Éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

 





Domingo 34º del Tiempo Ordinario

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Los miro y te veo, Señor. Contigo seguiré construyendo e iluminando tu Reino.

Comentario



Estamos frente a la clásica visión del juicio final, que Mateo pone como conclusión del <<discurso escatológico>> y de todos los discursos de Jesús. En realidad, Jesús no pronuncio este discurso con la intención de describirnos los acontecimientos finales relativos al juicio definitivo. Sin embargo, leyendo los hechos de su tiempo, Jesús si ha querido inculcarnos los medios concretos para salir victoriosos en la prueba final de la vida, cuando toda la humanidad se encuentre frente a él, como rey universal restaurando su Reino. La página evangélica posee una fuerza extraordinaria tanto por el mensaje en si como por lo sugestivo de la escena. El texto se encuentra articulado en tres partes: una, la introducción, que presenta la llegada del Hijo del hombre, la convocación de los pueblos y la separación de los mismos (vv. 31-33); otra, el dialogo del rey con los de un lado, quienes entraran y tomaran posesión de su Reino, 34 a continuación, con los del otro lado, los excluidos (vv. 34-45); y la ultima, la conclusión, que reanuda y ejecuta las distintas sentencias (v. 46).

La parte más importante del texto es la que se fija, y con insistencia, en las actitudes de amor o indiferencia, es decir en la acogida amorosa o en el rechazo de los pobres y los necesitados. Las obras misericordiosas y gratuitas son premiadas por Dios. Esta claro que este rey y juez escatológico, que cumple las profecías antiguas, es Jesús de Nazaret, el crucificado, aquel que experimento el hambre, la desnudez, la soledad, el dolor. Este rey y Seńor que se identifica con los pequeńos y los pobres, vive escondido y oculto en <<sus hermanos más pequeńos