Velad, porque no sabéis el día ni la hora

 



Domingo 32º del Tiempo Ordinario

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Entra en mi vida, Señor

Comentario



El ańo litúrgico esta llegando al final y la Iglesia lanza una mirada de fe hacia <<las cosas ultimasť para subrayar los principios fundamentales de la sabiduría humana y cristiana. El libro de la Sabiduría nos invita a hacer de la Palabra de Dios el principio orientador de la vida: <<Quien madrugue para buscarla no se fatigará, pues la encontrará sentada a sus puertas. Meditar sobre ella es prudencia consumadať (6,14ss). Vivimos en una sociedad, en muchos momentos, improvisada, instintiva, superficial, impulsiva e irreflexiva, de aquí que sea tan útil la llamada a ser sabios y a concentrarnos en lo esencial.

También la parábola de las diez vírgenes nos invita a estar preparados y ser previsores, sin olvidar que somos peregrinos del Seńor Todos tenemos necesidad de ser sabios, y no importa la edad, y de ajustar nuestras ideas, elecciones, comportamientos y decisiones. La verdadera sabiduría, de la cual hablan las Escrituras, es un don, desciende de Dios y se implora con paciencia y perseverancia. También la sabiduría ha de ser buscada, deseada y amada por nosotros. Para apropiarnos de ella es necesario ponderar y velar sin perderse en comportamientos vanos y estériles. Se anticipa a quien la desea y sale al encuentro de quienes son merecedores de ella.

Esta sabiduría, llena de vida, fe y ahínco evangélico, está estrechamente vinculada con el anhelo del corazón por las realidades del mas allá y la espera vigilante del Seńor, el Esposo que debe venir, el impulso que nos mantiene fieles al cielo y a la tierra.