Curso de preparación al sacramento del matrimonio y otras aportaciones a la pastoral diocesana. Artículo de la revista conmemorativa de las bodas de oro parroquiales.

La mayoría de los novios a los que hemos impartido el cursillo tenían una gran carencia de formación catequética, siendo la mayoría creyentes pero no practican- tes y notábamos que se querían casar por la iglesia por seguir la tradición, por cumplimiento, y no por una creencia firme de que su matrimonio iba a ser bendecido y sellado, hasta el fin de sus días, por el Señor.

Casi todos, llevaban conviviendo años y en un momento determinado decidieron dar este paso. Pero vuelvo a repetir, NO porque fuese una necesidad de que Dios estuviese en medio de sus matrimonios.

Desconocían la obligatoriedad, de estar abiertos a la vida y de educar a sus hijos en la fe católica, y que el deseo por su parte de incumplir estas promesas, hacía que el matrimonio fuese nulo.

Manifestado por ellos mismos el último día del cursillo, ellos asistían, porque se les exigía para casarse, y esperaban una charla monótona, llena de normas y en las que la sexualidad sería un tabú. En conclusión, que se les iba a coartar su libertad.

Pero “oh” sorpresa para ellos, se encontraron que se les hablaba de problemas reales, de cómo podían solucionarlos (diálogo respeto perdón... etc) y que la sexualidad, que NO la genitalidad, es buena y Dios la bendice, así como que, el estar abiertos a la vida, no implica tener 20 hijos sino que también la iglesia les habla de la “Paternidad responsable”.

El viernes, último día de la charla, nos daban las gracias por lo que se les había dicho, y a la mayoría de ellos se les abrieron los ojos y entendieron perfectamente, el significado y la gracia del Sacramento del matrimonio, así como que no se habían sentido juzgados por la vida que estaban llevando hasta ese mismo momento. Guillermo Cifuentes Juesas


Desde 1972 hasta 2011, los Misioneros Claretianos, hemos prestado servicio parroquial y social en 68 pueblos y aldeas de los Arciprestazgos de Belmonte de Miranda y Somiedo.

Junto a la atención pastoral, nos dedicamos a las actividades como la atención pastoral a las Escuelitas, la atención a las necesidades sociales de estas aldeas y a la reparación de los Templos; y apoyamos actividades culturales como los Coros parroquiales y la ayuda en la ganadería y agricultura.

Un buen número de claretianos hizo allí durante 39 años una buena y difícil labor misionera. En un principio, los claretianos, establecieron dos sedes, en Bel- monte de Miranda y en La Riera, dependientes de la casa de Oviedo. Más tarde formaron comunidad independiente. Esa zona, muy montañosa, era entonces de difícil acceso y malas comunicaciones.

Cuando hubo que dejar esas parroquias,  el 30 de julio de 2011, por escasez de personal joven que pudiera atender- las, el Sr. Arzobispo D. Jesús Sanz Montes y los parroquia- nos de Belmonte, agradecieron tan fructuosa y prolonga- da estancia, manifestando su sentimiento por este cese.