Los Claretianos. Cincuenta años en Oviedo. Artículo de la revista conmemorativa de las bodas de oro parroquiales.

Cincuenta años que han sido testigos de las tareas misioneras de los hijos del Corazón de María en Oviedo. Su dedicación ha alentado desde entonces la vida cristiana desde la catequesis, la formación de muchas generaciones, el cariño a la Virgen a través de la Archicofradía del Corazón de María.

Cincuenta años de historia y de servicio al Evangelio. Cincuenta años para reconocer tanta vida entregada generosamente, para celebrar juntos que esta historia es nuestra.

Sin embargo, la irrupción del coronavirus ha obligado a modificar las celebraciones que la comunidad de religiosos que atiende la parroquia, formada por seis claretianos, tenían previstas. Actividades, muchas de ellas, destinadas a recordar a los muchos misioneros que han servido en el templo del Inmaculado Corazón de María en Oviedo, y aún más, por aquellos que lo hicieron desde que llegase la Congregación a Asturias, hace casi cien años.

No obstante, su vocación como misioneros no hace sino más que crecer en estos tiempos convulsos y llenos de incertidumbre, porque, como destaca el P. Miguel Ángel Niño, “ahora lo que prima es estar cada vez más cerca de la gente, porque ese es el fondo de la cuestión de estos cincuenta años: reforzar nuestro carisma, el de ser misioneros para el mundo”.

Tras una vida entera dedicado a la enseñanza, y con la llegada de su jubilación, Niño ha podido dedicarse en exclusividad a las tareas parroquiales. Aunque siempre ha estado vinculado a la vida pastoral, ya que durante su vida laboral colaboraba en los tiempos litúrgicos fuertes, como la Semana Santa, Navidad y domingos del año. Su llegada el pasado verano a la parroquia del Corazón de María coincide con la fecha histórica del cincuentenario del templo.


¿Qué ha supuesto para usted su llegada a la parroquia?

Mi llegada a Oviedo está marcada por las limitaciones que impone la pandemia. Estoy muy agradecido a la comunidad de Misioneros Claretianos y a la Parroquia por su acogida y el apoyo en el día a día. Aunque el cargo de párroco le tenga uno, es toda la Comunidad Claretiana la animadora de la vida pastoral.

¿Cómo ha afectado la pandemia a las celebraciones previstas?

Prácticamente llevamos un retraso de once meses. Hemos tenido que adaptar el diseño de grandes eventos por uno acorde al ritmo del curso y a la realidad social del entorno.

Supongo que esta situación también ha afectado a la vida parroquial. Convertido en un periodo del tiempo histórico. “Decidimos fijar la celebración del cincuentenario poniendo como comienzo y fin dos fechas significativas  de la Parroquia: la fiesta de San Antonio María Claret,  Patrono y Fundador de los Misioneros  Claretianos  en octubre, y la celebración de la fiesta del Corazón de María,  titular de la parroquia,  que será el próximo mes de mayo”.


El aniversario de la parroquia llega un año después de que el padre Blanco celebrase sus bodas de oro sacerdotales. En esos años, ha sido testigo activo de la evolución de los claretianos en Asturias, un tiempo, dice, “muy rico en actividades  y vida pastoral con nuestros Arzobispos D. Gabino Díaz Merchán  que celebró los 25 años, y D. Jesús Sanz Montes en esta ocasión. ¡Qué buena siembra   se ha hecho en estos 50 años, esperando que produzca muy buenos frutos de futuro!”.

Pero en las celebraciones hay quien tiene otro papel esencial: la feligresía;  la que en  nuestra parroquia “siempre ha estado vinculada a la vida social de Oviedo, además de colaborar en otras obras sociales en Múrmansk (Rusia), la India o América latina. Nuestros feligreses son numerosos y comprometidos en la Caridad”, como lo re- cuerda el P. Julián Corral Gutiérrez.

¿Cómo participan los feligreses en esas acciones?

Los seglares  son los coordinadores   de la mayoría de los 25 grupos de la parroquia, donde  los sacerdotes son los responsables últimos.

Grupos en los que destaca la presencia de jóvenes, más cuando en muchas parroquias notan un descenso de participación de las nuevas generaciones en la vida pastoral. Para el P. Fernando Sotillo Centeno “si después de la Comunión o de la Confirmación  no hay continuidad con los niños o con los jóvenes, todo se muere”, aunque reconoce que “la presencia de los jóvenes en una parroquia viene condicionada por su proceso catecumenal en la misma”


¿Son muchos los jóvenes con los que cuentan en la parroquia?

En nuestra parroquia,  gracias a Dios, existen unos preciosos grupos de Postcomunión  y de adolescentes, que se con- firman a los 15 y 17 años respectivamente. Todo esto ha posibilitado una Comunidad  Juvenil que tiene dos fuentes de vida a través de dos encuentros mensuales: una para rezar en comunidad y otra para seguir creciendo en la formación.  Muchos de ellos, además, prestan algún servicio a la parroquia  y a la sociedad colaborando como catequistas, animación de la Misa Juvenil o como voluntarios en proyectos sociales de Cáritas  y en las campañas solidarias, incluso como monitores de campamento en verano.

¿Cómo se puede atraer más a los jóvenes a la Iglesia?

El mayor reclamo de los jóvenes son los mismos  jóvenes. De la misma  manera,  sólo una misa pensada, preparada, animada, cantada,  participada  y celebrada con y para los jóvenes, puede convocar a la juventud.  Los sacerdotes debemos seguir creyendo en los jóvenes,  confiar  en ellos, acompañarlos  y dejarlos ser protagonistas.

El P. Mario Hevia García destaca, además, otros grupos que dotan de vida a la parroquia del Corazón de María en Oviedo, “además de los grupos especialmente claretianos como la Archicofradía del Corazón de María y Amigos de la Misión”.

¿Podríamos destacar algún grupo en concreto?

Son muchos  los grupos, pero quiero  referirme  a los que tienen un reconocimiento universal  a nivel de toda la Iglesia, como  son el Camino Neocatecumenal  y la Re- novación Carismática,  dos movimientos  que han tenido una implantación muy temprana  y próspera.

A nivel parroquial ha funcionado también un grupo de estudio y comentario de la Biblia desde hace más de veinte años; los Cursillos de Cristiandad,  Hakuna –grupo de jóvenes de adoración al Santísimo-,  o la Adoración Nocturna femenina.

A todos ellos se suman otros que mantienen viva la llama de la cristiandad con diferentes actividades, el grupo de Scouts, los comedores compulsivos o el de los jugadores anónimos, entre otros.


El P. Manuel Díez Borges ha sido el último en llegar a la comunidad de religiosos del Corazón de María de Oviedo. Pese a llevar solo unos meses, ya ha podido compro- bar el importante papel de la parroquia en la vida de los ovetenses.  “Son muchas las personas que se acercan a nosotros, sacerdotes, manifestándonos  su preocupación, miedo, desorientación… a causa del coronavirus,  y esperando que les demos un poco de consuelo y de ánimo”, señala.

Puede que la proximidad de la Navidad ayude a encontrar ese ánimo, aunque, como reza el lema de las Bodas de Oro de nuestra parroquia, necesariamente viviremos unas “Navidades caseras”. Y como recuerda el padre Niño, “serán unos días de acogida familiar y una oportunidad de encuentro personal con el Niño Dios y su familia. Habrá un cordón invisible que unirá a todas las casas con el Portal  de Belén”.