Ven, Espíritu Santo, por tu don de Ciencia, enséñanos a vivir entre las cosas terrenos para así no perder las eternas.

 

"Cuando se habla de ciencia, el pensamiento se dirige inmediatamente a la capacidad del hombre de conocer cada vez mejor la realidad que lo rodea y descubrir las leyes que rigen la naturaleza y el universo. La ciencia que viene del Espíritu Santo, sin embargo, no se limita al conocimiento humano: es un don especial, que nos lleva a captar, a través de la creación, la grandeza y el amor de Dios y su relación profunda con cada creatura." (Francisco, Audiencia, 21 de mayo, 2014)

SÚPLICA DEL DON DE CIENCIA, AL ESPÍRITU SANTO

Espíritu Santo, debido a mis conceptos y formas de entender las palabras, vuelvo a enfrentarme con el significado bíblico y teologal de tus dones. En este tiempo positivista y cientifista, con frecuencia muchos contraponen ciencia y fe, razón y fe, y aquello que, según ellos, no es demostrable científicamente, queda fuera de consideración.

¡Qué necesario es tu auxilio para no quedar atrapado en los argumentos lógicos, racionales, experimentables! Más que nunca necesito tu ayuda para que mi capacidad intelectual, humana, que es regalo y desbordamiento de tu gracia, se abra a la realidad trascendente e invisible, y trate la materia y la realidad, a todo ser creado, con la dignidad sacramental que le has conferido.

El don de Ciencia es considerar, comprender y tratar a las personas y a los instrumentos y herramientas, no de forma despótica y posesiva, sino con respeto, descubriendo a través de las cosas creadas a su Autor.

El don de Ciencia permite reclamar la presencia del autor del universo, al que sostiene todo lo creado, a quien da al hombre la capacidad de desentrañar la virtualidad que contiene la materia.

El don de Ciencia hace al ser humano humilde, respetuoso, sensible, considerado, agradecido, trabajador, colaborador, porque es consciente de quién es el principio de todo, y meta del universo.

Dame, Espíritu Santo, el don de Ciencia, por el que me preste gozoso a poner mis manos en la tarea del bien hacer en provecho de todos, y me sepa con la vocación sagrada de cooperar con el Creador en la obra maravillosa de volver cada vez más habitable la sociedad.
¡Ven, Espíritu Santo, con tu don de Ciencia, para que, por inconsciencia, no caiga nunca en trabajar de forma emancipada y pretenciosa. Que siempre te reconozca a la hora de valorar mis capacidades y destrezas!

Junto al don de Entendimiento, el Espíritu nos da la obediencia, que se manifiesta en la actitud de someter nuestra mente ante la verdad revelada, no por humillación, sino como efecto de la luz que nos deja comprender el Misterio divino.

La inteligencia espiritual abarca el corazón y suscita respuesta amorosa, llena de alegría al tomar conciencia de lo que agrada a Dios. Fuente