerzas  escapé…” (Aut.72)
  •  El segundo desengaño que golpea la base de valores que ha adquirido en su familia  y Parroquia le llega de una falsa amistad. Un compañero le invita a hacer compañía para incrementar intereses económicos. Acepta, pero deja al amigo la administración. Juegan a la lotería y se van defendiendo entre pequeños premios y reintegros, hasta que cae la suerte de un premio muy considerable, pero el amigo escapa y además roba las joyas de la señora de la posada. La denuncia por parte de la señora es rápida e indica el sospechoso. Y efectivamente el ladrón es apresado y condenado. Nuestro Claret que ha palpado el peligro serio, de usar y tirar, contra la castidad, aquí sufre la traición del amigo: “No es posible explicar el golpe que me dio este percance; no por la pérdida de intereses que eran muchos, sino por el honor. Pensaba ¿qué dirá la gente? Se creerán que tú eres cómplice… Era tanta la confusión y vergüenza que apenas me atrevía a salir por la calle.” (Aut.75).
  • El tercer desengaño le llega por el peligro de perder la vida en plena juventud. Un aviso que le hizo ver claro la fragilidad de la existencia humana. Por descanso fue a pasear por la playa de la mar vieja, tras la Barceloneta. De repente una ola enorme, seguida de otra, lo arrastran mar adentro. No sabe nadar. Y en el apuro emerge su confianza en la Virgen a la que invoca angustiado. Sin saber cómo, se halla a salvo en la orilla: “Me horripilé al pensar en el peligro del que había escapado por medio de María Santísima.”(Aut.73).
  •  Ya, al escribir por obediencia sus memorias, los interpreta claramente como “golpes que me daba Dios para despertarme y hacerme salir de los peligros del mundo.” (Aut.73) “¡Qué acíbar tan particular usasteis para destetarme de la Babilonia!” (Aut.76).
 Pero faltaba el golpe definitivo. Y no tardó en llegar.
Quid prodest?
La Palabra de Dios es espada de doble filo que llega hasta el tuétano. Así la recuerda el anciano arzobispo: “En medio de esta barahúnda de cosas, estando oyendo la Santa Misa, me acordé de haber leído desde muy niño aquellas palabras del Evangelio: ¿De qué le sirve al hombre el ganar todo el mundo, si finalmente pierde su alma? Esta sentencia me causó una profunda impresión. Fue para mí una saeta que me hirió el corazón; yo pensaba y discurría qué haría, pero no acertaba.
Me hallé como Saulo en el camino de Damasco, me faltaba un Ananías que me dijese lo que había que hacer.” (Aut.68-69)
Ha llegado la hora de la verdad. Una hora que no puede solucionarse con medias soluciones para nadar y guardar la ropa.
Comprender no de una manera teórica, sino vivencial, la llamada que el Papa Francisco ha puesto de moda: “Iglesia en salida “, no es fácil. Lo que implica que todo el discipulado de Jesús se ponga en marcha: en salida. No apoyarse en realidades humanas, aún legítimas. Legítimo era para Abrahán estar seguro en su tierra y en su tribu. Pero Yahwé le exige “¡Sal de tu tierra!”. Claret entiende que ha de dejar totalmenter su futuro en la industria textil. Hubiera podido decidir compaginar su vocación humana, que le tiraba con fuerza, ser un experto textil y una vida cristiana más exigente. Pero la llamada era más radical: sal de tu vocación humana, de tus apoyos humanos y busca  los planes de Dios sobre tu vida, que no son los mismos que tú habías planeado.
El P. Foucauld reconoce que desde que se derrumbó su ateismos y creyó en Dios, comprendió que sólo podría vivir para Dios. Y comenzó su salida en peregrinación al último lugar. Larga peregrinación…hasta ser asesinado por los tuaregs.
Y a Jonás llega la misión: deja tu vida tranquila. Sal y ve a Nínive…sal de tu comodidad. Y a Jeremías: “No digas soy un niño, porque irás donde yo te envíe” Sugiero que, personalmente, cada lector busque casos en la historia -y en su contorno-en los que el Señor cambia los planes y ofrece otros que se pueden acatar o rechazar, como lo hizo el joven rico que se fue triste.
Quede claro que es imprescindible salir del espacio magnético que apega con fuerza misteriosa a los planes personales. Sin esta salida no se podrá ser el hierro libre y frío que está dispuesto a entrar en la fragua para moldearse según los planes de Dios. Estamos ya en el primer núcleo que vivió Claret.  Ya en el taller del cerrajero y el calor de la Fragua caldea el ambiente que prepara para entrar confiado en la Fragua.
Quiero recordar la máxima historia de amor se da en una joven adolescente de Nazaret. No tenía otro centro de atracción que la voluntad del Señor. Ese amor era su imán Por eso cuando advierte, por el anuncio del Arcángel que Dios tiene un plan para Ella, con toda el alma olvidó su plan y con todo su ser dijo que SÍ al Plan de Dios y la salvación vino al mundo.